Por: Sergio Bergman
Se considera como uno de sus principales difusores de la Cábala, del Zohar en particular, a Rabi Isaac Luria, conocido por su apodo de ARI (siglas de Aeloquí Rabi Itzjak, el divino). Nació en Jerusalén a mediados del siglo XVI y murió en Safed, una ciudad al norte de Israel que es considerada, aún en la actualidad, como una suerte de Meca de la cábala. Fue él, precisamente, quien se dedicó a estudiar esta disciplina y a difundirla y el que abrió el estudio del Zohar por primera vez para que sea compartido por grupos.
Su sabiduría fue recopilada por su discípulo Jaim Vital en el libro El árbol de la vida (Etz hajaim).
Otro texto fundamental es el Séfer Ietzirá, el libro de la formación, que se atribuye directamente al patriarca Abraham revelado por intermedio de un ángel, mientras que fuentes académicas lo sitúan entre los siglos II y VI de nuestra era. Allí, se describe la creación mística del mundo en 32 dimensiones: las 22 letras del alfabeto hebreo (esas que hemos visto en detalle cuando analizamos el concepto de gematría) más 10 Sefirot. Permite al mekubal, el cabalista, ser una criatura creativa de mundos que unen el cielo con la tierra y la personalidad de la divinidad en sus atributos con las dimensiones que emanan en lo humano.
Cuando se trata en realidad de los orígenes de la cábala y sus textos, no siempre es claro discernir entre la verdad histórica y el mito. El libro Bahir, que se presenta escrito por Rabi Nehumiá ben ha Kahaná del siglo I, tiene evidencias de una posible redacción en Provenza a finales del siglo XII. Este texto continuó la tradición del Séfer Ietzirá en las concepciones de las dimensiones con las que D-s se manifiesta. Emplea un simbolismo astrológico: una fuente de agua que distribuye en doce casas equivalentes a las tribus o signos del zodíaco. Se basa en las cuatro letras del tetragrámaton, que permutan en doce formas diferentes y referencia así este proceso astrológico con el papel sacerdotal descripto en el libro del Éxodo. Vincula las doce tribus con las doce piedras sagradas del efod, el escudo del sumo sacerdote, el principal responsable del Gran Templo de los judíos, donde se guardaba el arca con la Torá original entregada por D-s y que fuera destruido dos veces: por los babilonios hacia el 587 antes de la era común y por los romanos en el 70 de la era actual.
En Bahir, la imagen astrológica aparece incorporada dentro de un árbol, por lo que introduce la imagen principal del árbol de las Sefirot que quedará incorporada para las especulaciones cabalísticas de las próximas generaciones y de las que hablaremos en breve. También aquí se nos ofrece la referencia bíblica al término Sefirot, basado en el salmo que dice: “Los cielos cuentan la gloria de D-s”. El término “cuentan” (mesaprim, en hebreo), tiene la raíz “s”, “ph”, “r”, de la que surge Sefirá (singular), Sefirot (plural).