¿Vacaciones felices?

#SaludMental

Llegaron las tan esperadas vacaciones. Antes de emprender el viaje suelen plantearse anhelos: que estaremos felices, se reunirá la familiar, se reconciliará la pareja, se podrá por fin descansar, divertirse etc. Esto está muy bien en cierta medida, pero ocurre que cuando estos deseos son exagerados y alejados de la posibilidad de concretarlos se produce una idealización. Lo que sigue a esto es el percatarse que entre lo anhelado y la realización hay una distancia muy grande y así surge una sensación de impotencia y frustración. En este post hablaremos de un fenómeno bastante frecuente en nuestra sociedad acerca de cómo el período de “licencia ordinaria” para muchos trae angustia y malestar.

Dos fenómenos

Voy a dividir arbitrariamente dos posibilidades extremas que suelen manifestarse en algunas personas y ambas conflictivas: 1) Desconectarse de los otros: el aislado 2) Estar demasiado enchufado: el organizador

1) El aislado

Lo que se pone en evidencia aquí es la dificultad de cortar con la rutina diaria, sea laboral o de otra índole, la mente permanece relacionada con las actividades que hace habitualmente, esto conlleva un precio y es que se desconectan en las vacaciones de la relación con los otros, muchas veces por la incertidumbre respecto a qué ocurre en su trabajo mientras ellos no están o puede que se consideren imprescindibles y que “nadie puede hacer las cosas como ellos”

Por supuesto que la accesibilidad de las comunicaciones vía internet favorece este ritmo y se los puede ver consultando cada 5 minutos la casilla de emails, el twitter ó manteniendo videoconferencias para estar en todo. Pero cómo siempre algo se pierde…se pierden de disfrutar de la compañía y el contacto con los otros.

2) El organizador

En estos casos logran desenchufarse en cierta medida de las actividades que realizan durante el año pero el ritmo cotidiano de acelere es transferido a las vacaciones.

Ejemplo: desde el armado de las valijas, el listado de todo lo necesario, los trámites del auto, la organización previa de excursiones, paseos, visitas, salidas, deportes etc., arrastrando a toda la familia a esa velocidad, decididos a calcular todos los detalles del viaje para ocupar la agenda vacacional sin agujeros. Entonces acá lo que se pierde es la espontaneidad y el descanso.

Entre estos 2 hay  infinitas posibilidades, es algo muy singular de cada uno. En cualquier caso lo que se escucha es un hastío personal y familiar.

 

¿Se pueden dar tips generales para solucionar conflictos singulares?

Para quienes en comentarios de otros post piden consejos generales o tips lo que puedo decir es que es poco profesional brindar soluciones igual para todos porque cada caso es particular y cada sujeto merece una atención singular. Sería idealizar pretender encontrar alivio a los problemas a través de la lectura de un post y si eso ocurre la realidad es que no dura en el tiempo y retorna el malestar.

Sí me parece importante informar acerca de diversas manifestaciones de la subjetividad de la época que puedan llevar a alguien a preguntarse acerca del propio malestar y así propiciar un cambio que no es mágico sino fruto de un trabajo.

 

¿Sirven las vacaciones para resolver conflictos?

Proyectar en las vacaciones con el fin de resolver conflictos personales, familiares o de pareja pueden llevar a dos situaciones que son dos caras de la misma moneda, o bien las personas retornan renovadas, ilusionadas con que el cambio se logró, ilusión que suele durar poco, o bien se hacen más evidentes los conflictos complicando más las cosas.

Mi punto de vista es que las vacaciones no sirven para resolver conflictos.

Llegar sobrecargado, al límite a esta instancia y sumarle a eso la ilusión de que todo cambie lleva al fracaso. Si algo es motivo de preocupación, conflicto, discusión etc. debe sea tratado en lo cotidiana o solicitar ayuda profesional si no se vislumbran soluciones, es decir poder salir de vacaciones ya ligeros de equipaje, para luego sí poder disfrutar.

Proberbio Oriental

“… Para que bebas vino en una taza llena de té, primero es necesario extraer el té para entonces, beber el vino…”

 

Marisa Fenochio

mfenochio@yahoo.com.ar