Por estos días estuvo en la escena pública el episodio de los dos pilotos y una reconocida vedette del medio. La escena ocurrida en la cabina puso a la sociedad en alarma, pues son situaciones que visibilizan el estado de anomia general que impera en nuestra sociedad. Ahora bien: este legítimo malestar social frente a ese “todo es posible”…se mezcla, esta vez, con profundas cuestiones que hacen a mi práctica cotidiana.
Los seres humanos atentamos contra nosotros mismos. Hay una tendencia destructiva que apunta a la aniquilación de nuestra especie. Las guerras, el poco cuidado del planeta, la violencia en cualquiera de sus formas, es hacia nosotros, siempre: en el fondo no hay enemigos, sólo fuerzas que se va anclando en diferentes odios o argumentos para desplegarse, pero el resultado final es siempre el mismo… “el hombre es el lobo del hombre”.
Entonces: en el territorio más individual, tenemos una tendencia masoquista, autodestructiva, ejecutamos acciones en contra nuestra. Es curioso, y puede ser paradójico para muchos, pero la realidad lo demuestra día a día. Gente que se destruye la salud con drogas, tabaco…comida…hasta morir o enfermar gravemente; personas que eligen y construyen vínculos no convenientes y enfermos; tipos que andan a trescientos kilómetros por hora en la panamericana; mujeres y hombres que tienen relaciones sexuales sin cuidarse; personas que el día del examen final para graduarse no van o se quedan dormidos; sujetos que salen a la ruta sin cinturón de seguridad; gente que escala montañas sin anclajes ni soga; personas con potencial que se autoimponen una vida limitada; individuos que muestran sus infidelidades para destruirlo todo…o los ludópatas… etc. La lista es larga, cosas grandes o pequeñas e inofensivas…pero es cotidiano: somos una lucha de fuerzas, una parte impulsiva, autodestructiva e inconsciente y otra más racional y erótica que intenta tomar la delantera. Conciencia, inconsciente, enemigos internos…núcleos sanos que se defienden…somos muy complejos.
Los cierto es que estos hombres fueron arrasados por los peor de sí. A ver: es claro que hay mujeres que generan tensiones eróticas y caudales de excitación sexual que pueden desorganizar psíquicamente a mucha gente, ese componente estuvo: cuando la sexualidad (la actitud sexual) de una dama está muy en 3D, muchas personas quedan devastadas en su capacidad de razonar, entran en estados casi hipnóticos, les bajan las defensas y aparece lo peor de sí. Yo creo que lo que ocurrió fue un verdadero autoatentado en los pilotos, incluso en la dama en cuestión. Estamos hablando de personas que lo perdieron todo, y con una profunda condena legal y social sobre sus espaldas, por nada, ¿por nada? ¿Por babosos? No: por su núcleo masoquista que se los llevó puestos. Todas las alarmas estaban encendidas, se estaba filmando; sabían que iban hacia un abismo: pero no pudieron frenar, se los tragó el enemigo interno. Es como esa persona que me decía cierta vez – “cuando tuve relaciones sin preservativo, y mientras estaba allí, sabía que era una potencial portadora…pero no pude frenar”.
Lo que vimos fue cómo tres personas se entregaban alegremente a perderlo todo. Es interesante como se camufla lo peor de nosotros, ¿verdad? Porque la chica también se jugaba mucho, y no pudo escuchar, entender, la complejidad de la situación.
Pero también está lo fálico, sí: muchos hombres, en su necesidad de afirmar su masculinidad, o de impresionar a una mujer -o incluso a otro hombre- pueden batirse a duelo y morir en un segundo. Y algo de eso ocurrió allí: los autos, los aviones, son símbolos fálicos, de potencia, de virilidad; son sustitutos hacia donde se desplaza la necesidad de potencia que siempre, en mayor o menor medida, tenemos todos los varones. El avión fue usado como sustituto directo de esa potencia; a ver: los tipos pasaron a buscar con la Ferrari a la chica para impresionarla, fue eso, sí, sí: lo que pasa es que en esa nube de excitación sexual…de depredación de todo lo simbólico que ordena el mundo…olvidaron que era un avión con pasajeros y que había riesgos. Si nos ponemos más agudos, podemos decir que allí se pulverizó el contrato social que regula las conductas entre los seres humanos.
Y así las cosas, yo sé que esto podría a haber derivado en una catástrofe, con muertos, con decenas de víctimas colaterales; con mucho dolor social. También es importante mencionar la cantidad de gente que tiene miedo, fobia a volar, y que con todo esto se angustia más aún y se fortalecen sus síntomas. Pero no ocurrió, por eso hago estos análisis, porque -sepan disculpar- no puedo dejar de ver a los tres tripulantes desde lo mío, desde mi perspectiva. Son acciones que pueden costar muy caro: si una persona en un enojo con su mujer, yendo en su auto, empieza a acelerar…se está exponiendo a matarse….es masoquista sí, pero, también, es sádico….pues está arrastrando a la muerte a otros. Pero, de todas maneras, considero que aquí, lo ocurrido, tiene predominantemente este componente masoquista, fue más contra ellos mismos que contra otros.
Todo fue una escena emblemática de cómo los seres humanos atentamos contra nosotros mismos y lo perdemos todo. Se han puesto a jugar alegremente a la ruleta rusa, la bala salió, no fue letal, pero fue un acto irreversible para ellos. La justicia tiene que accionar, el mundo funciona con un sistema de premios y castigos, pero, a mí, y en particular con la dama, me cabe una sanción del tipo probation, de trabajo social, de poner a otros como protagonistas, de obligatoriedad a una terapia…de dedicarse a otros, en serio, mucho: reparar desde allí, quizá eso cura y mejora a las personas con exceso de narcisismo, los saca del espejo. Realmente el caso de la dama en cuestión, la verdad, no puedo ver mucha responsabilidad, más allá de algunos aspectos de su personalidad le nublan la razón y la exponen (y exponen) a este tipo de cosas, como recién decíamos.
Hoy quería acercarles estas reflexiones, el episodio fue algo muy extraordinario, que merece que lo sigamos pensando.