¡Oh, sí! Existe el cielo

#Urbanitas

Algo le está pasando a la Ciudad de México a comienzos de año: sus amaneceres son poderosamente brillantes, llenos de esperanza, rojos, amarillos, como si buscaran despertar de algún sueño profundo a sus habitantes, que se han olvidado de que tienen cielo. O es eso o es que ahora me he mudado a un departamento que tiene vistas que dan a los despertares y atardeceres, lo cual es un lujo para los individuos que se desplazan a una velocidad mental enfurecida que deja de lado todos los pequeños detalles de que se compone la vida. El Distrito Federal, capital política-económica y social de México, tiene una superficie de 148,655.32 hectáreas, de las cuales 65182 son de suelo urbano y 88473, suelo de conservación. De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2010 en esta megalópolis hay 8,851080 habitantes que generan el 18% del Producto Interno Bruto (PIB) del país. Carlos Monsiváis por eso decía que la Neo Gran Tenochtitlan es el espacio donde lo imposible sería que no hubiera gente en cualquier lado, es lo que sobra, te subes al Metro y está tan lleno que los chilangos (así se les llama a los pobladores de este metaciudad) han aprendido a ser contorsionistas y hacerse lo más delgados posible para que quepan más en 20 centímetros cuadrados. Lo mismo pasa en los camiones de transporte público, pero se encuentran tan concentrados a nivel piso que han olvidado voltear hacia arriba para observar un fenómeno natural y cotidiano siempre presente: el cielo.