Eliminar el billete de $100 como sugiere Federico Sturzenegger es simplemente una pésima idea. Su argumento central se basa en que el efectivo facilita enormemente las transacciones de la economía informal. Ahora bien, si se quiere eliminar la economía informal, hay que tomar las medidas como para que la gente quiera libremente pasarse a la economía formal. Sacar el billete de $100 haría todavía más dificultosa la vida de la economía informal. Y si bien no se trata de facilitar a la economía informal, no podemos perder de vista que mueve el 40% de la economía del país. Pretender forzar su paso a la economía en blanco sería poner en práctica un ejercicio teórico con pésimos resultados.
La extracción promedio en los cajeros en el 2008 era de $80; hoy es de $1500. Un cajero carga hasta $800,000 en billetes de $100. Esto quiere decir que en el 2008 se necesitaban 10.000 extracciones para vaciar un cajero. Hoy se necesitan 533. Si elimináramos el billete de $100, en 250 extracciones se vaciaría cualquier cajero. Con un billete de $1000, los cajeros se vaciarían en 5333 extracciones: todavía más rápido que en 2008, pero durarían diez veces lo que duran hoy.
Estos números muestran que hoy un cajero se vacía 19 veces más rápido que en 2008, lo cual implica que se rompan con mayor frecuencia y que impliquen un peor servicio.
¿Obligar a que todos los individuos tengan una cuenta bancaria gratuita? ¿Obligar a su uso, haciendo que ciertos pagos deban hacerse por este mecanismo? Estas sugerencias de Sturzenegger ya se intentaron y fracasaron. El momento cúlmine fue el corralito (nadie perdía su dinero pero quedaba en los bancos y se podía gastar con tarjeta de débito).
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