Todo jefe tiene el pito chico

#MadreFreelancer

 

Tengo un rudimentario conocimiento sobre marxismo que aprendí en unas pocas clases de Sociedad y Estado del CBC y en un seminario de Pablo Rieznik al que asistí por curiosidad. Recuerdo que en aquel momento, yo trabajaba en relación de dependencia (qué feo suena eso de “dependencia”) como administrativa part-time. Al entender el concepto de plusvalía, comencé a odiar a mi jefa,  la dueña del estudio. Calculadamente, se quedaba con parte del dinero que me correspondía como salario y lo hacía también con todos sus empleados. Ella se enriquecía y nosotros vendíamos demasiado barata nuestra fuerza de trabajo.

En el último trabajo que tuve en relación de dependencia, llegué a convertirme en una trabajadora sin conciencia de clase, hasta que un día, tuve una iluminación. Cobrar mensualmente  un sueldo relativamente bajo para bancar la cara bonita de mi jefe dejó de parecerme buen negocio ¿Quién era él para que yo le rindiera pleitesía? Encima se creía muy canchero por ser dueño de una agencia de publicidad y lo peor de todo es que Micropene (así le decíamos sus empleados en secreto) no tenía ningún tipo de formación, simplemente provenía de una familia acaudalada con muchos contactos.

Fue así como decidí lanzarme al freelanceo, sabiendo que si algún mes me faltaba laburo, pediría plata prestada. Nunca más me subyugaría a la mirada y al juicio de valor de un idiota durante cuarenta horas semanales por un salario miserable. Me parece absolutamente encomiable la actitud de mi generación que cada vez más se vuelca al monotributismo y se arriesga por un cachito más de libertad.

Todavía hago trabajos de redacción publicitaria, aunque me dedico más que nada a la realización audiovisual. Soy como una pequeña productora que se arma con otros freelancers por proyecto. Para trabajar con felicidad, lo hago siempre con amigos y con gente que tiene buena onda. Yo coordino las tareas generales, no existe un jefe porque el trabajo depende de todos por igual y todos asumen su responsabilidad. Qué mejor que una organización horizontal y solidaria para abandonar el vetusto paradigma del trabajo en relación de dependencia. Si bien podemos identificar el inicio del trabajo freelance con los sofistas en la antigüedad*, hoy los #freelancers nos convertimos en una clase para sí.

*Fuente: Twitter.