Frecuentemente me consultan cuánto tiempo se debería esperar una oportunidad en ascenso o promoción dentro de una empresa antes de empezar a mirar hacia afuera, sobre todo si en estas cuestiones no parece haber programas en funcionamiento.
Estamos hablando de personas que llevan un tiempo suficiente en la organización como para haber demostrado que están para más. Personalmente creo que el vértigo de estos tiempos no ha trastocado aún la secuencia primero demuestro – después me anoto. No necesariamente hablo de años.
Existen muchos factores personales que hacen que distintas personas tengan distintas urgencias. Sin embargo, me parece que no es razonable tener muchas expectativas si no se han producido vacantes. Tampoco, deberemos esperar a que todos nuestros pares hayan crecido, como para darnos cuenta que no se han fijado en nosotros.
Recomiendo conversar estas cuestiones con nuestros jefes, aunque ellos no hayan tomado la iniciativa, y hacerlo en un momento muy bien elegido. Hacerlo en momento álgido, de corridas y de urgencia no ayudará. Planifiquemos el momento y no esperemos a vomitarlo cuando ya no podamos mantenerlo dentro.
Podemos comenzar consultando por nuestro desempeño, cómo nos ven y qué aspectos tenemos para mejorar (a nadie le faltan). Es el momento de pedir las ayudas que necesitamos para poder desempeñarnos mejor. Hagamos un plan de mejoras y fijemos una charla a dos meses vista con nuestro jefe. Podemos dejar el mensaje de que no esperamos jubilarnos en la posición que ocupamos, que enriquecer nuestras carreras es sumamente importante para nosotros y que, obviamente, deseamos un futuro con más dinero en nuestros bolsillos.
Debería ser más sencillo de lo que parece, ¿o tienen experiencias diferentes?