La contracara del pesimismo que predican ciertos futurólogos es el provecho que se le está sacando a las nuevas tecnologías. Este es el caso de los e-books: versiones digitales de libros que se descargan y leen mediante un e-reader, tablet o computadora personal. Si bien la utilización de estos dispositivos aún tiene una edad temprana, el acceso está en constante ampliación llegando a una fracción de la sociedad cada vez mayor. Pero, ¿reemplazarán al libro tradicional? ¿Estamos condenados a adaptarnos a esta nueva práctica de lectura? Para comprender mejor el fenómeno, #LeeryEscribirBA recolectó testimonios de varias personas que son habituales lectores electrónicos.
Sebastián está a pasos de recibirse de comunicólogo en la UBA y trabaja en publicidad on line. Comenzó a leer e-books porque tiene muchos libros y no tenía lugar para guardarlos. “Básicamente, sirve para ahorrar espacio y además hay mucho para descargar de la web, entonces ahorro dinero”, afirma. “En e-book leí Philip Dick, la bio de Steve Jobs, La caverna de las ideas de Jose Carlos Somoza, uno de Dan Brown, otro de Angélica Gorodischer, por nombrar algunos”. Confiesa que lee en todos lados: medios de transporte, en la cama y sentado en la mesa de su casa.
Martín tiene 25 años, es estudiante de historia y lee e-books porque le parece “una alternativa más económica y, en ciertas circunstancias, más funcional que el libro de papel”. “Permite acceder a infinidad de títulos que son bastante complicados de conseguir en papel”, sostiene, aunque la adaptación no es total: “todavía me sigue resultando más cómodo el método de subrayar y marcar con lápiz el papel”.
Mariano me invirtió la pregunta. Cuando le consulté por qué leía en e-book, él me contestó que “habría que preguntarse por qué alguien no lee en e-book”. Tiene 24 años, es periodista cultural y entre las bondades del dispositivo enumera: ”portabilidad; mayor oferta de libros, artículos y papers; costos; beneficio ecológico, si es que alguien piensa en eso.”
“Lo primero que me bajé fueron los cuentos completos de Poe. Lo último fue La cadena del desánimo de Pablo Katchadjian”, dijo Mariano, y continuó: “Todavía me pregunto cómo muchas editoriales importantes no tienen catálogos en e-book”.
Por otro lado hablamos con Gastón que tiene 29 años y es Ingeniero en Sistemas Informáticos. “Deseaba hace años leer libros que nunca encontraba en ninguna librería. Me pasaba con muchas novelas de sci-fi (ciencia ficción) o fantasía de autores menores, por así decirlo. Así empecé a usar e-readers”. Entre las comodidades destaca su practicidad: “Llevar una cantidad importante de libros en un aparatito ultra-liviano a cualquier lado, no tiene precio. Como pasó ya hace años con la música. Debo haber leído cerca de 60 libros con el reader”. “Los veranos siempre tengo mis lecturas playeras, y suelo leer bastante al sol. Leo mucho cuando viajo: micro, avión y en los lugares de destino”, agregó.
¿Se imaginan un mundo sin libros en papel? “No me lo puse a pensar. Puede ser viable pero creo en la coexistencia de los dos formatos”, sostuvo Mariano. Por su parte Sebastián dijo: “No, pero creo que hay espacio para ambos soportes”. Y Gastón afirmó: “No creo que pase, ni quiero que pase. Si bien leo mucho en el reader, todos los meses compro al menos un libro en papel. Tiene algo de romántico.”
Los mundos distópicos que suelen enunciar ciertos escritores y editores tienen que ver, quizás, con la falta de conocimiento sobre las posibilidades que brinda el e-book. Los entrevistados destacaron de forma unánime la importancia del libro en papel dado que creen que ambos soportes pueden ser complementarios.
“Creo que el e-book es una alternativa válida pero que todavía no se asentó lo suficiente como para disputarle la hegemonía de la lectura al libro tradicional”, advirtió Martín. Por ejemplo, Gastón se muestra entusiasta: “Creo que revivió bastante la lectura.”
Nuevos emprendimientos, incluso algunas de las antiguas editoriales que se han modernizado, brindan la posibilidad de una forma más barata, más rápida y menos espaciosa de almacenar libros. Aún no sabemos qué sucederá. Por el momento la descarga de e-books y la compra de aparatos electrónicos que se utilizan como e-readers han aumentado. Lo cierto es que es una herramienta que, indudablemente, promueve la lectura.