Luis Chávez, el discípulo de un maestro orfebre

#FábricaDeLaCultura

Luis Chávez tiene 33 años y 11 de orfebre. Hoy se dedica a la platería y dar clases. Pero también suma dinero haciendo réplicas de antigüedades en bronce.

Que se dedique a la orfebrería no es casualidad: vive en La Matanza y este tipo de las artesanías es una de las más tradicionales en la zona metropolitana. De hecho, los mejores orfebres de nuestro país se concentran en la provincia de Buenos Aires (aunque también hay algunos más en Jujuy y Salta).

Luis Chávez

 

 

 

 

 

 

 

 

De todos, Armando Ferreira es uno de los maestros más conocidos por haber generado escuela. Sus discípulos son expertos cinceladores. Luis es uno de ellos y se caracteriza por la flora selvática y los colibríes que llevan sus piezas. Son verdaderos paisajes dentro de un mate o cuchillo.

Luis Chávez nos recibe y cuenta cómo fueron sus comienzos: “Vivía de otra cosa, tenía que trabajar. Entonces hablé con el maestro (Armando) Ferreira y me pudo atender en su casa de Olavarría. Yo iba una vez cada 15 días; viajaba toda la noche; estaba una hora y pegaba la vuelta. Esa fue la única forma que encontré para poder salir”.

Además de sus trabajos en plata, Luis nos muestra su cuaderno con bocetos y explica: “no repito ningún diseño, ni siquiera los míos. Me desafío a la creación permanente de piezas y lo que hago tiene más relación a la tradición europea, si se quiere, por el origen de la platería y cincelado”.

“En el caso de que me pidan algo especial, se boceta y diseña. Sino soy extremadamente egoísta y hago lo que a mí me gusta”, aclara.

 

 

Quién acompaña a los artesanos


“Arte y funcionalidad. Eso es la artesanía. En el país te encontrás con cosas de mucha profundidad”, explica la directora del Matra, Roxana Amarilla, quien recorre las provincias en búsqueda de artistas nuevos y consagrados.

En diálogo con la #FábricaDeLaCultura, Amarilla se congratula: “Estamos contentos de estar dentro del marco de una política de Estado nacional”.

Y relata: “El Matra estaba agonizando, a punto de cerrarse y ahora somos la consulta obligada de todas las áreas de Cultura. El secretario (Jorge Coscia) nos llama para hacer regalos institucionales a personalidades de otros países. Y así artistas jóvenes están moviendo sus piezas por el mundo”.

Se podría decir que es una reivindicación del trabajo a mano, de las tradiciones y el arte. Es una forma de cuidar el patrimonio histórico pero también apostar a las nuevas generaciones. Por eso, celebra cada una de las acciones que logran desde el Mercado de Artesanías de la República Argentina. “Estamos armando un stand para la fiesta internacional del Poncho y logramos que vaya el mejor telero de poncho del país: el Tero Guzmán, que tiene 89 años, y va a presentar a su hijo, su semilla”.

La directora del Matra sostiene que “hay todo un tema en la trasmisión del oficio y nosotros tenemos que tratar que ese vínculo energético, cultural, telúrico y tecnológico subsista, se fortalezca y se siga desarrollando”.

Apunta que “hay muchas herramientas que se usan en la economía social, marcas colectivas, y el Estado siempre tiene que estar acompañando, mediando, asesorando. Un poco la idea es reforzar todo eso. Trabajamos con ministerios como Desarrollo Social, Industria, Agricultura; con organismos como el INTI, que estamos armando un mapa nacional que es un proyecto para 2014 bastante complejo. También estamos trabajando con Turismo”.

“Armamos un mapa sobre fiestas de artesanías y lo colocamos en el Sinca pero lo primero que tuvimos que hacer fue recuperar los vínculos institucionales del mercado porque todos trabajaban con artesanías menos el Matra. Después analizamos la visibilidad que tenía el espacio y recuperamos el contacto con artesanos tradicionales”, resume la funcionaria que depende de la Secretaría de Cultura de la Nación.

Las tareas que realizan son varias y una de ellas es coordinar que se realice periódicamente un ‘Comité regional de reconocimiento de Unesco para la excelencia artesanal’. “Nosotros convocamos a los artesanos para que venga un tribunal de afuera y evalúe piezas para ese sello de calidad internacional. Hoy unos 16 artesanos argentinos tienen esa certificación”.

Ahora bien, el eje central del Matra parece estar en hacer ‘trabajo de campo’. Roxana cuenta que, por ejemplo, sus funciones le demandan “ir al lugar y ver qué le pasa a Juana en Loreto, Santiago del Estero, para sacar la producción porque tiene 40 kilómetros al monte, hacia adentro, que cuando llueve no podemos entrar”. Porque los artesanos “necesitan de mucha ayuda y acompañamiento”.