La navidad es uno de los festejos paganos adoptados por el cristianismo, pero más allá del contexto histórico, representa el día del año en que muchos proponemos conectar con la magia y el misterio del espíritu humano más benevolente y caritativo, o al menos eso intentamos.
En esta entrada corta dentro de unas mini vacaciones pretendo apelar a la buena voluntad que yace implícita en cada hombre, mujer y niño de este planeta. Mucho se nos dice que la “naturaleza humana” es nefasta y destructiva, que vamos sin pausa y con prisa rumbo a la catástrofe más perversa, que no merecemos la iluminación ni la paciencia y menos vivir en una armonía que, es verdad, casi todo el tiempo parecemos desechar. Pero cuando veo un niño jugando con tierra, un adulto ayudando a otro por el solo hecho de colaborar con quien lo necesita, cuando veo que el entusiasmo es capaz de conectarnos con algo superior y cambiar una y mil vidas a fuerza de vocación, esfuerzo y buena voluntad… no puedo menos que emocionarme y sentir que de a poco, muchos más somos los que nos estamos uniendo.
Solo es necesario soltar el lastre, dejar lo oscuro y sentirse más liviano, mirar al cielo y comprender que este enorme sinsentido al que vinimos a dar es –también- la oportunidad de hacer algo por alguien más. Abraza a quien te acompañe esta noche y si es que la navidad te alcanza en soledad no pienses ni por un instante que nada vale la pena o que no hay nada ni nadie allí. Tu existencia es parte de un universo que vive y respira a cada instante, cada árbol, animal, insecto y vuelco en la brisa son parte de una energía que esta más allá de una situación eventual y momentánea. Deja ir hoy la tristeza o el recuerdo innecesario y conecta con lo que te rodea, con la naturaleza y lo elemental.
Desnuda el alma al misterio de la humanidad, esta noche el espíritu navideño –lo mereces- será tu realidad.
Como siempre digo: levanta la mirada y enfoca las estrellas. Feliz noche buena y feliz navidad.
Fernando Silva Hildebrandt.