Por: Rosario Bibiloni
Soy diabética hace 20 años y siempre me cuidé, tuve la posibilidad de tratarme con excelentes profesionales como nutricionistas, diabetólogos, endocrinólogos, entre otros. Sin embargo, la diabetes no es fácil: las glucemias pueden alterarse según las emociones, el clima, el estrés, una gripe, una infección y hasta una mala dosis de insulina. Es decir que mantener el azúcar en sangre controlada es un enorme desafío.
Solemos ver publicidades que promueven productos para diabéticos de una forma tan simple y feliz, que nos puede llegar a dar bronca. Porque es mucho más complicado de lo que parece y ninguna bomba de insulina ni medidor de glucosa es un milagro que nos resuelve la vida. Es cierto que la tecnología avanza y gracias a ella nuestro estilo de vida mejora, pero todavía falta mucho por hacer con respecto a esta enfermedad crónica que afecta a más de 370 millones de personas en el mundo. Los diabéticos seguimos sintiendo frustración y algunas veces desesperación: sabemos que no podemos curarnos, pero queremos sentirnos bien y no siempre es posible.
Esto es algo que pocas veces se comunica, por eso comparto con ustedes un artículo genial de la endocrinóloga Claresa Levetan, quien reconoce la desilusión que tienen algunos de sus pacientes con la insulina y lo difícil que les resulta mantenerse estables. Una profesional que reconcoe que falta mucho por hacer e intenta despertar una conciencia social sobre el tema.
Claresa Levetan es una endocrinóloga reconocida internacionalmente por trasladar la ciencia y la tecnología al cuidado de la diabetes, mejorando las opciones de tratamientos. Se desempeñó como editora de las revistas Clinical Diabetes y Diabetes Forecast.
La frustración de una endocrinóloga con la insulina
Me reuní con una mujer muy brillante y talentosa de mi edad, con diabetes tipo 1. Ella me contó que hace unos años había sido aceptada en la escuela de medicina y decidió no ir porque sabía que, con la intensidad del estudio y la locura en el calendario de las rotaciones hospitalarias, no sería capaz de controlar sus niveles de glucosa adecuadamente.
Me puse muy triste al escuchar esto, porque conozco muchos médicos con diabetes tipo 1 y me hubiera encantado que ella sea una de esos profesionales y pudiera aportar su perspectiva a la endocrinología, la que hubiera sido su especialización. Sin embargo, ella estaba contenta con su decisión, y orgullosa de que mantuvo sus hemoglobinas glicosiladas entre 6.0 y 6.9 durante los últimos 30 años, con pocas complicaciones. Para ella, el sacrificio, incluyendo muchos, muchos episodios de hipoglucemia, valió la pena.
Para otros, a pesar de sus mejores esfuerzos, la diabetes bien controlada no es todavía una posibilidad. Hace unos días hablé con otra mujer que estaba llorando por su hijo de 13 años, que simplemente no logra tener sus niveles de glucosa en un rango razonable. Él es un gran deportista que juega al béisbol y al hockey, pero no estabiliza sus niveles y tiene una gran cantidad de lipohipertrofia, que es un engrosamiento debajo de la piel que hace que la absorción de la insulina inyectada difícil e irregular. Usa la bomba y el sensor continuo de glucosa, pero no son una solución para este paciente. Hice todo lo posible para tranquilizar a su madre contándole que no estaba sola en su frustración: incluso cuando todo el mundo está haciendo lo correcto, a veces el control de la diabetes es imposible.
Tuve la oportunidad de visitar al doctor Steven Russell, cuyo equipo está desarrollando lo que se conoce como el “páncreas biónico”. Este páncreas requiere que los pacientes usen dos bombas, una con insulina y otra con glucagón, además de un sensor de glucosa permanente. Así es como el páncreas biónico bombea la insulina y el glucagón en función de cada lectura de glucosa.
Tanto el doctor Russell como yo esperamos que los avances de la ciencia aumenten, si bien el doctor es igualmente consciente de los límites en la terapia actual de la diabetes. Incluso conoce algunos adolescentes que asisten al Joslin Diabetes Camp (un lugar donde se aprende a gestionar la diabetes tipo 1), son chicos que usan bomba y sensor y sin embargo sus niveles de glucosa fluctúan constantemente entre 40 y 400.
Cuanto más pasan los años, más aprendo que los tratamientos que tenemos hoy todavía no logran ayudar a los pacientes, sin importar cuánto nos esforcemos. Por eso alabo a todos los equipos del mundo que están trabajando en nuevas terapias, porque de cada uno obtenemos nuevas perspectivas y mejoras, y esto es clave.
Con mis colegas de Insulin Independence estamos avanzando en investigaciones para tratar la diabetes tipo 1: trabajamos en un nuevo ensayo clínico que combina el uso de un agente de tolerancia inmune y un agente de regeneración de las células beta. Este ensayo magnífico respondería una pregunta fundamental sobre las posibilidades de independencia de la insulina en personas con diabetes tipo 1. Confío en nuestro futuro, sigamos buscando soluciones y no perdamos las esperanzas.
Publicado originalmente el 27 de mayo de 2014 en Insulin Nation por Claresa Levetan y adaptado al castellano por Rosario Bibiloni.
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