Por: Mariana Chapotot
Nelson Mandela nació el 18 de julio de 1918, en Sudáfrica. Después de terminar la secundaria ingresó a la Universidad de Fort Hare, donde estudió la carrera de derecho.
Fue el primer presidente de Sudáfrica elegido en 1994, democráticamente a través del sufragio universal y gobernó hasta 1999.
En su juventud fue expulsado del colegio universitario por participar de una huelga, se trasladó a Johannesburgo y en 1944, ingresó al Congreso Nacional Africano, un partido en defensa de los derechos de la población negra.
En 1962 fue arrestado y condenado a cadena perpetua por sabotaje, además de otros cargos. Estuvo 27 años en la cárcel, la mayoría de los cuales los pasó en la prisión de Robben Island, ubicada frente a Ciudad del Cabo. El presidente Frederik de Klerk lo liberó en 1990 y en los meses siguientes ambos negociaron la eliminación del Apartheid, la que quedó derogada oficialmente en 1991.
La historia cuenta que “Madiba” estaba seguro de que el rugby iba más allá de ser un deporte, sino que también era la llave para unir un país. Faltando un año para el Mundial recibió al capitán de la selección sudafricana, Francois Pienaar, equipo que estaba compuesto solamente por hombres blancos.
La idea era que los hombres negros también puedan identificarse con este equipo, aunque se negaban rotundamente. El día de la final, cuando Sudáfrica debía medirse ante Nueva Zelanda, decidió llamar al presidente de la Federación para que le llevara una camiseta de color verde, el color de la opresión blanca. Y que tuviera el número 6, el del capitán, Pienaar.
Mandela se colocó la camiseta y saludó uno por uno a los jugadores. Los Springboks fueron los vencedores y los blancos junto con los negros se unieron en un festejo tras recibir la Copa que simbolizó, nada más ni nada menos, el final del Apartheid. Por estos días la selección sudafricana ya no distingue razas ya que su camiseta la visten también negros.
En la actualidad, Mandela se encuentra internado en grave estado por una infección pulmonar, que mantiene en vilo a varias naciones, rezando por su pronta recuperación.
Lo cierto es que a sus 94 años, quien fuera elegido Premio Nobel de La Paz y logrado un sinfín de condecoraciones, lucha por su vida.
Sin dudas, un líder nato que ha conseguido transformar el mundo con sus actos. Y que se recordará por siempre, no sólo en la política, sino también en el rugby.