Por: Sergio Bergman
La práctica cabalista requiere ir al encuentro del texto para su abordaje, pero también de una preparación anterior (pretexto) y condiciones de las circunstancias de tiempo y lugar donde este encuentro místico de ingresar al texto se produce (contexto). Uno de los textos más reconocidos para la preparación es Jobot halevabot, “Deberes del corazón”, escrito por Bajya ben Iosef ibn Pakuda, cabalista del siglo XII. Su método propone un recorrido de automejora (tikún) en diez puertas que guían al buscador e imponen que el carácter del cabalista se forja en los deberes de vivir éticamente, ser puro de corazón y ser parte íntegra de la comunidad, entre otras.
Esta última dimensión otorgó a los cabalistas las influencias de las fraternidades, javurot (entre ellos se llamaban javer, amigo), una práctica que se inició entre los de Safed, al norte de Israel (a partir del siglo XVI), a quienes se los vincula con una organización similar a las logias. Estos cabalistas instalaron en esa tierra un centro espiritual, pero también una comunidad. Comenzaron a utilizar el hebreo de manera cotidiana, a obtener sus propios alimentos del trabajo de la tierra, a multiplicar sinagogas y casas de estudio y a revitalizar la cábala. Fueron unos adelantados a su tiempo, ya que el Estado de Israel no se constituyó hasta 1948.
De esa época resalta la obra de Moisés Cordovero, con su libro sobre los trece atributos divinos, que refleja los contenidos espirituales y sociales de dichas comunidades. Sin embargo, el máximo esplendor llega bajo el liderazgo de Isaac Luria (1543-1620), conocido como “Ari”, “el león”, por sus logros místicos. Fue un pragmático en la didáctica y en la difusión de las enseñanzas cabalísticas. Diseñó un conjunto de ejercicios de meditación grupal basado en el libro de oraciones, lo que habilitó a los judíos pobres o sin ilustración, para que incluyan en sus rezos diarios las kavanot, intenciones. También incorporó el tikún, reparación, que sostiene un principio fundamental de la cábala que lo diferencia de las nuevas formas de autoayuda: sostiene que es clave lograr la unificación y la unión mística, pero no meditando como individuo aislado, sino como representante del cosmos y unido a su comunidad.