Por: Julieta Botto
Así se llamaba un libro que me cautivó en la pubertad, aunque para ese entonces yo ya hacía tiempo que me encontraba entre las filas de los amantes de la literatura.
Mamá asegura que mucho antes de que supiera leer, yo ya hojeaba libros y revistas. (Algo, desde muy chica, me había hecho presa de su mundo.) En el prólogo de Caramelos surtidos, la compiladora decía que los cuentos eran como una caja de caramelos surtidos, de esos con envoltura de papel de colores metalizados y celofán, que nada nos dice del sabor que su interior guarda, y me gustó retomar esta metáfora para presentar este blog (y tal vez, atreverme a más…).
Antes que nada, vale aclarar que este espacio no va a tratar sobre golosinas, como podría sugerir el título de esta primera entrada; ni tampoco va a hablar sobre cuentos infantiles, como parecería insinuar el nombre del blog… O mejor dicho, sí, tiene que ver con eso, pero no ceñido solo a ello. La idea es que, a partir de lo que nos resuena a «cuento infantil», descubramos juntos qué se esconde en la «sabrosa caja de caramelos surtidos» que es el mundo de la LIJ*. Estoy convencida de que la literatura, si la adquirís desde la temprana infancia, es como una caja de caramelos (y aquí cobra sentido la metáfora del principio): probás uno (un cuento), luego otro (una novela), después otro (una poesía) ¡y no te querés detener! Lo mejor, a diferencia de los caramelos, es que, lejos de empacharte, te abre la imaginación y la cabeza a un espacio único, propio y, a mi forma de ver, riquísimo.
Sin embargo, es como todo: nada debe ser forzado. A más de uno nos habrá pasado que había cosas (libros o autores, sobre todo) que de chicos no nos gustaban (como algún sabor o comida); eso sucede, también, con la lectura. A mi modo de pensar, no se la debe forzar: te gusta o no te gusta. Y a veces, como me ha pasado con ciertos escritores u obras, el tiempo se ocupa de darles una nueva oportunidad, y ya no los podés dejar.
Este espacio pretende ser un ámbito para la degustación y el deleite de la literatura infantil y juvenil, pero no solo restringida a los libros (en papel y de los «otros»), sino, además, como algo que la excede, ya que existen otras expresiones artísticas que rozan, atraviesan y fomentan la lectura. Ojalá lo logre. ¡Que lo disfruten!
* Sigla con la que se conoce habitualmente a la literatura infantil y juvenil.