Los que viajamos en subte nos aburrimos. Nos aburrimos y espiamos. ¿A qué jueguito juega aquel que aprieta botones con violencia tan concentrado? ¿Con quién discute aquella señora que está a los gritos en el otro vagón? En el subte hay historias, como en cualquier otro lugar. Pero en el subte nos apretamos y las historias se condensan: están en todos lados. Algunos eligen observarlas, y otros eligen sumergirse en historias ya escritas. Aquí, algunos retratos de los lectores subterráneos.