Encontrar el equilibrio entre dar protección y libertad a los hijos es, acaso, la tarea más difícil. Criarlos para que sean autónomos, por sobre todo de nosotros, los padres, es lo mejor que podemos darles: que sean libres de nuestra mirada; que no tengan nuestros ojos en su nuca en la toma de decisiones y elecciones. Si tengo que escribir desde lo que yo observo diariamente, digo que la sobreprotección es más discapacitante que la desprotección. Por supuesto que los dos caminos son negativos para el buen desarrollo de un niño. Pero si uno evalúa los efectos de uno y otro, el primero prepara menos para la vida. Cuando los padres, por sus miedos, por sus propias experiencias, están demasiado encima de sus hijos, estos tienen dificultad en desarrollar sus defensas, o sus propios criterios.
Perder a un ser querido:¿qué es un duelo?
Recordar es el mejor modo de olvidar. (Sigmund Freud)
Hoy vamos a hablar del duelo. Pensar este tema es tocar la cuestión del fin de la vida, cosa que no es muy placentera para nadie; pero bueno, tenemos que poder abrir estas temáticas pues -nos guste o no- son parte de esta experiencia de existir. A los psicólogos, a veces, nos tocan la puerta seres desgarrados por ese estado; personas a las que se les hace demasiado duro todo este asunto, gente que ha sido superada por ese dolor y pide una ayuda.
Hoy Intentaré explicarles qué es el duelo, qué veo yo en todo esto. Entonces: entendemos por duelo a la reacción emocional, yo diría casi física, que experimentamos ante la muerte de un ser amado. Aclaro que hay tipos diferentes de duelos, por separaciones, pérdidas de trabajo, de ideales; pero hoy voy a tomar únicamente aquellos en donde lo que se pone en juego es la muerte de un ser querido.
Violencia en las redes: una “masa ocupante” imparable
La violencia en las redes sociales se está convirtiendo en una suerte de “masa ocupante” tumoral, maligna, que genera una enorme fascinación y adhesión. Está transformándose en un ritual. Y cuando la violencia se ritualiza, toma forma de institución. Estamos frente un magma incandescente que arrasa con lo mejor de los hombres. La agresión, la violencia, atraen, producen un enorme magnetismo. La crueldad convoca: para muchas personas representa un campo de disfrute casi erótico consumir o sembrar la denigración del otro, la descalificación, el maltrato. Ustedes fíjense, por ejemplo, en Twitter: lo que más hace traccionar esa red son las contiendas entre personajes, los insultos o cualquier cosa en donde haya una dosis de crueldad y desprecio hacia algún otro.
En ese particular mundo, el virtual, en donde todos tenemos un “representante”, cualquier situación puede gatillar la violencia más insólita y comenzar a reproducirse y avanzar sobre el “tejido vivo” social: se encienden las mechas y arranca el contagio irrefrenable y más…y más y todos quieren aportar su grano de crueldad, de “actos” de envidia, de odio, de desprecio, sobre “la nueva víctima”. Y comienzan a desaparecer todas las formas de regulación que aporta el famoso “contrato social” del que tanto nos hablaba el amigo Jean Jacques Rousseau. Bueno, allí en lo virtual, en la euforia erótica del maltrato colectivo…vale todo. Que, ya es -insisto- casi un ritual y eso complejiza más el asunto. Y me quedo corto con la descripción dramática de la violencia que a veces veo en ese mundo.
El anonimato, la inexistencia del otro, de todos en realidad, da piedra libre para la búsqueda de la destrucción, porque, en las fantasías de cada agresor, el fin es la eliminación de ese otro, de ese enemigo: sólo la muerte alivia el “alma” de la persona tomada por el odio (siempre proyectivo) pues, eliminándolo, es que me exorcizo de mis miserias, colocadas en el otro vía mecanismo proyectivo.
El odio, aún más la envida (que son dos pasiones) son los sentimientos de los cuales más se alimenta esa “masa ocupante tumoral” que está copando la parada en el mundo virtual. La envidia es el sentimiento más oscuro y parasitario y vampírico que puede experimentar el ser humano. Nos consumen hermosa energía psíquica…y no nos aportan o dejan nada…de nada…bueno, me corrijo: aportan cierta satisfacción destructiva, cierto “alivio” cuando se descargan, pero a costa en empobrecernos como seres humanos. Destruir, atacar al otro, descalificar, da placer: ese es el punto. Por eso es tan difícil “extirpar” esa masa ocupante de las redes…y del mundo real también.
Si la crueldad no diera algún tipo de placer a los seres humanos, el mundo sería un lugar sin violencia. Podemos tener diferencias con mucha gente, incluso tener un profundo rechazo por ciertos personajes. Pero el asunto es la cobardía de, en todo caso, elegir el mundo virtual para expresar esas diferencias y, por supuesto, el modo en como uno las expresa.
Como cualquiera de ustedes, cierta vez respondí a alguna agresión, no lo cuestiono si es algo aislado y si uno no está “tomado” por el enojo (no podemos enojarnos de verdad con los agresores anónimos) pero no recomiendo hacerlo. Quien escribe, bloquea directamente, y jamás volví a responder un misil anónimo. Es gastar “pólvora en chimangos”…como dicen por ahí. Lo importante es que no nos tomemos realmente en serio todo lo que allí pasa, y que intentemos, cada día, aportar algo positivo a las redes: la mejor manera de hacer la paz y combatir la violencia, es usarlas para generar contenido que aporte: reflexiones, ideas, etc.
El mundo está complicado con el tema de la crueldad; negarlo es entrar en un optimismo ridículo, baldosa en la cual, al menos yo, no me puedo parar. Pero se puede ser alguien que critica y que construye y no que reproduce la locura. Entre todos, cada día, podemos hacer un mundo mejor. Con acciones, con ayuda a otros, tratando bien, comprometiéndonos con la paz, con las buenas formas. Ese es el mejor camino.
Los hijos: su prehistoria, la vida intrauterina
Finalmente, cierto día, vamos corriendo al sanatorio y -casi por arte de magia- “aparece” una nueva persona en el mundo. Un parto es un acontecimiento creacionista en el sentido duro del término. La mujer allí es “quien crea de la nada, un niño”. Dios es mujer digamos. Lo único en el mundo real, parecido a lo que sería “lo divino” se ve allí. Hablo de lo divino entendido en el sentido bíblico. Un parto es, más allá de la ciencia o de las religiones, un hecho imposible de metabolizar. Es “mucho” -en todo sentido- en un lapso muy corto: es algo traumático para todos los integrantes de la escena: para ese “ser” que “emerge” a la vida, para la madre, el padre; es una situación que destruye, “pulveriza” la razón, y nos mete en el imperio de la emoción más insimbolizable que se pueda vivir. Todos nos despersonalizamos un poco allí, en ese quirófano, bastante psicótico es el asunto. Así es: hay acontecimientos que son difíciles de simbolizar, esas experiencias híper intensas – como puede serlo el estado de enamoramiento, o la entrada a la sexualidad, el parto- son, a veces, las más interesantes. Lo inentendible, lo que no se puede hacer pasar por la maquinaria de palabras es, muchas veces, lo mejor de la vida.
Las vacaciones: reflexiones.
Irse de vacaciones es hacer una ruptura con las responsabilidades y las rutinas de la vida cotidiana. Es alejarse un poco de todas esas zonas de tensión que implican ciertos mundos a los cuales no nos queda otra que pertenecer. Todos tenemos rutinas, y no tiene por qué ser algo displacentero tenerlas; pero romper con ellas, es algo imprescindible para renovarse. Entregarse al ocio, poder funcionar con tiempos propios, y no con los que nos imponen las instituciones (trabajo, escuelas, clubes…lo que sea) es algo central. Lo más interesante del asunto, es que uno puede manejar el tiempo; pero bueno, no muchas personas logran ese acto de libertad. Simplemente no saben qué hacer con el ocio cuando “no tienen nada que hacer en él”. La falta de obligaciones angustia. Y esto es independiente de que uno use el ocio de manera más activa que otros. Continuar leyendo
Diciembre: balances
Diciembre es un mes en donde confluyen muchas cosas: el cansancio acumulado durante al año, las fiestas (siempre algo tensionantes), el cierre o finalización de muchas actividades, la planificación de las vacaciones, las reuniones. Es un mes en donde, en general, no tenemos demasiado tiempo para pensar. Sin embargo, casi naturalmente, todos hacemos algún tipo de balance. La vida es ciclos, como el día y la noche: el tiempo es una convención cultural, pero apropiarnos de él, planificarlo, es un arte necesario.
La sexualidad después de los hijos
Es una realidad observable, una cuestión que se escucha a diario, ya sea en pacientes individuales, en consultas de pareja o en los diferentes ámbitos por donde circulamos: sostener la pasión, el erotismo, con la venida de los hijos, se hace muchas veces difícil.
Para abrir el tema, me gustaría decir que no hay que alarmarse o sentirse en falta con uno, con la pareja: es algo que en mayor o menor medida, le ocurre a todo el mundo. La llegada de un hijo es un acontecimiento extraordinario, en el mejor de los casos ese niño viene desde hace meses ya en las fantasías de esos padres. Son momentos de mucha expectativa; de una espera que puede ser hermosa, pero también es tensionante y se acoplan montones de lógicos miedos; y ni hablar cuando la pareja es primeriza. No tengan ninguna duda: tener un hijo es un acontecimiento traumático, nacer también. Es un hecho tan, pero tan extraordinario y delirante, que supera ampliamente nuestra capacidad de metabolizarlo, de simbolizarlo. Es un tsunami de estímulos visuales, emocionales, racionales… todo en horas. Pero ocurre que hay traumas positivos y otros negativos. Entiendan “lo traumático” como aquel acontecimiento o situación que nos supera en la capacidad de procesarlos, no como sinónimo de algo negativo. Por ejemplo: la metamorfosis de la pubertad es un acontecimiento traumático, pero es parte de la evolución. Allí lo biológico, el cuerpo y sus transformaciones, van delante de la apropiación simbólica/emocional de ese suceso. Con un hijo es algo por el estilo, la escena (potente y desorganizante como lo es un parto) se presenta antes de que tengamos las herramientas para entenderla y digerirla… por eso “traumatiza” un poco. Nadie está preparado para esos partidos. Continuar leyendo
El amor, los ideales: la realidad
El amor existe, y se impone al odio y la crueldad de los seres humanos: el mundo sería un lugar siniestro sin esa fuerza que neutraliza lo peor de nosotros; pues así como tenemos la capacidad de amar, también podemos ser crueles, odiar, destruir. El mundo, y todo lo que ocurre en él, es una lucha permanente entre esas dos fuerzas; de cómo se equilibren entre sí, y de quien tome la delantera, está el destino de la humanidad y de cada uno de nosotros. Pues la fuerza del odio es muy grande: emerge fácil, de manera explosiva o planificada, y opaca todo el brillo de la vida. La historia de la humanidad y las noticias que escuchamos cada día lo demuestran.
Hago esta breve intro para hablar del amor de pareja, ustedes se preguntaran qué tiene que ver. Bueno, creo que es desde ahí, y desde lo que cada quien logre construir en ese plano, que arranca la resistencia a todo eso negativo que describíamos antes. Considero que el blindaje ante ciertas cosas espantosas que pasan, se construye apostando a estar “es estado de amor”, que es simplemente, estar y trabajar para él. No es una cosa hippie o espiritual lo que planteo, solo digo que es en esa dimensión donde tenemos que trabajar y pulir lo que somos, estar atentos a eso. Porque cuando amamos, cuando alguien nos ama, un destrato, una desatención, un maltrato, duele, angustia. A uno, al otro. Porque lo que uno observa es que es casualmente en el mundo del amor, en donde paradójicamente, muchas veces la gente se “autoriza” a sacar lo peor de sí. El vínculo ya está armado, va en piloto automático digamos, puede haber hijos, grandes proyectos o no, y es allí en donde (esas fuerzas destructivas de las que hablábamos antes) se empiezan a abrir camino y a degradar la vida amorosa.
Es que el amor angustia, el deseo del otro hacia uno, angustia y genera fobias de todo tipo, por eso, aguantar esos embates, nos da tanta sabiduría. En el amor la dimensión del trabajo existe; es traccionar, es proponer, proyectar, hacer. El amor es un sentir, pero también es fundamentalmente un hacer; es estar atentos a las emociones del otro, a las de uno. Vale decir: es una construcción cotidiana a partir de estar en un mismo campo emocional con alguien.
Hay decenas de maneras de ir erosionando y empobreciendo un vínculo amoroso: los celos, la violencia o ir dejando la sexualidad de lado. Son solo las formas más evidentes. Pero hay muchas más. Cuando en una pareja se va disolviendo la creatividad, los vínculos se empantanan. Muchas veces la monotonía (no las lindas rutinas) literalmente “agarran” a la pareja y lo llevan a un espacio de “sin sentido”, de vacío, de falta de proyectos y disfrutes cotidianos… Y empieza el aburrimiento, que deriva y saca lo peor de cada uno.
Queridos lectores, el amor es un universo de cosas, en donde esos amores ideales que nos plantean las películas o las frases hechas, ¡tienen que ver con la realidad, si claro! pero no es la constante. Y soy un convencido de que se puede lograr un amor profundo, sano, intenso y duradero, lo veo cada día en el consultorio, en la vida, por los lugares por donde circulo. Pero en el amor hay –también- sufrimiento, porque en ese estado del alma se actualiza nuestra historia.
Pretender que no haya malos entendidos, discusiones, enojos pasionales, o lo que sea, es querer navegar en un mas sin olas, sin viento, no es eso el amor. Muchas veces se tarda mucho en comprender profundamente que el amor ideal no existe, ni el hombre o la mujer ideal. Todos lo sabemos y lo decimos racionalmente, pero en algún núcleo de nuestro ser, el “otro ideal”, el “amor ideal”, existen…y si… “es que realmente existió”… en nuestra niñez.
Nuestros padres en un periodo de la vida fueron “eso ideal”, ese registro está en nuestro inconsciente, y nosotros –también de manera inconsciente- perseguimos ese estado en donde todo era ideal.
Muchas personas no alcanzan a amar y ser amados por eso, mucha gente se va quedando sola por qué no tolera la incompletud del amor, la del otro, y ante las primeras frustraciones, se rompen los vínculos, pues nada de la realidad, de las personas reales, alcanza o se acerca a ese ideal.
Los dificultades en el amor son el gran motivo de consulta, de alguna manera todos vienen sorprendidos.de “que el amor es un quilombo”. Todos esperábamos que, en ese plano, la cosa marche sin mayores problemas. Pero no es así. Yo creo que la clave es ponerse sistemáticamente en el lugar del otro: considero que es desde allí de donde se construyen los amores más sanos y de donde salen la conductas más acordes al mundo del amor. Vale decir: es a partir de hacer un esfuerzo cotidiano de debilitar nuestro narcisismo (hablo del narcisismo negativo, de ese que atenta contra los vínculos) que se construye el amor. Y de ser tolerantes y de saber negociar, ceder y aflojar, poniendo como estandarte el bien común o un valor más alto que nuestro propio orgullo. Tener grandeza es eso: es salir de la lógica de “o vos o yo”, del blanco sobre negro, nadie tiene la verdad en una discusión de pareja: puede ser que uno de los dos esté razonando mejor en relación a algo, pero es central no imponer esa razón y, en todo caso, tratar de que el otro entienda el fundamento y después ver, pero más en frío.
Hay una frase por ahí de Jacques Lacan que dice que “amar es dar lo que no se tiene a quien no es”. ¿Cómo entenderla? Simple: yo no tengo para darle al otro lo que ese otro cree que yo tengo, y viceversa. No tengo la espada de la felicidad, no soy la persona ideal que el otro cree que soy, no la puedo completar, no soy su media naranja…pero en esa ilusión, en esa fantasía, se sostiene el amor, y diría casi todas las cosas, por sobre todo el deseo, siempre insatisfecho, porque persigue y funciona desde las ilusiones.
El Colecho y el “HIJO BONSAI”
Por estos días la cuestión de compartir la cama con los padres (colecho) sigue generando mucha polémica. Los defensores de esta práctica entran al asunto con argumentaciones antropológicas, o culturales: el colecho -para este sector- es una práctica común en la India, en muchos otros países, en la historia de la humanidad, etc. También se menciona que el hombre primitivo compartía el lecho con sus progenitores. Otras argumentaciones se sostienen desde la famosa Teoría del Apego que, en su estructura, plantea cosas muy interesantes en relación a que un bebe, al nacer e ir desarrollándose -y desde una profunda desesperación por sobrevivir- se “pega” se “suelda” (en el territorio físico emocional) a ese progenitor o cuidador que le proporciona la seguridad afectiva indispensable para su buen desarrollo y su supervivencia: comida y amor, un lugar físico. Continuar leyendo
La acción como salida a los problemas
En nuestro país la psicología está por todos lados. Se presenta en televisión, revistas, diarios, internet. Todo esto tiene un costado muy positivo: la gente ya sabe que esa herramienta existe y que está comprobada su eficacia, que ayuda, que suma y que -muy a menudo- salva vidas humanas, muchas. Pero también, la excesiva presencia de la psicología o el psicoanálisis en nuestra sociedad ha generado algo curioso. Les cuento: la vez pasada yo le decía a una persona algo así: - vos has pasado por varios psicólogos y teorías; ya tenés una vastísima idea de los condicionamientos que te ha impuesto tu historia familiar. Ya sabes, en líneas generales, la subtrama de muchos de tus síntomas y angustias. También comprendiste a muchos de tus enemigos internos: es hora de empezar a vivir.