Por: Emilio Fatuzzo
Perdida de miembros, hubieron muchos casos en la música, el de Van Gogh, Cándido Lopez, de Whittgenstein #vivelamusicaclasica pero quizás ninguno tan extraño como el de Victor Brauner.
Se trata de un pintor rumano que perteneció al grupo de los surrealistas en París en el año 1930.
Durante siete años pintó distintos autorretratos, siempre con una herida en uno de sus ojos. Una de las obras más significativas de estos años es un autorretrato fechado en 1931 que se titula “Autorretrato con el ojo arrancado”, en el que se retrató con la cuenca de uno de los ojos vacía, y el párpado herido.
En el año 1938, siete años después, se participó de una una reunión-orgía en el taller de Domínguez.
Dominguez, que estaba borracho y loco, arroja una botella contra Esteban Frances; éste se aparta y la botella impacta de lleno en el rostro de Victor Brauner.
Conducido de urgencia al hospital Hôtel-Dieu, fue atendido por el oculista de guardia, el conocido Dr. Louis Guillaumat, el cuál solamente pudo constatar lo irremediable. Victor Brauner había perdido el ojo.
Ernesto Sábato me contó muchas veces la anécdota, ya que él durante su estadía en Paris, mientras que trabajaba en el laboratorio Curie, dormía en el taller de Dominguez y fueron muy amigos.
“Volví al taller después del laboratorio. Apenas llegué, Domínguez estaba borracho y empezó a insultarme, como era peculiar en él cuando perdía el control. Encorvado, torvo, enorme, con el alcohol se convertía en un terrible monstruo. Al otro día pintaba apaciblemente, con aquel aire bovino, como si nada hubiera pasado.”
Gradualmente, Brauner fue aceptando que la pérdida de su ojo era cosa del destino. Comentando el hecho, el mismo artista dijo en referencia al cuadro premonitorio que consideraba autobiográfico: «Quise hacer un retrato minúsculo de mi mismo delante de un espejo…Quité un ojo. Y bien, es este ojo el que me han quitado, la herida era idéntica».
En palabras de Mabille, quien participó de la fiesta:
“Aquella noche surgió una escena rápida. Dominguez se enfurece violentamente con uno de sus camaradas. De las amenazas, pasa a los actos. Los amigos inquietos se interponen. Los separan para impedir un deplorable combate. Víctor Brauner retiene al agredido. Pero Dominguez en la cúspide de su frenesí logra liberarse un brazo, coge el primer proyectil a su alcance, una botella, y la lanza. Brauner se desploma ensangrentado, con el ojo izquierdo colgando.”
Y luego agrega:
“El hombre que conocí antes del accidente, era inseguro, tímido, pesimista y desmoralizado. Ahora, se ha liberado. Expresa su pensamiento con claridad y autoridad. Trabaja con fuerza renovada y está cerca de conseguir sus objetivos”.
Algunos accidentes nos vuelven menos accidentados, si querés dar un paso más en este sentido abrí con #lallavemaestra