Te amo.
Atrévase a fingir
¡Hola! Bienvenidos a “Atrévase a fingir”, el primer programa lleno de premios que nunca ganará y con prendas que deberá cumplir aunque no le dé la gana. ¿Por qué? Porque como en la TV a nadie le gusta ver gente solitaria y triste, vamos a llenar su vacío existencial con regalos que no le darán ni un gramo de felicidad. ¡Vuelva su pesadilla realidad y atrévase a fingir que todo está bien como si a alguien le importara! ¡Recibamos con un fuerte aplauso a nuestro primer (pero no único) participante!
La última chance
Cuando corté el teléfono sentí que se me venía el mundo abajo. Ese último “Chau”, era la frase final de una historia que le había dado sentido a muchas noches de insomnio. Porque pensaba que la había encontrado, que la búsqueda implacable había dado, por fin, su rédito tan deseado. Pero no, al cortarme el teléfono me lanzó al olvido una vez más. El gordo pasó por casa y salimos a recorrer el barrio. Me preguntó por qué estaba mal y yo le conté que acababa de terminar con esa chica de la que tanto le venía hablando. Que no podía entender cómo había pasado, pero que me cabía igual. Y, entonces, mi amigo me miró a los ojos y, con esa honestidad brutal que tiene la gente que te conoce en carne viva, me dijo: “¿Cuándo vas a hacer algo en tu vida sin pensar?”.
El arte de stalkear
Stalkear es seguir todos los movimientos que lleva adelante una persona de nuestro interés en el mundo digital. Es casi un superpoder que nos permite descubrir todas las huellas, algunas visibles, otras veces minúsculas, que deja aquel sujeto que nos atrae en el universo binario. Una suerte de sexto sentido que nos avisa cuando las cosas no están funcionando como quisiéramos y que es capaz de advertirnos si fuimos o no los elegidos para ocupar el papel que tanto deseamos en la vida de ese otro que nos llena de murciélagos el esternón (se decía así, ¿no?). ¿Pero acaso son estos rastros pruebas fehacientes de lo que en verdad le sucede a ese ser especial para con nosotros? Eso no nos importa, lo que vale es la obsesión.
Dos caras
Él quedó detonado después del asado con fernet que preparó para el cumple del negro. Ella invita a sus amigas al depto para comer una picadita. Él putea porque no le tocó el as que le faltaba para quedarse con toda la guita. Ella tiene bronca porque se le corrió la media nueva y ahora no le queda otra que pasar frío. Él se mete en el Face desde el celu a ver si pica alguna. Ella lo ve conectado y decide hablarle por primera vez. Él aprieta la pantalla con dedos doloridos de tanto chamuyo. Ella le dice que está aburrida y con una amiga. Él le pide al gordo que no lo deje tirado. Ella lo espera en el boliche en una hora. Él le dice a los pibes que “la parte en veinticinco”. Ella les dice a las chicas que es “re copado”. Él no lo puede creer. Ella está re contenta. Y esa noche se encuentran las dos caras de una misma moneda.
Excusas
Que querés irte. Volvé.
Que la distancia. Vení.
Que no es el momento. Encontralo.
Que odiás tu trabajo. Renunciá.
Que apareció tu ex. Cortale.
Que te tenés que mudar. Acomodate.
Que rendís un parcial. Estudiá.
Que no bancás a tus viejos. Independizate.
Que estás triste. Reí.
Que no te gusta. Dejá.
Que Dios te castiga. Pecá.
Que tenés un secreto. Confesá.
Que no sabés qué hacer. Decidí.
Que te arrepentís. Aceptá.
Que te da culpa. Elegí.
Que restás. Sumá.
Que te aburrís. Divertite.
Que estás cansada. Dormí.
Que nada te conmueve. Creá.
Que te falta experiencia. Crecé.
Que sentís angustia. Llorá.
Que estás herida. Saná.
Que te duele. Sufrí.
Que sos esclava. Liberate.
Que el encierro. Salí.
Que estás condenada. Apelá.
Que te persigue. Huí.
Que te atrapa. Escapá.
Que estás detenida. Avanzá.
Que no estás conforme. Cambiá.
Que te traicionaron. Perdoná.
Que no se borra. Olvidá.
Que todo es oscuro. Brillá.
Que estás enferma. Curate.
Que sentís miedo. Enfrentalo.
Que todo es una pesadilla. Soñá.
Que no podés. Intentalo.
Que estás en un pozo. Volá.
Que querés jugar. Apostá.
Que odiás perder. Ganá.
Que tenés bronca. Puteá.
Que te quedaste muda. Gritá.
Que no te pasa lo mismo. Dejá.
Que necesitás. Pedí.
Que sentís morir. Viví.
Que querés ser feliz. Amá.
Pero no me vengas con excusas, por favor.
¡Bingo!
Realmente no entiendo a esos tipos que dicen tener suerte con las mujeres cuando salen con un montón de minas. Para mí, tener suerte con las mujeres es tener suerte con una, con la definitiva, con la cual uno se da cuenta que no necesita seguir buscando más. Por eso, alguna vez pensé que lo mejor sería encontrar a una chica igual a mí. O sea que tuviera mis mismos gustos, que pensase parecido, que escuchase la misma música, que leyera los mismos libros, que viese las mismas películas, en fin, una chica a quien, con una simple mirada, pudiese entender de pies a cabeza sin tener que preocuparme porque dijese o hiciera algo fuera de mis expectativas. Porque recuerdo que pensé… ¿qué mejor que estar con uno mismo pero con otra persona?
La gota
Lagotasuenalagotaotravezlagotasiemprelamismagotatiquitiquitiquilagotajustoahora
quemeestabapordormirsobreestaalmohadaquetieneoloraellaquetienesuperfumeporqué
nocambiélaalmohadaquéboludoylagotaquesuenaenelbañoquenodejadesonaryqueno
medejadormirperoyoséquenoeslagotayobienadentroséquenoeslagotalaquenomedeja
La yunta
Cuando se ponen de novios muchos amigos desaparecen. Para algunos, este proceso se toma a la ligera, como algo común y silvestre que se da en la vida de todos los hombres en algún momento de su existencia. Sin embargo, quienes estamos solos sentimos esas pérdidas profundamente. Estas situaciones siempre me dejan pensando qué voy a hacer yo cuando formalice una relación con una chica. ¿Desapareceré para siempre sometiéndome a la exclusiva compañía de mi pareja? ¿O encontraré el equilibrio, accederé a los permisos necesarios, invertiré mi energía en conservar mi grupo de amigos? La verdad que no lo sé, pero, por lo pronto, de los amigos que se ponen en algo serio con alguien pude observar algunas cosas que me llamaron la atención.
Dragones
Tenemos miedos. Muchos. Miedos que nos enceguecen, que nos paralizan, que nos hacen pensar que no vale la pena intentar ser feliz. Convivir con esos miedos es, quizás, el trabajo más arduo de nuestras vidas. Porque el miedo se presenta todos los días, es el enemigo más porfiado e insistente, más cruel y sanguinario, más feroz y fatal. El miedo es miedo a lo desconocido, porque el temor a ser dañados por aquello que nunca creímos capaz es lo que nos hace sentir más vulnerables. Le tenemos miedo al abandono de quien más necesitamos, a la traición del lobo con piel de cordero, a la violencia de ese monstruo agazapado en la oscuridad. Pero al miedo solamente lo vence la valentía, y no hay nada en este mundo que nos dé más valor que el amor. Porque el amor te transforma en un caballero medieval, te protege con una armadura que parece indestructible y te infla el pecho haciéndote capaz de enfrentarte a lo que sea por conseguirlo. Porque por amor uno termina haciendo cosas que nunca jamás imaginó.