Por: Sergio Bergman
¿Es posible demostrar la trascendencia? Tal vez, desde parámetros del campo científico, no sea una tarea sencilla. Los teoremas y las hipótesis suelen empantanarse en los caminos de la subjetividad. Sin embargo, el amor puede utilizarse como la expresión más cabal y universal de la idea mística de que somos seres trascendentes. Porque nos conecta entre nosotros mientras estamos, pero también con los que se fueron y hasta con los que van a venir. La transmisión se visualiza claramente.
Si volvemos a la Mishná, la que explica la cábala en sólo seis palabras, podemos sugerir que el hecho de que las cosas pasen de Moisés a Josué se apoya en el hecho de que existe una cadena de amor. En términos formales, y con total rigurosidad, podemos decir que el acto trascendente, en sí, es amor. Si el legado se transfiere con culpa, con un mandato determinado y con un deber ser, la esencia mística se pierde. Lo único que se produce en esas condiciones es una repetición, una reproducción. Pero de ninguna manera podemos hablar de continuidad, de recreación ni de renovación. Cuando aparece el amor, se manifiestan las dos dimensiones. La de la recepción y la de la entrega.
Solamente el que ama, cree. No hablamos en términos teológicos exclusivamente. Decimos que cree, así, a secas. Amar es dejar entrar, dejar venir, recibir. En líneas generales, la gente considera que una persona “amorosa” es aquella capaz de dar. La cábala nos demuestra que, en realidad, es quien está en plena condición de recibir. Porque, y acá aparece la segunda de las dimensiones, quien puede recibir es capaz de dar. Quien recibió una vida, la autoestima, el alimento, ahora es capaz de dar todo eso. Y son todos fluidos que se traspasan a través del canal del amor.
(…) Podemos decir que existe un origen por el cual todos sabemos qué significa el amor: ninguno de nosotros hubiera sido de no haber existido antes un proyecto de amor. A diferencia de lo que ocurre en el mundo animal, a los seres humanos no nos alcanza con tener progenitores para asegurar nuestra existencia. Somos seres culturales y sociales que, además, contamos con entidad mística en el plano de la conciencia. Necesitamos padres. Si no, no podemos subsistir. No importa si son biológicos o adoptivos. La acción fundante que da entidad para la propia supervivencia no es el hecho de ser traído al mundo, sino el de ser sostenido. Solos no existimos. No somos viables.
Llegamos como un proyecto de amor, entonces necesitamos el amor para poder continuar.