Diablos dormidos

#SoySolo

Estamos solos y es de noche. Al principio te negás, te resistís, te volvés esquiva, pero no me detenés. Giramos sobre nosotros mismos como un tornado que arrasa con todo lo que encuentra a su paso. Escapás y yo, porfiado, decidido, desbocado, te vuelvo a encontrar. Indicás el rumbo y yo me pierdo cegado. Me arañás la espalda y me pedís al oído que te hiera un poquito más. Seremos dos. Seremos uno. Seremos el mundo entero. Porque nada nos importa ya.

Te embisto salvajemente, te atropello una y otra vez. Quiero verte perder el pudor una vez más. El juego estático de seducción se transforma en el encuentro de dos fieras sometidas a sus instintos. Groseros y vulgares de a ratos, delicados y cuidadosos al final, la entrega es absoluta. Nos probamos hambrientos, sin frenos, con una desesperación voraz. El calor del deseo nos une, el perfume de la pasión nos hace volar. Ya no vale abandonar. No podemos, no queremos. Esto se transformó en una obsesión sin igual.

Nos exploramos con curiosidad desfachatada. Se derriten nuestras corazas. La lengua aterciopelada recorre el cuello infinito. Los cuerpos como mosaicos desordenados parecen desarmarse. Adivino tus caminos en la oscuridad. Contamos juntos un cuento que tiene su principio, su nudo, su clímax, su final. Nuestros pulsos se sincronizan. El goce a pasos del dolor. Un esfuerzo que tiene su recompensa cuando tu secreto se revela incontenible. Yo río por la tranquilidad del deber cumplido. Tus ojos entrecerrados, burbujeantes, fugitivos agradecen. Ahora me toca a mí.

El ritmo agitado se paraliza. Se tensan los músculos. La cara se retuerce en una mueca de placer animal. El vientre se parte. El cuerpo desnudo es un retazo de belleza inabordable. Rocío de sudor como el vestido más elegante. Muerdo el labio y el mundo se detiene un instante. Piel con piel estallamos como cristales. El tiempo pasa más lento y todo se vuelve efímero a la vez. Gritos ahogados, primitivos. Un poco de mí en vos, un poco de vos en mí y el deseo nos hace eternos un instante.

Un rayo de sol se filtra por la ventana. Está amaneciendo. Me abrazás y yo, por vez primera, cierro los ojos para siempre. La batalla terminó. Fuimos fuego, ahora brasas. Estamos agotados, rendidos, extinguidos.

Somos diablos dormidos.