2014: un decente Arsenal que siempre será grande

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La racha positiva de siete triunfos en los últimos nueve partidos es un buen cierre para un 2014 aceptable, decente, agridulce. Hubo dos títulos tras una sequía de años, pero el equipo es inestable, y el salto de calidad se desvanece entre constantes lesiones y actuaciones dubitativas.

El balón pegó en el techo de la portería que Szczesny defendió en el segundo tiempo en Upton Park. Fin del juego. Corría el minuto 95, todo el estadio se tomó la cabeza en simultáneo. Arsenal estuvo a punto de sufrir otro empate agónico, como ante Liverpool, como tantos otros. El cabezazo de Enner Valencia salió alto, lo que concretó el 1-2 ante West Ham. Fue el quinto partido invicto en esta mini racha favorable, donde sólo hubo una caída en las últimas nueve presentaciones en todas las competiciones, incluidas siete victorias. Un buen cierre para un 2014 aceptable, decente, agridulce. Hubo dos títulos tras una sequía de años, pero el equipo es inestable, y el salto de calidad se desvanece entre constantes lesiones y actuaciones dubitativas.

El año comenzó una victoria en casa ante Cardiff City el 1 de enero, fecha en que sólo el fútbol inglés dice presente. Arsenal era el líder de la Premier League y lo fue durante 128 días las temporada pasada. El equipo se potenció con la llegada de Mesut Özil, el fichaje más caro de la historia gunner, la explosión de Aaron Ramsey y la buena labor del resto. Sin ser arrolladores al estilo Barcelona, Real Madrid, Bayern Munich o cualquier gigante europeo, se las arregló para ser el campeón de invierno del prestigioso fútbol inglés. Sólo el durísimo 3-6 ante Manchester City en el Etihad empañó una primera parte interesante.

El 0-6 ante Chelsea fue el golpe más duro de 2014

El 0-6 ante Chelsea fue el golpe más duro de 2014

Pero la ilusión se derrumbó en la segunda vuelta. A principios de febrero llegó la puñalada en Anfield (1-5) y en el ocaso de marzo la masacre de Stamford Bridge (0-6). Fueron los golpes duros de un camino plagado de empates inoportunos que complicaron las aspiraciones ligueras. Los primeros ‘Wenger Out’ se oyeron en el Emirates. El Bayern Munich nos devoró en la Champions League, donde hubo que superar a Napoli y a Borussia Dortmund en la fase de grupos. La eliminatoria de octavos de final sólo estuvo bajo control durante siete minutos. Los restantes 173 fueron completamente bávaros. Hasta que el Mago de Öz falló su penal en el partido de ida jugado de local, hubo una mínima esperanza de concretar un milagro.

No se logró la Premier ni la Liga de Campeones (dos utopías luego de los visto en las últimas campañas), pero se sació esa sed de palmares que atormentó al club durante nueve largos años. Levantar la FA Cup, quizás devaluada por compartir el lote de los cuatro mejores ante un equipo de segunda, uno de tercera y el pequeño Hull City, significó más alivio que felicidad.

Eliminamos al Tottenham, al que también vencimos en los clásicos de Liga (el golazo de Rosicky es uno de los momentos del año). Vencimos al Liverpool en octavos de final, sacamos contundentemente al Everton en cuartos y parecía que el trabajo estaba hecho. Pero el modesto Wigan, que había limpiado sorpresivamente al City de Pellegrini, fue un duro escollo. Los penales nos llevaron a Wembley. El 17 de mayo se jugó el duelo ante Hull City, que nos anotó dos goles en ocho minutos. Si, sólo ocho minutos. Impensado, una verdadera pesadilla. Pero Arsenal se rehizo, mostró carácter y Santi Cazorla sacó un precioso tiro libre de su galera. Lo que creció el español en este año es bestial. Las cosas se van a poner interesantes cuando se recupere Özil.

Koscielny empató el partido. Quedaba mucho, la remontada era posible. Giroud estampó un cabezazo en el poste horizontal. Estábamos cada vez más cerca. En el complementario, con el rival replegado al máximo, lo logramos. Un gol al estilo gunner. Pase vertical, dos tacos y Aaron Ramsey que entró en posición de gol. Corrida interminable y de puños apretados para terminar desplomado en el césped de Wembley con todos sus compañeros encima. Que hermosa imagen. Thomas Vermaelen, hoy lejos del fútbol en Barcelona, levantó el trofeo.

A pesar de las celebraciones en Wembley, las sensaciones eran las mismas de los últimas plantillas que comandó Arsène Wenger. Siempre carecen de los mismos ingredientes. Ya resulta algo estructural y que permanece en el club. Pero estaba la esperanza de que haya un impulso por volver a conseguir un trofeo y se construya otra plataforma para que Arsenal despegue por completo.

En mayo, poco después de la Copa FA, llegó la ampliación del contrato de Wenger hasta 2017. Un gesto inevitable para el hombre que hizo gigante al club. Durante el receso mundialista, donde tuvimos el honor de que tres jugadores del club (Per Mertesacker, Lukas Podolski y Mesut Özil) se alzaran con la Copa del Mundo, entró en vigencia el convenio con PUMA, el acuerdo económico más grande en la historia de la firma y de la institución del norte de Londres.

ALEXIS SANCHEZ – El chileno es el motor del equipo

También se empezaban a conocer los primeros fichajes. David Ospina, Callum Chambers, Mathieu Debuchy, Joel Campbell y Danny Welbeck fueron bienvenidos. Pero que me perdonen, la alfombra roja es sólo para Alexis Sánchez. Su contratación fue anunciada el 10 de julio. Superó las altas expectativas que los fanáticos depositaron en él. Cerró su primer semestre en el club como pieza clave. Es el motor del equipo. El Baby Henry chileno marcó 15 goles y dio 7 asistencias en 28 partidos. Lo que corre, por Dios.

El 10 de agosto arrancó la nueva temporada de forma oficial. Tras ver cuatro goles de Yaya Sanogo en un amistoso de la Emirates Cup, se derrotó 3-0 al Manchester City y se ganó la Community Shield, el equivalente a la Supercopa de Inglaterra. La fiesta es completa, la esperanza absoluta. Cómo no soñar luego de cada receso. Cómo no creer en el criterio deportivo y económico de Arsène, la misma persona que gestó algo tan maravilloso como ‘Los Invencibles’.

Pero el rendimiento del equipo volvió a ser mediocre y dejó claro que el mercado de pases no se aprovechó como se debía. Se incorporaron jugadores para tapar los huecos que dejaron las ventas. Con un planeo táctico nuevo, y con jugadores importantes en roles complejos y no correspondidos, Arsenal volvió a atentar contra sus objetivos.

La expectativa con este equipo que se generó antes de iniciar la temporada se empezó a disolver con el pasar de las fechas. Sólo se habían obtenido diez puntos de siete partidos y el cuestionamiento era total. Las lesiones volvieron a ser protagonistas. De hecho, el equipo comenzará el 2015 con Gnabry, Ramsey, Arteta, Sanogo, Wilshere, Özil y Diaby (abonado) en la misma enfermería por la que también pasaron Walcott, Giroud, Debuchy y Monreal, entre otros.

La historia de los lesionados en el norte de Londres es siempre la misma. Año tras año el equipo se dedica a contar semanas y a practicar malabares con las formaciones. Ni la resonante contratación de Shad Forsythe, el experimentado preparador físico que trabajó con las selecciones germanas, parece ser la solución. La realidad es la misma. Ese fantasma se ríe a carcajadas de la salud de nuestros jugadores. Nada cambió. Las bajas son un problema recurrente. Los mensajes de despedida contra Wenger salieron nuevamente a la luz.

Pero las últimas actuaciones del equipo, los jugadores que se están recuperando de sus lesiones y la esperanza de cerrar buenos fichajes, alimentan la ilusión para 2015. Se logró pasar a los octavos de final de la Champions y el sorteo fue benévolo, ya que tocó el AS Mónaco. Hay un factor común en cada calendario del Arsenal: allí estaremos para seguir al equipo. Nuestra lealtad es inamovible. Criticamos, halagamos, estamos más o menos de acuerdo con lo que sucede en el club, pero siempre esperamos el éxito. A veces vemos las dificultadas repetidas. Y hay quienes dicen que nuestra vara quedó alta tras lo conseguido en el pasado. Pero Arsenal siempre fue grande. Eso tampoco cambiará.

Por Rodrigo Duben

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