Dios creador y padre, hoy te pido abraces a Francisco, tu representante en la Tierra, nuestro Papa.
En ese abrazo podrá sentir la fuerza que necesita para cumplir con la ardua tarea que le encomendaste.
Hoy rezo para que él pueda aceptar sus momentos de incertidumbre,
sus dudas en las tomas de decisiones, su cansancio de largas y complejas luchas.
Para que se comprenda un ser humano
con las limitaciones y debilidades propias de nuestra especie.
Pero hoy rezo para que nada de esto detenga sus ganas de refugiarse en vos, su Padre.
Para que nunca deje de encontrar allí, en tu abrazo, su horizonte, su paz, la tranquilidad.
De sentir allí, refugiado en tu abrazo, el permiso de cerrar por un momento sus ojos,
de suspirar, de flaquear.
Pero que también sienta tu palmada en la espalda
que lo impulse y anime a erguirse nuevamente para seguir adelante.
Que caminando por la vida espiritual de cada uno de nosotros
logre ser semilla fecunda
para poder transformarnos en mejores personas
y de esta manera todos seamos parte
de un mundo que busque el bien común.
Amén