Vas directo al subte con el libro en la mano: Los detectives salvajes, El combustible espiritual o Crimen y Castigo. No importa cuál. El que estás leyendo. Estás enganchado y lo querés leer a pesar de cualquier obstáculo y aprovechando todos los instantes que el día te pueda ofrecer. Lo hojeaste mientras caminabas. Se te perdió el señalador. No te importa, lo querés leer.
Querés leerlo a pesar de tener que hacer malabarismo mientras sostenés el libro con una mano, y con la otra pagás el boleto. A pesar de que alguien te empuje, el libro caiga, te lo pisen y no te pidan disculpas. Querés leer. A pesar de haber cedido el asiento. A pesar de tener que usar la habilidad de un equilibrista para agarrarte de la manivela con una mano y sostener el libro con la otra, en un vagón que se mueve de acá para allá. Querés hacerlo aunque te marees, y aunque tu mochila sea para tu libro un lavarropas viejo que lo maltrata y deteriora todo el día.
Intentás subrayar esa frase que te gusta pero el movimiento te lo impide, y resaltás otra. Subrayar en el subte es una misión equivalente a enhebrar una aguja en el epicentro de un terremoto de siete puntos en la escala de Richter. O, al menos, así te sentís: impotente, a merced de circunstancias fuera de control.
Querés leer a pesar de estar expuesto a condiciones que nada tienen que ver con la tranquilidad que supondría hacerlo: al hacinamiento en hora pico; al psicópata distraído que te apoya; al chismoso que lee sobre tu hombro; al vendedor que te tira el chocolate en estado de descomposición encima del libro abierto; al músico que canta algún cover de los Rolling Stones; al que está todo transpirado y apunta su axila maloliente hacia tu cara. Querés leer a pesar de estar sentado frente al posible amor de tu vida. Querés leer sin importar cuánto tengas que soportar, cuántos obstáculos debas esquivar para continuar con la lectura.
Este blog se trata de eso. #LeerYEscibrirBA es un documento vivo sobre cómo todos nosotros, a pesar de todo, nos relacionamos con los libros y la literatura. Sobre cómo leemos y escribimos a pesar de la furia de la Ciudad. Al fin y al cabo, queremos eso, leer y escribir en Buenos Aires.
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