Por: Fernanda Jara
Winner, el último oso polar que habitaba en el Zoo de Buenos Aires, falleció esta madrugada. En un comunicado, las autoridades del lugar dijeron lamentar la pérdida y explicaron que la causa de su deceso fue la combinación de “un temperamento nervioso mezclado con inusuales picos de temperatura y la pirotecnia de los festejos por Nochebuena”.
Muchas veces me preguntan por qué estoy en contra de los zoológicos, de los acuarios, etc., quizás esta muerte lo responda: los animales que habitan zoológicos y cualquier lugar hecho de ladrillos, son sacados de su hábitat natural y otros nacen en cautiverio -como en este caso- sólo para pasar a ocupar un mínimo espacio en una ciudad y divertir a quienes acuden a verlos.
Por muy bien tratados que parezcan estar -o quieran hacernos creer que están- los animales sólo deben estar en un lugar: su espacio natural, el que la naturaleza creó para ellos. No hay excusa posible. Así como una persona no podría estar sólo en medio de la selva, rodeado de animales, un animal no puede ni debe estar fuera de su sitio.
A continuación el comunicado del Zoo porteño:
“Con profunda tristeza, queremos comunicarles que en la madrugada de ayer murió nuestro oso polar, un animal muy querido por todos el personal del Zoo de Buenos Aires. El Zoo porteño ha tenido osos polares durante muchos años. Originalmente, estaban en la vieja osera con una pileta de 2,5 metros de diámetro que apenas permitía que el oso se bañara. Con el tiempo, fueron mejorando las condiciones de alojamiento y en el año 1993 se inauguró el actual recinto con una pileta de 145.000 litros, una paridera y tres bretes internos. Este recinto fue visitado por diferentes especialistas en manejo de animales de zoológicos y consideraron que cumplía con las condiciones internacionales para alojar a ejemplares de esta especie.
Respecto al carácter de Winner, podemos decir que era un oso con un temperamento nervioso que se manifestaba con estereotipos esporádicos. Con manejo, enriquecimiento ambiental y mucha paciencia y cariño, los cuidadores lograron disminuir estas manifestaciones. Lamentablemente, como consecuencia de los inusuales picos de temperatura, combinado con la pirotecnia del 24 a la noche y el temperamento nervioso del oso, dificultaron la normal termorregulación, llevando a la muerte del mismo. El diagnóstico presuntivo como resulta de la necropsia es muerte por hipertermia. La muerte por hipertermia tiene un contenido ambiental y otro individual asociado al temperamento del individuo.
En un zoológico se convive con la vida y con la muerte y lamentablemente, hoy nos toca esto último”.
Reitero: Cada animal donde corresponde, un zoológico no es su hábitat natural, NO DEBEN estar ahí. No es responsable acudir a ellos y pagar por ver animales en cautiverio para quienes seguramente ese lugar no es más que un cárcel. No seamos parte de esta explotación, los zoológicos no son educativos, no son más que muestras de especismo, del poder que muchas personas quieren tener sobre los animales no humanos.
Yo digo NO al ZOO, yo quiero animales LIBRES.