Durante los últimos dos años el mercado inmobiliario en Chile ha mostrado un fuerte crecimiento. En 2013, el mercado inmobiliario mostró una expansión sustantiva tanto en cantidad de transacciones como en precios. Este alto dinamismo tuvo raíz en las mejoras de los estándares promedios de vida, con creación de empleo y una evolución en alza de los salarios reales. Es decir, más trabajo y mayores posibilidad de compra y consumo.
Con un sistema crediticio bastamente desarrollado y mayor riqueza en manos del trabajador medio, aumentó la demanda por casas y departamentos –estos últimos tanto para uso residencial como para uso comercial-; lo que combinado con una aún insuficiente, oferta de bienes raíces elevó el nivel promedio de precios pagados.
Para el 2014, las perspectivas son variadas en los distintos sectores de la economía chilena. Por su parte Marcela Ruiz-Tagle, Coordinadora Económica de la Gerencia de Estudios en la Cámara Chilena de la Construcción, opina:
“En los dos últimos años el mercado inmobiliario, tanto a nivel nacional como en el Gran Santiago, alcanzó niveles record en la comercialización de viviendas. De esta manera, en los años 2012 y 2013 en todo el territorio nacional se vendieron cerca de 67.000 unidades residenciales, mientras que en la capital la comercialización se situó entre 36.000 y 37.000 viviendas. En ambos casos destacó un avance más notorio en la venta de departamentos, frente al estancamiento o descenso observado en el mercado de casas. Otro rasgo destacable del mercado inmobiliario en estos años fue el alza del precio de las viviendas, que promedió alzas anuales de 5,7% en 2012 y 7,3% en 2013 en el Gran Santiago, lo cual no desincentivó la demanda por vivienda.
Con todo, las perspectivas para el sector en 2014 son positivas en la medida en que se alcanzará un nivel de ventas similar al de 2013: estimamos que en 2014 se venderán 68.000 viviendas en todo el país (1,5% más que en 2013) mientras que en la capital la cifra de ventas se ubicará en 36.500 (0,5% más que en 2013). Esto ocurriría en un escenario de desaceleración económica en el cual los indicadores de empleo e ingreso sufrirían cierto deterioro pero sin generar cambios bruscos en las condiciones financieras y en el riesgo de la cartera de créditos hipotecarios.”
Coincido con Ruiz-Tagle en su análisis. Sin embargo, creo que el efecto adverso que surja de la desaceleración económica puede tener un impacto negativo sobre el mercado modificando sus dinámicas.
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