Por: Noelia Schulz
Si sos mamá primeriza probablemente tu referencia al sueño infantil más cercana sea una publicidad de pañales. ¡Noches felices!, ¡12 horas de sueño sequito!, ¡Mañanas con más sonrisas! y otros tantos eslóganes diviiiiinos que se cuelan en nuestros cerebros durante años sin que lo notemos.
¿Y qué pasa cuando tenemos al bebé real en nuestros brazos? ¿Qué pasa cuando ese bebé real no se parece en nada al bebé sonriente de los pañales? ¿¿¿A quién denunciamos esta tremenda estafa??? Porque el bebé publicitario duerme SOLITO en su cuna, nada más y nada menos que 12 horas (Dios me libre, ¿¡12 horas!?), y se despierta a pura risa.
Pero cualquier parecido con la realidad es pura… CASUALIDAD.
Los bebés reales quieren brazos, se despiertan, lloran. Padecen el famoso “síndrome de la cuna con pinchos” (una forma elegante de decir que no quieren ver ni en figurita a la famosa cuna). La mayoría no quiere dormir solo.
Y esto desnuda lo poco que sabemos de los ciclos de sueño y de las necesidades de un recién nacido. De sus tiempos (o falta de ellos). Es más común oír fábulas de todo tipo que la verdad. La verdad que nadie dice. Que los bebés tienen un sueño muy diferente al nuestro. Y que eso es agotador. Pero la falsa creencia de que esto es un problema nos lleva a sentirnos inadecuadas, a sufrir más de la cuenta y a probar métodos de adiestramiento innecesarios y muchas veces contraproducentes.
Los bebés tienen etapas, y no todas son iguales. Algunos duermen muy mal al comienzo y mejor después. Algunos se despiertan 1 vez y otros 10. Otros empiezan a dormir entrecortado a partir de los 8 meses o más.
Lo que es seguro es que siempre que llovió paró. ¡Y qué alivio es volver a dormir toda la noche! Les aseguro que una recupera la cordura, la compostura y hasta esa neurona que creíamos perdida.
Por lo pronto yo le digo a los señores publicistas: sus comerciales de pañales no aportan a nuestra salud mental maternal
¡Buen viernes para todas!