Por: Noelia Schulz
Confirmado. Cuando te convertís en madre te convertís en blanco favorito de los opinólogos. ¿Los conocen?
Vamos a definir la opinología como el arte de emitir juicios y consejos en forma continua e indiscriminada (especialmente hacia madres primerizas que cargan bebés o niños pequeños), sin haber sido los mismos solicitados en forma alguna (destaquemos ALGUNA). No sé si han visto que circulan por Facebook varios carteles que hacen un poco de humor sobre este tema.
Tipos de opinólogos hay muchos. Hoy nos vamos a ocupar de los que se escudan tras lo que llamaremos la “voz en off”.
¿Que qué es la voz en off? Seguro la conocen. Seguro. Un ejemplo. Una madre camina por Lavalle con su hijo de 2 años en brazos y, de pronto, comienza a escuchar voces. No, no en su cabeza (por suerte). No es que vea gente muerta ni escuche voces del más allá. Más bien escucha la voz de una señora que, al pasar y como quien no quiere la cosa, le lanza un “ese nene está muy grande para ir a upa”. Así, de la nada, desde las tinieblas, desde el anonimato, desde las profundidades del más espantoso mal humor.
La caminata sigue, pasan los minutos y la voz en off reaparece. Esta vez es masculina. “Ay, la espalda, ¡cómo te va a quedar!”, dice la voz con sarcasmo y notoria reprobación. Nadie visible. ¿Quién lo habrá dicho? ¿El señor sería osteópata, kinesiólogo, masajista, traumatólogo, acupunturista, vidente? Lástima que nunca lo sabremos ni podremos decirle “disculpe Usted, amable ciudadano, pero desconocía su autoridad y sapiencia respecto del tema. Gracias por preocuparse por mi salud.” O alguna otra frase más apropiada. Quizá.
Otro recurso muy usado por este tipo de opinólogos es la “voz del bebé”. Herramienta de la cual harán uso y abuso mientras el niño en cuestión aun no se exprese con palabras. La voz del bebé es algo como esto: el cuñado del amigo de tu padrino comparte eventualmente un asado familiar. Vas con tu bebé de 3 meses. Este señor -sin duda alguna- considera que con 3 meses ese chico ya debería comer, que lo sobreprotegés y que antes los bebés a esa edad ya tomaban vino rebajado con soda y crecían fuertes y sanos. Como tiene poca confianza (o cree que es graciosísimo) espera que te sirvan el plato para comenzar su monólogo. “Ay, mamá, dame asado. ¡Mirá cómo miro los chorizos! Me matás de hambre”. Todo en un tono agudo y pseudo-chistoso que, para colmo, cosecha aliados y risotadas. Pero a vos, que dormís entrecortado y no tenés tiempo ni para respirar, este acting te hace menos gracia que agarrarte los dedos con la puerta.
La voz del bebé se da tanto en reuniones familiares como en transportes públicos, comercios, consultorios o en la puerta misma de tu departamento. Ninguna de nosotras está exenta de oír “mamá tengo calor” en pleno invierno, con 0 grados, cuando salimos a la calle con la criatura cual Maggie Simpson en la nieve. Y en realidad será algo parecido a “mamá teno caló”, porque no olvidemos que el susodicho opinólogo del momento intenta imitar una voz infantil.
Los opinólogos están a la orden del día y trascienden las fronteras. Pero ya saben: a palabras necias oídos sordos. Seguiremos clasificando opinólogos, mientras tanto, las leo. ¿Tuvieron alguna experiencia similar a éstas?