“La estrategia militar ofrece alternativas a la política”

#DEF

El exsubjefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, Gabriel Urchipía, explica el valor del componente militar para los objetivos nacionales, aun en tiempos de paz. Por qué es importante el planeamiento y cuáles son los elementos a tener en cuenta.

De la revista DEF. Especial para Infobae

Gabriel Urchipía cuenta con una foja de servicios voluminosa. Durante sus cuarenta años de carrera profesional en la Armada Argentina, recorrió el país y llegó a ocupar puestos jerárquicos de la Fuerza. Los últimos cinco años de su carrera militar lo llevaron al Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (EMCFFAA), lugar donde, según él mismo destaca, compartió “invalorables experiencias humanas y profesionales con personal de las tres Fuerzas y del Ministerio de Defensa”.

Fue durante su paso por el Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas cuando participó del Primer Ciclo de Planeamiento para la Defensa, desde donde se buscaba sentar las bases para definir un instrumento militar apto para los tiempos futuros y los argumentos fundados para la mejor y más eficiente gestión de los escasos recursos. Esto implica nuevas capacidades para las Fuerzas Armadas y, por sobre todo, pensamiento conjunto.

- ¿Cómo se estructura el pensamiento estratégico militar dentro del sistema nacional?

- Quizás la pregunta debería ser si se puede tener éxito en la vida sin pensar de manera estratégica, o si sirve recuperar o adquirir medios por el solo hecho de recuperar lo que tuvimos, o porque los recursos presupuestarios solo alcanzan para eso. Todos sabemos que es muy difícil pensar estratégicamente en la Argentina, lo cual confirma el viejo apotegma: “Si no sabemos adónde ir, no habrá vientos favorables”. ¿Cuál es el problema de fondo? Vencer la cultura de la coyuntura que anula al pensamiento estratégico. Un ejemplo: se rompe algo y lo arreglamos con alambre, pintamos para ocultar el óxido, o colgamos el cuadro sobre la humedad de la pared. Además de la cultura de la coyuntura, se suma la cultura corporativa, que modifica permanentemente los objetivos, fija posiciones sin contrastar los argumentos, de acuerdo a quien tenga más influencia o poder de persuasión. Esto nada tiene que ver con el “espíritu de cuerpo”, que es una cultura positiva en el militar, porque permite el apoyo mutuo al soldado en combate. Nuestra experiencia durante el primer ciclo de planeamiento en el Estado Mayor Conjunto (EMCO), respecto de los efectos perniciosos de ambas culturas, fue la revalorización del Accionar Militar Conjunto aplicando la regla de los tres mosqueteros, es decir, todos y cada uno debe necesitar algo del otro para poder cumplir con su tarea. Pero si algo le faltaba al pensamiento coyuntural y el posicionamiento corporativo fue el “ego”, la falta de humildad y honestidad intelectual, lo cual se traduce en visiones reduccionistas, que también suelen llamarse como el “juego de suma cero”, donde uno gana cuando el resto pierde. La suma de estos tres defectos es que no importa si lo necesito, o si es importante, solo importa el poder y acabar con lo que hizo el anterior, lo cual no favorece la aparición de nuevas alternativas cooperativas. Todo esto forma parte de lo viejo y es lo que debemos superar. Tampoco es privativo de los militares, sino que son conductas muy arraigadas en los argentinos. Desde el EMCO tratamos de modificar a partir de las nuevas formas de planificar y conducir las operaciones.

- ¿Por qué la estrategia nacional necesita una estrategia militar?

- Porque el Estado evoluciona, no es algo estático. Eso implica manejar intereses, construir capacidades, administrar riesgos, conducir el conflicto. A eso lo llamamos estrategia, y de la estrategia nacional nace la estrategia militar. Quiero aclarar que cuando hablo de conflicto, no me refiero a hipótesis de conflicto o de guerra. Tampoco a un Estado beligerante o una situación de violencia generalizada. Hablo de intereses discrepantes entre Estados. Lo que quiero decir es que cuando los Estados negocian intereses, no descartan el respaldo de la fuerza, para mostrar convicción y firmeza, para disuadir o persuadir, o por lo menos para ofrecer oportunidades de complementación defensiva. En definitiva, no siempre los Estados tienen garantía de lograr la armonía completa en sus relaciones, ni tampoco los conflictos mantienen reglas estables y predecibles. Al contrario, un conflicto crea constantemente sus propias reglas de juego, a veces sin ninguna referencia a un marco jurídico. Esto se debe a que, en ocasiones, los propios agentes pueden inventar nuevas acciones e incluso sobrepasar determinados límites. De este modo, la estrategia militar ofrece alternativas a la política para planificar y prevenir agresiones que van a aprovechar las vulnerabilidades que ofrecen los objetos de valor estratégico de la nación, y para aprovechar las oportunidades que permitan aumentar la confianza mutua entre Estados, como también, para dar una respuesta proporcional y escalonada a la agresión, con el objeto de frenar su crecimiento descontrolado. Solo se necesita que las diferentes organizaciones militares, de seguridad, policial y del Estado Nacional en general, dispongan de una doctrina y de procedimientos comunes, para articular las respuestas ante las diferentes contingencias que puedan producirse. En el marco de una estrategia defensiva y de las políticas públicas vigentes, la concreción de capacidades militares con aptitud de cumplir efectos a partir de lo dispuesto por la estrategia nacional fue un paso muy positivo en el diseño del instrumento militar, sin necesidad de avanzar a priori, con su empleo. El avance en el desarrollo de medios, recursos humanos, logística, infraestructura, doctrina y organización, que surgen de la programación de los proyectos de inversión de defensa respectivos, quedó sujeto a las asignaciones de recursos presupuestarios que el Congreso Nacional y la jurisdicción Defensa determinen. La contracara serán los riesgos estratégicos que la política nacional va a tener que asumir en función de otras prioridades. No es mi intención listar los aportes de la estrategia militar a la estrategia nacional, pero podemos mencionar algunas de sus contribuciones más conocidas, como han sido el freno a la depredación de los recursos naturales, en particular en el mar, por ser uno de los últimos caladeros naturales del mundo; el control de las violaciones al espacio aéreo; la respuesta frente a catástrofes; los aportes a las misiones de paz en el mundo; etc. La prevención siempre significa evitar que crezca una amenaza, una agresión, y lo mejor es empezar de lo más simple a lo más complejo, haciendo realidad el famoso apotegma de Clausewitz: “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”.

- ¿Qué es lo viejo y lo nuevo en estrategia militar?

- La teoría política clásica dice que los accidentes revelan la sustancia. Es decir, existe una relación entre el objeto creado y su accidente. Por ejemplo: si vemos un naufragio es porque alguien previamente inventó el barco. Con el mismo razonamiento, podemos inferir que las guerras son una consecuencia de la creación de las sociedades. Con esto, no pretendo justificar el origen de la violencia y el uso de la fuerza, solo quiero reforzar la realidad del conflicto producto de la propia naturaleza humana e introducir el impacto que tuvo la defensa de la vida después de las últimas guerras y los cambios que introdujo la tecnología en las formas del enfrentamiento. No olvidemos que las fuerzas armadas contribuyeron a la cohesión social de las naciones y que lo político tuvo una relación biunívoca con la guerra, donde la desunión o el desorden no fueron siempre sinónimos de anarquía, sino también potenciadores de la formación de las repúblicas. Hecha esta breve introducción, podemos decir que existen algunos conceptos estratégicos que han ido evolucionando a lo largo del tiempo. La masa, o la cantidad de hombres en los ejércitos tradicionales, ha cedido en favor de más movilidad táctica y estratégica, conformando capacidades para la “rápida solución del conflicto” con fuerzas especiales, delegando a reservistas el cubrimiento de los movilizados. La dispersión geográfica de fuerzas ha cedido en favor de la concentración, en un equilibrio que permita obtener más eficiencia en el adiestramiento y mayor economía de recursos. El accionar aislado de cada fuerza ha sido ineficaz frente al accionar militar conjunto. Esto lo demuestra la Guerra de Malvinas y otros conflictos en el mundo, lo que obliga a una mayor interoperabilidad, coordinación y polifuncionalidad. Las barreras y encasillamientos en el empleo de las distintas fuerzas y otras instituciones del Estado ceden frente a los beneficios de la “doctrina y procedimientos” para articular, con proporcionalidad y trazabilidad, los riesgos de la escalada de acciones durante el conflicto. La formación del soldado ha pasado a ser más técnica y respetuosa de los valores humanos. La producción para la defensa no es solamente una actividad estatal, sino que el Estado debe convertirse en un generador de demanda y pautas a privados y socios externos. La I+D no puede abarcar a todas las necesidades del diseño, debe ser algo más selectiva en función de los lineamientos que fija la estrategia nacional. La soberanía en el sector antártico argentino debe abarcar a los servicios y al conocimiento científico y tecnológico. La seguridad colectiva prevista en la Carta de las Naciones Unidas debe dar lugar a la constitución y sostenimiento de fuerzas regionales y binacionales. El concepto de guerra tradicional debe incorporar nuevas categorizaciones de los conflictos, como son las guerras cibernéticas y las dirigidas contra la población.

- ¿Qué pautas guiaron el diseño en el primer ciclo de planeamiento?

- La primera directiva de política de Defensa nacional estableció el proceso de planeamiento por capacidades, el cual introdujo un lenguaje compartido por civiles y militares del Ministerio de Defensa, el Estado Mayor Conjunto y las Fuerzas, en torno a un conjunto de conceptos y razonamientos fijados en otras normas y procedimientos complementarios, sin abandonar las bondades del “planeamiento por escenarios”, el cual continuó siendo uno de los caminos posibles frente a una situación de conflicto concreto. El Diseño del Instrumento Militar, plasmado en el Plan de Capacidades Militares, fue la respuesta que la Estrategia Militar elaboró para proyectar la mejor organización militar posible, dejando para futuros ciclos de planeamiento la optimización de las metodologías y sus planes. A partir de ese momento, lo virtuoso no sería más el documento en sí, sino el propio ciclo de planeamiento que debía iniciar un segundo período a partir de 2013. El plan basado en capacidades debía lograr aptitudes para desarrollar una amplia gama de operaciones autónomas, a fin de asegurar el derecho soberano de la legítima defensa. No obstante, no abandonaba el amplio abanico de opciones cooperativas militares, tales como preferencias y concesiones mutuas en compras militares, complementación tecnológica y logística, entendimientos en capacitación, doctrina e interoperabilidad, conformación de fuerzas combinadas, programación de ejercicios de defensa mutua, estudios sobre la evolución de conflictos, etc. A dos años de su elevación, puedo decir que este documento es un plan imprescindible para definir las capacidades que la nación necesita y puede alcanzar para su defensa, sabiendo que la defensa nacional no es algo exclusivo de los militares. Es una política de Estado porque la Constitución y sus leyes determinan que es un bien público, o sea que es de todos y para todos. Asimismo, el plan fue acotado a la normativa vigente (leyes, decretos, resoluciones) dentro de un ciclo de planeamiento de cuatro años (Decreto 1729/07, Decreto 1714/09) que determina los distintos documentos a elaborar, prioridades en las inversiones, y planes de empleo, investigación y desarrollo. Por ser un plan elaborado en el Estado Mayor Conjunto, evita el autodiseño de las Fuerzas, jerarquizando el rol del Estado Mayor Conjunto de las FF. AA. (Ley 23554/88, Decreto 727/06 y Decreto 1691/06), enmarcado en la directiva política de defensa nacional (Decreto 1714/09), con procedimientos transparentes y trazables.

- ¿Cuáles fueron los resultados al finalizar el primer ciclo de planeamiento?

- Ser la referencia para los proyectos de inversión en la jurisdicción Defensa, sustentados bajo el principio del accionar militar conjunto. Esto constituye un cambio cultural y un reconocimiento de lo aprendido en Malvinas. En el ambiente marítimo, se priorizó la capacidad de alerta estratégica con medios navales de vigilancia y control, sistemas satelitales, gonios, puestos terrestres e insulares de observación, aeronaves de exploración y guerra electrónica, sistema de cazado y desactivación de minas marinas para asegurar la libre navegación comercial en áreas focales. Para la protección del tránsito marítimo y la infraestructura en alta mar y zonas costeras, se sumaron aptitudes provistas por una Fuerza Naval de Superficie y Submarina, aviación y medios de apoyo, sin descartar a futuro aviones no tripulados y unidades submarinas con propulsión independiente del aire. Para la Infantería de Marina, se previeron medios para tareas asociadas al dominio de posiciones relativas favorables en islas, estrechos, accesos, deltas y zonas fluviales. En tierra, la alerta estratégica abarcó todos los ambientes geográficos ya que la agresión moderna será multidireccional y multidimensional. La polifuncionalidad de las fuerzas con concentración y alta movilidad estratégica y táctica les permite estar aleatoria y temporalmente donde más convenga. En cuanto al ambiente aeroespacial, se previó completar los sistemas de vigilancia y control, con aeronaves de defensa aérea directa e indirecta, vehículos aéreos y estratosféricos no tripulados, sistemas satelitales y de radar automatizados en todo el territorio. Desde el punto de vista logístico, en particular respecto a lugares de apoyo que tienen un peso estratégico importante, me referiré al desarrollo de la estación marítima en Ushuaia para concentrar los medios antárticos e insulares, por ser esta la puerta de salida y entrada para la actividad antártica, enlazada con un centro de distribución logística en el continente blanco, que permita todo el año el trasbordo horizontal de cargas y pasajeros que llegan por vía marítima y aérea. Respecto de la conectividad marítima entre la Patagonia y la isla Grande de Tierra del Fuego, sin reemplazar el enlace terrestre y marítimo a través de Chile por el estrecho de Magallanes, se propuso desarrollar las terminales de carga y descarga en Río Gallegos y Río Grande para la salida e ingreso de transportes tipo roll-on, roll-off, con una travesía marítima breve entre ambas ciudades. En relación a la organización, se previó la optimización de las estructuras orgánico-funcionales priorizando las instancias operativas por sobre las administrativas, con fuerzas listas a desplegar en un nivel de alistamiento y adiestramiento aceptable. Los beneficios de la conjuntez requieren ser consolidados. Quizás a futuro sea importante contar con una ley que atienda todos los aspectos que hacen al accionar militar conjunto. Con respecto a la formación y estructuras de personal, se previó seguir avanzando en planes de carrera que aseguren perfiles profesionales acordes con las exigencias técnicas actuales. La materialización de la Escuela de Guerra Conjunta, y a futuro de una Universidad de la Defensa fue una propuesta importante a esta problemática. Por último, se dio un importante impulso a las tecnologías de la información, en particular a través de la elaboración de un plan estratégico especial que creó la agencia de ciberdefensa bajo dependencia del Estado Mayor Conjunto.

- ¿Qué reflexión final desea hacer?

- Hemos hecho una breve reseña de “lo militar” y “su diseño” en la dimensión institucional, estratégica, y programática. Pero eso es una cosa, y la realidad del soldado es otra. Evitar la desconexión de ambos, es lo más importante, ya que quien se despliega y combate es un soldado, un piloto, o un marino, quienes sufren las equivocaciones, la falta de adiestramiento y alistamiento de los medios, son también ellos. El alto valor de la ética que identifica la profesión militar debe ser preservado y evitado su deterioro, de allí la importancia que tiene para las Fuerzas centrar sus actividades específicas en su rol primario de alistar, adiestrar y sostener, dejando en una instancia superior y conjunta, el Estado Mayor Conjunto con su Comando Operacional, la conducción de las operaciones en todo el país y la planificación, asesoramiento y asistencia al nivel estratégico nacional. Esta fue la clave del diseño del instrumento militar durante el primer ciclo de planeamiento para la defensa, y un buen punto de partida para organizar las Fuerzas Armadas de la República. Entonces, debemos cuidarlas, porque la patria y la nación las necesitan.