Por: Julieta Botto
La primera vez que leí algo de ella, que supe de su existencia, fue a través de un libro precioso, Purapanza. No era casual mi elección: yo estaba embarazada. Hoy, dos años después, tuve la oportunidad de entrevistarla.
Cuando leí en la tapa de Purapanza su nombre, Liza Porcelli Piussi, mi ignorancia de ese momento acerca de la LIJ y mi irremediable espíritu, para esas cosas, especulador me hicieron imaginar que se trataba de una escritora extranjera y no joven. Errores, si los hay, ambos. Liza es argentina, con ascendencia extranjera, sí, pero tan argentina como el dulce de leche. Y de viejita no tiene nada, es joven, muy, y aún cuando se deshojen los calendarios, ella seguirá siendo joven, porque su espíritu lo es.
Hoy, para quienes aún no ha leído nada de esta dulce y prolífica autora, cuyo estilo es inconfundible por lo ameno, por las historias y personajes entrañables que crea, les presento, en este cálido intercambio de ideas, a Liza.
#CuentosInfantiles: ¿Te definirías como escritora a secas o como escritora de LIJ? Si existiera, ¿en que creés que radica la diferencia?
Liza Porcelli Piussi: Cuando me preguntan, respondo que soy escritora dedicada a literatura para chicos y jóvenes (cuando no me preguntan, no digo nada). La diferencia está en que cuando escribo una historia, tengo adentro mío un lector imaginario que no es mi par, que no va a entender lo que sea que a mí se me cante escribir (como sí ocurriría si escribiera para adultos), ni se va a interesar por los temas con los que suelo interesar a mis pares. Sin embargo, nunca pierdo de vista al adulto lector. Pienso mis historias con el propósito implícito de divertir, sorprender y movilizar a los adultos (que lean por su cuenta o que les lean a los chicos). Y desde ahí escribo, desde ese doble lector interior. Por eso siento que vale la distinción. Porque es un desafío distinto.
#CI: ¿Qué y a qué edad comenzaste a escribir? ¿Cómo fue el proceso?
L. P. P.: Escribía desde chiquita, pero no ficciones, sino que escribía sobre mis emociones, sobre lo que soñaba. Y tenía la costumbre de escribir cartas en las que ponía mucha creatividad. Mis cartas no eran solo una catarsis, sino que las escribía «a medida» del lector de turno. Es más, siempre me guardaba la copia de lo escrito antes de entregarlo.
#CI: ¿Qué cosas te inspiran a la hora de escribir? ¿Cómo encarás el trabajo?
L. P. P.: Mi inspira una coyuntura emocional. Una situación que imagino fuera de mí, pero siempre conectada al devenir de un personaje.
¿Cómo lo encaro? Me siento y escribo. En general antes imagino el final. Presiento cuál podría ser el final teniendo como origen esa coyuntura emocional. Lo que no sé es cómo llegar de A hasta B. Y eso es lo que me siento a probar.
#CI:¿Qué es lo que más te divierte de ser escritora de LIJ? ¿Y lo que menos?
L. P. P.: Lo que más me divierte es que cuando escribo puedo entrar en un lenguaje distinto al que uso en mi vida cotidiana. Tengo otros «permisos» imaginativos. Me divierte buscar verosimilitud en situaciones que no existen en la realidad. Luego, ponerme a discutir con una colega sobre si el monstruo podría o no perder un ojo porque lo alumbraron de golpe con una linterna.
Lo que menos me divierte sería lo que menos me gusta: los cuidados y miramientos que a veces se tienen en las editoriales con respecto a la escuela, a la aceptación o no de los docentes sobre algunos libros.
#CI: ¿Qué cualidades creés que debe tener un escritor@ de LIJ y cuál creés que más se destaca en vos?
L. P. P.: («Para evitar juzgar lo que no me corresponde, voy a responder imaginando el autor para niños y jóvenes que me hubiera gustado leer a mí −de nena y de adolescente− según las obras que intuyo podría escribir», confiesa.)
Sentido del humor y mucha sensibilidad (al humor y a la sensibilidad le sumaría, por supuesto, la habilidad narrativa). Sería alguien de espíritu libre, rebelde quizá. Y por sobre todo, alguien que en su vida cotidiana no le hable a los chicos con diminutivos. Por el contrario, que respete ideológicamente a los chicos, a su discernimiento y a sus capacidades como lectores.
#CI:¿Qué autor infantil actual o de todos los tiempos es tu preferido o imprescindible?
L. P. P.: Ema Wolf y María Elena Walsh.
#CI:¿Qué cuento clásico te hubiera gustado escribir y por qué?
L. P. P.: Nunca lo pensé. Nunca fui fan de los cuentos clásicos.
Hace poco hice mi propia versión de «El ganso de oro», un cuento de los Hermanos Grimm. Lo disfruté mucho. Desde la editorial me dieron a elegir entre varios cuentos y no dudé en elegir ese. Me gusta el personaje del tonto, del que la gente cree tonto y termina dejando a todos con la boca abierta. El cuento saldrá en una antología de Ediciones SM.
#CI:¿Qué libro, en general o tuyo, recomendarías a los padres?
L. P. P.: Mi «recomendación» se basa en el disfrute. Desde ese parámetro, a los padres les recomiendo mis libros Lo que sé de mis monstruos y Peralta y yo.
#CI: ¿Hay libros para chicos y para adultos? Si pensás que sí, ¿dónde creés que radica la diferencia? Y si no, ¿por qué?
L. P. P.: Sí, hay buenos libros para chicos que los adultos también disfrutan y mucho.
La diferencia con otros libros creo que está en que el texto tenga distintos niveles de lectura, dados por su profundidad temática y también por la riqueza expresiva que permita que cada uno (chico y adulto) «saque su tajada».
#CI:¿Creés que hay un techo en la vida de un escritor? ¿por qué?
L. P. P.: Supongo que el techo está dado por uno mismo, por la capacidad, primordialmente, y por la motivación, también. Muchas veces me he puesto a pensar en lo privilegiada que soy por haber nacido en un país hispano parlante, siendo que nuestra lengua es hablada por 550 millones de personas. Eso creo que aleja el techo todavía más.
#CI: ¿Se es escritor@ para toda la vida?
L. P. P.: Supongo que el día en que uno empieza a llamarse a sí mismo ‘escritor’ es porque siente que es así. Si no, decís «escribí un libro».
Creo que quien escribe con pasión y necesidad, como forma de estar en el mundo, lo hace toda la vida. Escribir es toda la vida. Ser escritor, en mi imaginario, tiene que ver con la recepción de la obra, con que haya otro fuera de uno que transite las ficciones que uno crea. Ese es el momento en que uno participa del engranaje social a través de lo que escribe, su cabeza logra «productos» a los que otros tienen acceso. Yo recién me sentí escritora cuando pude participar de la rueda de la vida con lo que yo escribía. Es decir, cuando pude entregar mi esencia, lo mejor que sé hacer y lo que más placer me da; cuando pude «devolver» lo que la vida me había dado, transformado. Y a cambio de lo que di pude recibir «materia» que me permitió seguir adelante entregando a la rueda y recibiendo a cambio.
#CI:¿Te dedicarías a la escritura de libros que no fueran de LIJ?
L. P. P.: Sí, por supuesto. Y eso va a ocurrir.
#CI: ¿Te dedicarías a otra cosa que no fuera escribir? Si sí, ¿a qué y por qué? y si no, ¿por qué no?
L. P. P.: Yo soy psicóloga de profesión, aunque no me dedico formalmente a la Psicología. No sé por qué tendría que dedicarme a otra cosa, pero creo que lo único que no me haría sentir la falta serían los animales. Me hubiera encantado estudiar Veterinaria, porque imagino que ese sería un pasaporte para vivir en una reserva cuidando animales.
Y me gustaría ser apicultora. Creo que sería una feliz apicultora. Venero a las abejas.
#CI:¿Cómo surgen las historias?
L. P. P.: A veces de algo que leo, o de recuerdos de la infancia, o una situación que me cuentan, de una palabra/frase que me moviliza o de una emoción irresuelta que guardo.
#CI: ¿Las historias las buscas o te llegan?
L. P. P.: Me llegan.
#CI: ¿Hay mucho de vos en las historias o jugás más con cosas que te son ajenas?
L. P.P. : Ni siquiera cuando escribo sobre la vida de los monstruos lo siento como ajeno. No sé si eso responde…
Es muy común que mis personajes sean masculinos (hombres o nenes). Eso es algo que no me he puesto a analizar en profundidad, pero supongo que es la forma que encuentro para alejarme de mí un poco más. O simplemente disfruto vivir en la piel de un varón porque no la conozco en carne propia.
En general, las novelas tienen más de mi historia «fehaciente».
#CI:¿Cuál fue tu mayor desafío a la hora de escribir?
L. P. P.: Escribir sobre la muerte sin ser lacrimógena.
Después de este lindo intercambio, me resta agradecerle a Liza nuevamente por su tiempo y sus palabras y confesarles a ustedes lo que le dije a ella en su momento: tras esta charla, me dan ganas de leer todos sus libros…
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Ella dice que lo más valioso de un currículum vitae es la palabra ‘currículum’. Quizá por eso, entre sus ocupaciones en la red social figuran «bailarina de cajita de música», «sommelier de piropos», «rescatista de agua», «idealista ad-honórem» y «malabarista literaria», ocupaciones aún más interesantes de las que cualquier currículo pueda mencionar. Sin embargo, se recibió de Licenciada en Psicología en 2002, y en 2012, obtuvo el Premio Casa de las Américas en literatura infantil y juvenil. Naturaliza Pura es su blog donde sube los libros que va publicando, entre los que figuran dos obras escritas junto con Silvia Schujer.