El gobierno japonés tomá la semana una medida drástica: para salir de sus casi dos décadas de estancamiento y crecimiento lento, se propone inundar al país de yenes. Tan es así que se pusieron como objetivo duplicar la base monetaria en menos de dos años. Impactante, ¿verdad?
Lógicamente esto ha tenido (y viene teniendo) un efecto muy claro en el valor del Yen:
En septiembre del 2012 se necesitaban 75 yenes para comprar un dólar; hoy se necesitan casi 100 yenes para comprar un dólar. Esta gran devalución del orden del 30%, es la apuesta del Banco Central de Japón: hacer nuevamente un país barato para motorizar las exportaciones.
Pero hay una consecuencia muy obvia: si Japón se pone artificialmente barato (simplemente por imprimir papelitos), hay vecinos a los que no les hace ninguna gracia, como China. ¿Por qué? Porque los productos chinos empiezan a verse un poco menos atractivos.
Este puede ser el puntapié inicial de lo que se conoce como una guerra de monedas, que no es más que una guerra de precios.
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