OVNIS: “Eran nuestros” dice la CIA

#CienciayMisterios

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Mucho, muchísimo se ha hablado del encubrimiento OVNI perpetrado por los gobiernos de grandes potencias (y no tanto) a lo largo de los años. Esta semana, la CIA se adjudica los eventos de objetos voladores no identificados entre 1950 y 1960. “Eran nuestros”, dicen sin rubor, abriendo un nuevo capítulo de una disputa que ya roza los setenta años.

En cierto momento de la historia, tanto la Armada como la Fuerza Aérea de Estados Unidos condujeron proyectos de investigación acerca de los OVNIs. Los resultados (los que nunca vieron la luz) eran contundentes: no parecen hostiles, son inteligentes y vienen de otros mundos. Sin embargo, en cierto momento se decidió que el tema debía mantenerse en secreto y luego, incluso, reforzar esto ridiculizando a testigos y defensores de la temática. En este contexto el NICAP (siglas en inglés para el Comité Nacional de Investigación de Fenómenos Aéreos), libró una batalla por la desclasificación que casi gana la pulseada… hasta que llegó la CIA.

Según el Mayor Donald E. Keyhoe, ex piloto de la Marina americana, este paréntesis comenzó en abril de 1952 cuando el Secretario de Armada estadounidense Dan Kimball, elevó un informe acerca de dos “discos voladores” que se acercaron a su avión oficial en pleno vuelo. Al llegar a Washington preguntó acerca de las medidas que se estaban tomando acerca de estos aparatos y se encontró con un silencio seco. En su famoso libro “Los desconocidos del espacio”, Keyhoe nos cuenta que fue la gente de la CIA quienes se encargaron de tomar por las astas lo que consideraban un asunto de “seguridad nacional”. Que en realidad parecía tratarse de algo tan complejo como cumplir el viejo objetivo de echar mano a uno de estos “platillos volantes” y hacerse así de tecnología de avanzada.

Algunos dicen que, eventualmente, lo lograron. Otros, consideran esto como parte de las teorías más conspirativas en la mesa. Lo cierto es que siendo parte del NICAP, el Mayor dedicó buena parte de su tiempo entre las décadas de los 50’s y 60’s a desentrañar la maraña de complicaciones políticas que significaba una desclasificación real y absoluta de los documentos relacionados a los no identificados. De ese trabajo se desprende el libro anteriormente citado, mismo que no solo revela ya en 1973 algunos temas que siguen hoy siendo “debate” por parte de muchos ufólogos, sino que presenta con nombres y apellidos a protagonistas tan dispares como militares, científicos abocados al desarrollo de tecnologías de punta y agentes de la famosa Agencia Central de Información.

Los esfuerzos de grupos y particulares por romper el cerrojo oficial no solo no funcionaron sino que dieron vuelo al plan de ridiculizar a los testigos e investigadores (civiles y militares). Esto funcionó tan bien que hasta hoy en día uno mismo piensa si no será tomado por “alcohólico o loco” al momento de decidir compartir una experiencia personal con el tema OVNI.

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EL CAPÍTULO DE LA ADJUDICACIÓN

Parece increíble, pero la CIA se adjudica los casos OVNI dentro de esa franja de tiempo. No uno, sino varios de los atestiguados por militares en esos años, hablan de vehículos capaces de moverse –y soportar– velocidades de hasta 29.000km/h. Esto, sin contar otros miles de detalles, escapa completamente al desarrollo tecnológico de la época, y el actual. Si un moderno F22 puede alcanzar los 2400km/h estamos hablando de detecciones en radar de uno vaya a saber qué cosa… o claro, quizás verdaderos objetos voladores foráneos. Es posible que muchos avistamientos y casos correspondan a prototipos de nuevos aviones y armamentos pero también resulta innegable la presencia y existencia de artefactos que no solo escapan a lo convencional, sino que fueron perseguidos (también en aquellos años) con el objetivo de hacerse de tecnología extraterrestre. Nombres y apellidos, casos documentados en varios continentes, técnicos azorados y hasta varios de los científicos alemanes desarrolladores de los V2 asombrados por las capacidades de estas máquinas son parte de las pruebas que indican que no solo puede culparse a las pruebas de los (por aquellos años) flamantes U-2.

Pero la CIA, misma que se encargara de hacer que el NICAP sufriera una implosión que lo desactivaría a principios de los ochenta, misma que vigilaba a los investigadores OVNI en Sudamérica en los setentas –Fabio Zerpa me dijo estar convencido y datos en Wikileaks lo confirman–, misma que no ha temido derrocar o posicionar dictadores o presidentes… es la misma que ahora espera que le creamos en esto de que todos esos reportes eran aviones U-2.

Es, sin dudas, un insulto a nuestra inteligencia… pero parece que están acostumbrados a que los dejemos decirnos lo que se les viene en gana. Al fin y al cabo, no existe mejor lugar para filtrar una mentira que la mismísima historia oficial.

Fernando Silva Hildebrandt.

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