Por: Marcos Stupenengo
La comunidad de Newtown, en Connecticut, está desconsolada y vestida de luto, con banderas a media asta y con el dolor en el rostro de sus habitantes.
Nadie habla de la masacre de 20 niños a manos de un joven identificado como Adam Lanza, pero casi todo el mundo deja flores y deja caer alguna lagrima.
La policía sigue investigando los motivos que llevaron a un joven de 20 años a cometer tan atroz crimen que enluta a todo un país.
Aquí en Newtown, cientos de medios de comunicación buscan información, pero realmente es poco lo que se puede decir, el dolor y la tristeza de los habitantes lo dice todo.
La gente de afuera, de otros pueblos y ciudades vecinas siguen llegando para expresar sus muestras de dolor y dejar su mensaje de apoyo.
Con una ciudad tomada literalmente por la policía y los periodistas olvidar lo ocurrido no es tarea fácil. Los padres de los sobrevivientes intenta reconducir sus vidas a la normalidad . Una normalidad desquebrajada en dos el pasado viernes.Cada cuál en Newtown afronta lo ocurrido en la escuela como puede. Con oraciones, con cánticos, en silencio, solos o acompañados.
Entre tanto se suceden los homenajes y los gestos hacia las víctimas. Entre ellos el efectuado por el padre del tirador, que mediante un comunicado dijo que “la familia está tratando de entender” el porqué de la matanza.
Los residentes de Newtown, quienes dicen haber conocido a los Lanza, hablan de personas tranquilas y sin comportamientos fuera de lo ordinario.
La escuela Sandy Hook educa a unos 600 niños en edades de 5 a 10 años, desde jardín de infantes hasta el cuarto grado escolar.