Cuando se creó este sitio, la premisa fue no cubrir los estrenos semanales porque se le dio prioridad a otras opciones no tan difundidas, como los ciclos y los festivales. Pero si se hubiera planteado correr al ritmo de la cartelera, con jornadas como la del jueves pasado estaríamos ante una tarea titánica. Aquel día vieron la luz nada menos que…¡15 películas! Todo un récord.
Con una política de estrenos cada vez mas atomizada, el mas perjudicado es, como siempre, el cine argentino. De esos quince largometrajes, mas de la mitad son locales. Por supuesto, es para celebrar que en nuestro país se pueda seguir filmando: el año pasado, la producción nacional superó holgadamente las cien películas y para fin de este periodo se espera un número similar. Son cifras admirables, sobre todo comparadas con las de veinte años atrás, cuando no existía la Ley de Cine y los estrenos anuales apenas llegaban a diez.
El problema son los cuellos de botella en torno a este alud de cine nacional. Como si, próximos a diciembre, el INCAA apurara el paso para colocar cada jueves todo lo producido en el año, sin importar las condiciones de exhibición. Es una lástima que, por ejemplo, se programen películas que hicieron ruido en el último BAFICI como La Paz (ganadora de la Competencia Nacional) y El olimpo vacío (polémico documental sobre el filósofo Juan José Sebrelli, que arremete contra algunos mitos nacionales) en la misma semana que tanques como Elysium, El medallón perdido o la versión 3D de Jurassic Park. A la película de Santiago Loza la mandaron al Arte Cinema de Constitución, con solo dos funciones diarias y la casi nula posibilidad de que se mantenga mas de quince días en cartel. Al menos, tuvo mas suerte que Chacarera (sobre la vida del folklorista Carlos Carabajal), a la que le destinaron una función. Similar destino se espera para El olimpo vacío, que se proyecta dentro de la nunca bien difundida grilla del Centro Cultural San Martín. Por su parte, Cassandra y Romper el huevo, con actuaciones de Alan Pauls y Hugo Varela, respectivamente, fueron acogidas por el Gaumont.
De martes a martes, que participó en la Competencia Internacional del último Festival de Mar del Plata, es otra película a la que se le debería prestar atención. Afortunadamente, se la puede ver mas allá de la General Paz, en el Showcenter Norte. A Imagenes paganas, el homenaje de Sergio Constantino a Virus y a Federico Moura, agotó funciones en el BAFICI y fue vista por mas de mil personas en una exhibición gratuita, la dan en el Arte Cinema y en el Malba. Justamente, la sala de Palermo alberga al nuevo trabajo de Luis Ortega, Dronómanos, con una sola función semanal. Si bien el hijo de Palito cuenta con un público mas de “nicho”, merecería que mas gente tenga la posibilidad de acercarse a su propuesta. Quien sí salio airoso de esta semana en la que hubo de todo fue Sebastián De Caro: 20.000 besos, su nueva película, se estrenó en once salas, amén de marketineros videojuegos de cartón promocionando el film.
Vuelve a aclararse: es genial que cada jueves haya mas de una propuesta local. Sin embargo, eso no debería convertir a la cartelera en inabarcable para el espectador. Es preferible que se estrenen menos películas pero que cuenten con mayor difusión y salas. ¿Sirve de algo estrenar mas de cien películas al año si se les va a dar una exhibición marginal? Quizás el INCAA debería levantar el pie del acelerador y, en vez de intentar superar una marca año tras año, distribuir la producción nacional de manera tal que el público tenga mas chances de apreciarla.