Zohar, el resplandor

#Cabala

Así como tenemos el texto de la Torá revelada y transmitida por la tradición, tenemos los de la cábala, transmitidos por iniciación. La Torá es una en el absoluto de lo creado, pero dentro de la creación adquiere las dimensiones duales: existe una celestial y divina, y una terrenal y humana. Una es texto sagrado que estudiamos y cumplimos y es texto consagrado en la escritura libre y responsable de nuestros días.

Lo mismo sucede con la cábala, con sus pretextos, textos y contextos místicos. Los textos obran de soporte para transmitir la tradición mística esotérica en un encuentro directo. Los grandes maestros de la cábala incorporan, desde el siglo XII, sus propias aproximaciones en los primeros movimientos de la mística judía, conocidos como Maasé Mercaba (Obra o relato del Carro del Trono) y Maasé Bereshit (Obra o relato del Principio o de la Creación). Allí, la cábala se aprecia como tradición esotérica recibida por iniciación, no por ilustración, como enseña el Talmud, en el tratado de Jaguigá: “La obra del Principio o de la Creación no debe ser expuesta en presencia de dos, ni la obra del Carro del Trono en presencia de uno, si no es un sabio y comprende por sí mismo”.

Hablamos de la Mishná como texto de la tradición judía que contiene una explicación acabada sobre lo que la cábala significa. Sin embargo, el libro básico para esta disciplina es el Zohar, cuyo título traducido significa nada menos que “resplandor”, lo que nos hace pensar en ese estado de insight, de flash, propio de la recepción cabalística.

El texto, que está basado en una visión del profeta Ezequiel, se atribuye a Rabi Shimon Bar Iojai, un rabino que vivió en la zona de Galilea, en el territorio que actualmente es Israel, durante la época de la dominación romana. Si bien no existen precisiones biográficas, se puede establecer que su vida transcurrió entre el final del segundo siglo de la era común y el principio del tercero […]. La tradición cuenta que a partir de unos comentarios críticos que deslizó contra el gobernador de turno, fue condenado a muerte. Escapó y se escondió en una gruta, donde habría pasado trece años de su vida. A la salida de su encierro, había concluido el Zohar. Otra corriente asegura que la autoría corresponde a Rabi Moisés de León, un rabino y filósofo sefaradí que vivió en España durante el siglo XIII.

El texto habla, precisamente, de un resplandor en el cielo, “Zohar Harakía”, un destello que permite la claridad en la oscuridad y en la tormenta. Tiene la dimensión mínima de tiempo, la energía de la luz, un insight que hace que en el plano de la conciencia se vea también lo mundano. Es considerado un camino de iluminación de la práctica mística, aunque su escritura es críptica. Incluso quienes estén avezados en el idioma arameo y hebreo pueden encontrar dificultades para comprenderlo.