La semana pasada vimos una corrección que sorprendió a varios en la bolsa de los Estados Unidos. Tanto el martes como la apertura del jueves mostraban a los principales índices con pérdidas que superaban el 1,5%. Pero más allá de eso, algunas acciones mostraban caídas de cierta importancia. ¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo debemos interpretarlo?
Empiezo por decir que preguntarse “qué pasó” es incorrecto, o mejor dicho, irrelevante. ¿Por qué? Porque somos víctimas naturales de las llamadas falacias narrativas a través de las cuales necesitamos un relato explicativo de cada acontecimiento. Y lo que sucede muchas veces es que no hay ningún motivo especial de por qué pasan las cosas, sino que simplemente suceden. Esto fue exactamente lo que pasó el día martes: ninguna noticia especial y muchas acciones cayendo.
El jueves encontramos una alarma en Portugal: el Banco Espirito Santo está con demoras para pagar deuda de corto plazo. Así y todo, ¿qué sucedió con los precios?
La tendencia alcista se mantuvo y se mantiene. Hubo una pequeña corrección, de menor importancia. Y siempre que veamos una caída, alguien le encontrará una explicación racional. Ese es un mal hábito, ya que hay que acostumbrarse a ver la objetividad de los precios sin buscar un motivo justificativo.
En este sentido, la supuesta mala noticia de Portugal fue digerida durante la rueda del mismo jueves. Y luego de tantos sobre saltos, el Nasdaq100 terminó la semana un -0,44%, el Dow Jones un -0,73% y el S&P500 un -0,80%.
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