Por: Barbara Roesler
En Berazategui, la ciudad donde nací y vivo, los festejos centrales por un nuevo aniversario de la Patria tuvieron lugar el viernes 24 por la tarde, en lo que se llamó “Encuentro Folclórico: Esperando el 25 de Mayo”. Baile, música y comidas típicas se congregaron en la peatonal del centro hasta la medianoche de ese día. Con mi hijo Félix en su cochecito paseamos un rato, miramos, sentimos. Y así se me ocurrió escribir este post y reflejar cómo percibí la fiesta con cada uno de mis sentidos. Estos son mis elegidos:
- Olfato: pocos aromas son tan envolventes como el de un buen asado. Sin embargo, decidí resaltar el que me atrapó el viernes: empanadas. Fritas, de carne. En mi casa, como toda persona que “se cuida”, las cocino al horno, para que sean “más sanitas”. Pero es innegable que, en su versión más tradicional, pocos contrincantes le hacen sombra, máxime cerca de la cena. Elijo entonces las empanadas fritas de carne como “el” olor del 25 de Mayo.
- Oído: en este punto voy a destacar a dos músicos. El primero, Roberto Espinosa, un guitarrista eximio al que nunca había escuchado y que me dejó con la boca abierta. Fue el encargado de abrir el show en Berazategui. Aquí les dejo un video para que lo conozcan, de una actuación que llevó a cabo hace algunos meses en la costanera sur porteña. El segundo, y ya apelando a mi gusto personal, fue el trovador cubano Silvio Rodríguez, que después de diez años volvió con su arte a Plaza de Mayo. Impecable.
- Vista: pocas cosas deleitan más mi vista que presenciar un espectáculo de mapping. Más allá de las lecturas políticas y su utilización, esta tecnología de reflejo de imágenes sobre edificios históricos no deja de impactarme. Y el sábado, en Plaza de Mayo, no fue la excepción.
- Tacto: caminando por la peatonal de mi ciudad, me topé con un grupo de jóvenes –y no tanto- que, vestidos como los típicos “gauchos y chinas”, esperaban su turno para subir al escenario. Me acerqué a uno de los muchachos que llevaba un hermoso poncho marrón. “Es de alpaca”, me comentó mientras yo, curiosa, intentaba adivinar con qué lana estaba confeccionado con la pericia de mis dedos índice y pulgar. La lana de alpaca, entonces, es la textura elegida.
- Gusto: finalmente, voy a coronar este post con el sabor que acompañó mi almuerzo y el de mi familia el 25 de Mayo: el locro de mi mamá. Les dejo una foto, no sin antes aclarar que la olla está a medio llenar porque ya le habíamos hecho el honor, al menos, una vez cada uno:
¿Qué deleitó tus sentidos el 25 de Mayo? ¡Espero tus comentarios!