Desde hace 20 años trabajo como consultora de empresas haciendo selección, capacitación y desarrollo de recursos humanos.
A fines de los 90, en el área de consultoría principalmente, comencé a incrementar mi trabajo desde mi casa; cada vez más seguido teletrabajaba, sin darme cuenta. Con el tiempo descubrí que esto mismo le sucedió a muchos de los que hoy sólo teletrabajan.
A raíz de una invitación de una amiga comencé a formar parte de una comunidad de teletrabajadores TIC, donde se me asignó la responsabilidad de realizar las entrevistas de incorporación a la comunidad utilizando para ello el MSN. Realicé varias entrevistas en forma virtual, con y sin audio. La tarea allí era chequear las expectativas de los ingresantes así como también cuidar el espíritu del grupo.
Para mí fue altamente enriquecedor. Estos intercambios me permitieron revisar mis antiguas creencias de psicóloga, quien pensaba que si la persona no estaba enfrente no tenía posibilidades de hacer contacto.
Fue así que comencé a participar de cursos virtuales, con alumnos de diferentes lugares, durante varios años había dictado cursos en forma presencial, fue necesario realizar adaptaciones, capacitarme en el uso de plataformas virtuales y hacerme un rutina para atender las dudas y requerimientos de los alumnos. Esta experiencia implicó el desafío de relacionarme con personas con diferentes inquietudes que me ofrecían a la vez diferentes perspectivas y particularidades tanto de los lugares como de los quehaceres que desarrollaban.
Paralelamente con este trabajo, comencé a formar parte de un proyecto de investigación que se desarrollaba al mismo tiempo en cuatro países de Latinoamérica. Con el auspicio del IDRC forme parte de Etis Lac, una investigación que buscó sistematizar la oferta y la demanda de los teleservicios en América latina. En esta oportunidad, mis función fue el monitoreo y apoyo de los partners del exterior. Para ello, necesité aprender a usar una plataforma de trabajo que me permitió colaborar con las reuniones semanales, y también acordar las reuniones individuales periódicas. Nuevamente en esta ocasión fue necesario revisar los conceptos de equipos y construir nuestra metodología de trabajo dedicando tiempo especial a conversar sobre este particular.
Una segunda experiencia en investigación con el apoyo del IDRC en la que particié fue con Telecapacitados, donde analizamos si el teletrabajo podía ser una alternativa para la inclusión laboral para personas con discapacidad, Esta vez fueron nueve países de Latinoamérica, los partners eran personas con y sin discapacidad que hubo que acompañar a traves de reuniones periódicas virtuales. Mi función aquí, como miembro del grupo núcleo estuvo centrada en el monitoreo de las acciones de los diferentes partners atendiendo a su vez a la dinámica grupal.
Una tercera investigación fue Teletrabajo legal donde analizamos políticas públicas y los modelos de legislación sobre Teletrabajo en ocho países de Latinoamérica. Me toco nuevamente mantener reuniones de coaching con los participantes de la investigación.
El año pasado finalmente participe en un programa de la Fundación de las Américas, dependiente de la OEA orientado a la Intermediación laboral para personas con discapacidad en cuatro países de Latinoamérica. Aquí también mantenía reuniones con los coordinadores de cada país revisando las acciones para lograr un objetivo muy ambicioso en un periodo de 6 meses.
En todas estas experiencias fue necesario revisar y mejorar las competencias que los participantes teníamos para conversar. Fuimos capitalizando todo lo aprendido y mejorando nuestros acuerdos de trabajo. Reflexionamos mucho sobre el trabajo en equipo, dándonos tiempo para acordar cómo trabajar. Encontramos nuevos desafíos, como por ejemplo coordinar los horarios de personas de diferentes latitudes para reunirnos semanalmente. Integrar las diferencias individuales, culturales, fue a mi entender, una ardua tarea aunque muy fructífera.
En mi experiencia con equipos presenciales, note que no hay mayores diferencias entre los problemas que se dan en la modalidad virtual. Como en la forma presencial, ser conscientes del poder transformador del lenguaje y perfeccionar nuestras competencias para conversar fueron y será primordial.
Paralelamente he seguido mi trabajo como consultora, y he incorporado todo lo que aprendí sobre el teletrabajo aún sin proponermerlo. Por ejemplo, he tenido la oportunidad de realizar procesos de selección para una empresa que tiene varias sucursales en el país y necesitaba cubrir varias posiciones. Con el uso de mensajeros instantáneos, he realizado entrevistas y he tomado pruebas psicológicas sin problema alguno. Ya el poder acordar una entrevista de este tipo, que requería el manejo de una serie de tecnologías, fue un elemento de evaluación.
Otro servicio que he desarrollado en línea, han sido conversaciones de coaching con ejecutivos, Nuevamente revisé mis creencia pues tenía algunos resquemores para usar esta modalidad en algo tan intimo, comencé pidiendo a una de mis formadoras, una conversación de coaching, para experimentar lo que después ofrecería, descubrí que me sentí muy bien. Posteriormente, casualmente, un ejecutivo que atendía se radicó en Brasil y comencé a tener conversaciones virtuales con él. Los reportes que hizo también fueron satisfactorios.
En todos estos años he tenido una gran enseñanza como teletrabajadora pero fue necesario revisar constantemente mis creencias, mis modelos mentales, sobre lo que es posible hacer o no hacer en forma virtual y esto… no dejado de sorprenderme…..
Sigamos conversando. Los espero en mi oficina en Torres de Teletrabajo en el piso 119, K6
MBA Cristina Rozo
Psicóloga, Coach e investigadora