Un ejemplo para un sistema en transformación

#DEF

El Sistema Interamericano de Defensa tiene elementos del pasado que deben modernizarse. Muchas veces urgido por la actualidad, no encuentra sosiego para su adaptación. Uno de sus órganos, el Colegio Interamericano de Defensa, ya está trabajando con una agenda moderna que mira al futuro. Tal vez el capital humano surgido de esa casa de estudios pueda liderar un cambio necesario. Por Julio Hang. General (R) del Ejército Argentino. Experto en defensa y estrategia militar

De la revista DEF. Especial para Infobae

El llamado Sistema Interamericano de Defensa (SID), originado durante la Segunda Guerra Mundial, que es preexistente a la OEA y a la ONU, tuvo hasta el fin de la Segunda Guerra y luego durante la mayor parte de la Guerra Fría una cierta armonía, que se basaba en la concepción de una seguridad colectiva con el aporte mayor de los Estados Unidos. Contaba con un instrumento de coordinación para la defensa colectiva, la Junta Interamericana de Defensa (JID), y el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) como compromiso, al que suele agregarse el Tratado Americano de Soluciones Pacíficas (Pacto de Bogotá) de 1948. Pese a que nunca estuvieron todos los Estados americanos representados en la JID, ni lo están hoy, hasta fines de los 60 el SID cumplía con ciertos requisitos de coordinación. Una más activa presencia militar de EE. UU., que se materializaba en una relativa homogeneidad logística (el Plan de Ayuda Militar del presidente John F. Kennedy es un ejemplo), ciertas condiciones favorables para la obtención de sistemas de armas (particularmente en medios aéreos y terrestres) servían a la cohesión del sistema. Por su parte, puede decirse que el TIAR actuó en la morigeración de más conflictos interamericanos que frente a agresiones externas (la de los Misiles en Cuba, la de Malvinas y la de los ataques terroristas de septiembre de 2001 son las invocaciones por agresiones externas). Con el paso de los años –y en particular los más recientes–, fue perdiendo adhesiones hasta llegar hoy a que lo reconozcan menos Estados que cuando fue firmado.

Con el tiempo, fueron sumándose al SID organismos, acuerdos, convenciones y normas legales de distinto alcance geográfico y jurisdicción, cuya finalidad era contribuir a la disminución o eliminación de las amenazas de todo tipo a la seguridad americana. Así –sin pretender agotar el listado–, pueden hoy citarse como organismos del SID los siguientes.

-Organismos hemisféricos: Las Conferencias de Ministros de Defensa (CMDA) que son autónomas de la OEA; en la OEA, la Comisión de Seguridad Hemisférica, dependiente de la Asamblea General y del Consejo Permanente, tiene a la JID como órgano de asesoramiento y al CID en lo educativo.

-Organismos subregionales: El Consejo de Defensa del Sur (CDS), órgano de la Unasur, el Comando de Defensa Aeroespacial de Norteamérica (NORAD), la Conferencia de las FF. AA. Centroamericanas (CFAC), dependiente del SICA, el Sistema de Seguridad Regional (SSR) y el Comité Directivo de los Jefes Militares de la Comunidad del Caribe.

-Organismos de las Fuerzas Armadas: Las Conferencias de Ejércitos Americanos, las Conferencias Navales Interamericanas, el Sistema de Cooperación entre las Fuerzas Aéreas Americanas, el Comité Jurídico Militar de las Américas y la Red Interamericana de Telecomunicaciones Navales.

La JID, nacida independiente en 1942, antes de la creación de la OEA, es la organización internacional militar más vieja del mundo. Cerca del fin de la Guerra Fría, comenzó un laborioso camino diplomático en busca de definir su relación orgánica con la OEA. Finalmente, en 2006 fue incorporada como una entidad de la OEA, con un rol de asesoramiento técnico-profesional. Conducida desde entonces por un liderazgo rotativo, democráticamente elegido, sus aportes más recientes están referidos al desminado humanitario, la asistencia ante catástrofes naturales, el apoyo a las Conferencias de Ministros de Defensa, la articulación y registro de medidas de Fomento de la Confianza y, entre ellas, la preparación de los Libros Blancos de la Defensa. El último libro presentado con su apoyo es el de Paraguay.

Si bien la JID nunca fue un órgano ejecutivo, en el pasado las vinculaciones militares entre las Fuerzas Armadas del continente tenían una capacidad para la formalización de acuerdos sectoriales que le otorgaban una característica distintiva. El fin de la Guerra Fría, y con ella la desaparición de una amenaza tradicional al conjunto continental, puso en cuestión sus funciones. Su actual misión tiene una marcada dependencia de los pedidos del CHS/OEA, y pese a que la JID ha reiterado ofrecimientos de participar en distintos roles de asistencia, las complicaciones políticas que afectan el consenso dentro de la OEA repercuten en su detrimento.

EL COLEGIO

De la JID depende, con autonomía funcional, el Colegio Interamericano de Defensa (CID). Fue creado en 1962, con un curso de posgrado de 11 meses de duración, para la educación de oficiales superiores y jefes de Fuerzas Armadas y Fuerzas de Seguridad, diplomáticos y funcionarios de gobierno de todos los países americanos. Sus egresados se cuentan ya en más de 2500 hasta la clase 52, y son de 24 países americanos. Además de los países miembros de la OEA, admite también a representantes de países observadores a la OEA. Es único en su clase en nuestro continente, cuenta con un equipo de dirección, profesores y estudiantes internacionales, y su actual dirección tiene un contralmirante de EE. UU. de director, un contralmirante de Brasil como vicedirector y un contralmirante de Perú como jefe de estudios, a la vez que profesores y mentores/facilitadores y asesores de distintos países de América. Las instalaciones académicas se encuentran dentro del Fuerte Lesley J. McNair, a orillas del río Potomac, en la ciudad de Washington, Distrito de Columbia. Es este un ambiente particularmente apto para el desarrollo académico, ya que en este predio se encuentra la Universidad Nacional de Defensa de EE. UU., con una inmensa y moderna biblioteca, el Colegio de Guerra, el Colegio Industrial de las FF. AA., el Centro de Estudios Hemisféricos para la Defensa y muchos otros colegios e institutos de investigación. Viajes a distintos países del continente se alternan con visitas a bases de las Fuerzas Armadas de EE. UU. Siendo EE. UU. la primera potencia militar del mundo, poder conocer sus sistemas de armas, sus nuevos desarrollos tecnológicos y métodos de entrenamiento, son un valor agregado significativo en lo técnico-profesional. Desde hace un año, el CID ha iniciado un proyecto de modernización de instalaciones, con la adjudicación para remodelación de tres nuevos edificios, que han permitido ya construir un nuevo anfiteatro, con todas las facilidades tecnológicas para 100 estudiantes. Asimismo, se ha comenzado la construcción de un alojamiento para estudiantes con escasos recursos, la rehabilitación de un amplio comedor, y se han modernizado las salas de discusión de grupos (seminarios), las salas de computadoras individuales, los archivos de trabajos; ya se ha completado el salón de actos y oficinas principales. Hasta este año, las vacantes ofrecidas son 60, y se asignan a todos los países miembros inicialmente. Las vacantes no aceptadas se distribuyen entre los países que deseen ocuparlas y los observadores. El objetivo del futuro próximo es incorporar entre los estudiantes a funcionarios civiles, ampliando el porcentaje femenino militar y civil, a la vez que facilitar la concurrencia de representantes de países caribeños y de otros países con menor porcentaje de egresados.

Este instituto, en los últimos 15 años, ha modificado fundamentalmente su programa de estudios. Adelantándose a los cambios que reconocería más tarde la Conferencia Especial de Seguridad de México, de 2003. Así, los temas como las amenazas tradicionales, las nuevas amenazas y desafíos a la seguridad, el análisis y la resolución de conflictos, las relaciones civiles-militares y el comando y control civil democrático de las FF. AA. y FF. SS., defensa y seguridad, simulación de manejo de crisis, la comunicación intercultural, derechos humanos, asistencia humanitaria, derecho internacional humanitario, leyes para refugiados, emergencias complejas y desastres de magnitud, misiones internacionales de la ONU, operaciones de apoyo a la paz, se encuentran desde hace tiempo en sus programas. Participan invitadas organizaciones tales como el Pearson Centre de Canadá (Fuerzas de Paz), la Pan American Health Organization, el U.S. Institute for Peace, entre otros.

Con la intención de otorgar un Certificado de Maestría, el colegio hizo diferentes asociaciones con universidades y casas de altos estudios habilitadas para garantizar un complemento de calidad a la ya exigente programación del curso. El idioma principal es el español, pero existe constante interpretación simultánea al portugués y al inglés, aun en los trabajos grupales. Desde hace unos años, primero la Universidad del Salvador (Argentina) y hoy la American University de EE. UU. y la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos (ANEPE) de Chile ofrecen la posibilidad de obtener los certificados de Maestría mediante reducidas exigencias adicionales a la curricular. El objetivo para 2015 es la acreditación del curso completo como Maestría ante el Acrediting Council for Independent Colleges and Schools (ACICS), organización de acreditación de títulos universitarios de los EE. UU.

Como punto de comparación puede tomarse el Colegio de Defensa de la OTAN. Este colegio, ubicado en Roma, dicta los cursos principales de cinco meses y medio de duración. A ellos invita a los 28 países miembros de la OTAN, pero además a los integrantes de países asociados en otras organizaciones relacionadas, como Socios para la Paz (Partnership for Peace), Diálogo Mediterráneo (Mediterranean Dialogue) e Iniciativa de Cooperación de Estambul (Istanbul Cooperation Initiative). De esta forma, diferentes organizaciones y países externos invitados conforman la diversidad de 60 países que han pasado por sus aulas. Con una historia similar al CID, pero con cursos de menor duración, tiene hoy 7000 graduados y su último grupo de egresados (promoción 117) fue de 78 alumnos de 30 países. Este colegio integra a estudiantes de Estados muy diversos, con muchos idiomas, gran diversidad cultural, con una historia de enemistades y guerras entre ellos, que fueran los iniciadores de las grandes guerras de los últimos siglos. Así, han logrado crear la Comunidad de Seguridad más importante, que a juicio de muchos académicos es una de las bases del fin de las guerras interestatales y de la paz.

FORMADOR DE ÉLITES

Las edades de los participantes en el Colegio Interamericano oscilan entre los 45 y 50 años. Son todas personas formadas, con experiencia en sus profesiones, con títulos de grado (exigencia) y muchos también de posgrado, que, enfrentados a un sistema de estudios basado en los grupos de discusión y las conferencias con debate posterior, generan un gran provecho intelectual. Los estudiantes de los EE. UU. son un pequeño grupo minoritario dentro de la misma clase y son los más expuestos a las características propias de la comunicación intercultural. Suelen enfrentar cuestionamientos de toda índole por las relaciones internacionales del pasado y el presente, de compañeros maduros con visiones geopolíticas diversas. Muchos de ellos participarán en el futuro en las reuniones y ejercitaciones interamericanas con la experiencia de un fructífero año de convivencia con sus pares del resto de América.

La expresidente chilena Michelle Bachelet Jeria -quien acaba de ser elegida para un segundo mandato que se iniciará en marzo de 2014- cursó el Posgrado de Defensa Continental en el CID en 1997 y en 2012 fue la principal figura de las celebraciones de los 50 años del colegio. También el actual presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina es un egresado de la clase 28 del CID.

Es interesante destacar cómo la heterogeneidad de las realidades de cada Estado no entorpece ni dificulta el desarrollo de los estudios, que además de lo estratégico y técnico, incluyen el análisis de la situación particular de los Estados. Es clara la constante ratificación del respeto a las decisiones soberanas de los Estados en la forma de prevenir, disuadir o enfrentar las amenazas tradicionales, las nuevas, las preocupaciones y otros desafíos, así como la prioridad que cada país otorgue a cada uno de ellos. Es cierto que para los países del Caribe es más fácil identificar prioridades en las amenazas y desafíos, tanto como lo es para Centroamérica en general, donde el empleo de las Fuerzas Armadas y de Seguridad o Policiales se encuentra previsto para casos de Seguridad Interior.

No menos cierto es que en América del Sur existen criterios dispares, donde Colombia es el extremo en la participación de sus FF. AA. en una guerra interna contra la guerrilla y el narcotráfico; y muchos otros países admiten cierta participación en casos de seguridad interna (Brasil como excepción); otros las incluyen con algunas particularidades (Bolivia, Paraguay, Ecuador y Venezuela); y finalmente, Argentina, Chile y Uruguay tienen una posición de diferenciación legal en el empleo de las FF. AA. en Defensa y las de Seguridad y Policiales en Seguridad Interior.

En general, estas tres naciones admiten el empleo de sus FF. AA. en casos de desastres naturales, y tienen mecanismos de excepción, con importantes requisitos legales, para el apoyo a la seguridad. En alguna medida, las normas legales de Argentina, Chile y Uruguay son semejantes a las exigencias legales que los EE. UU. imponen a sus FF. AA. (Posse Comitatus Act). Esta diversa situación –en general y para los estudios– no impide los ejercicios sobre Misiones de Paz, Asistencia Humanitaria en casos de desastres y permite comprender las capacidades y limitaciones del empleo coordinado frente a amenazas externas, transnacionales, del crimen organizado. En los ejercicios, muchas soluciones de cooperación, que prevén el apoyo logístico de las FF. AA. a las FF. SS. –expresamente previstas en las leyes de cada Estado– son tomadas de las situaciones reales en el continente.

DESAFÍOS FUTUROS

La JID, más presionada por la realidad cotidiana que la situación en los claustros del CID, sin el apoyo y requerimiento explícito de la OEA, encuentra limitaciones en su avance hacia un rol más efectivo. Brasil, que la presidió en tres períodos consecutivos (2006-2011), le dio un fuerte impulso material y la participación de recursos humanos de calidad. Su liderazgo coincidió con su rol internacional de potencia emergente, haciendo ver su capacidad para unificar criterios y tener la voz militar de las Américas en el seno de los EE. UU. Lo sucedió Canadá, con énfasis particular en la asistencia ante catástrofes. Hoy la preside el general de División Werther Araya Menghini, del Ejército de Chile, con la experiencia de haber sido director de Operaciones de su Estado Mayor y con destinos previos en Brasil, EE.UU. e Inglaterra. Su desafío es alcanzar un rol más integrado a las necesidades de los Estados y aceptado por la OEA; servir como secretaría permanente de las conferencias de todas las FF. AA., crecer en el apoyo a las Conferenciasde Ministros de Defensa, mantener un enlace fecundo con los otros órganos subregionales tales como el CDS, el SSR, la CFAC y el Comité Directivo de los Jefes Militares de la Comunidad del Caribe, avanzar en la investigación y la propuesta de alternativas a las amenazas a la ciberseguridad, protección del medioambiente y los recursos naturales, así como en la incorporación de la tecnología en los sistemas de seguridad y alerta temprana, que cooperen con las fuerzas de menores recursos y ayuden a la interoperabilidad regional, son solo ideas que pueden agregarse a las ya encaradas.

En síntesis, el SID tiene elementos del pasado que deben modernizarse. Uno de sus órganos, el Colegio Interamericano de Defensa, ya está lanzado a satisfacer la demandas del continente. América del Sur ha tenido y tiene hoy un rol prioritario en el diseño de sus programas de estudio y en la selección de oradores y profesores. Los representantes de Argentina, Brasil, Chile, Perú, entre otros, fueron activos participantes en los cambios programáticos del CID, su ajuste a la diversidad de las realidades de los Estados del continente e impulsores de la elevación de la calidad académica. Estos Estados sudamericanos proveyeron –y algunos aún proveen– profesionales para los cargos directivos del instituto. Algunos de los analistas que sostienen que EE. UU. ha disminuido su involucramiento en los asuntos del continente, observan con atención cómo Brasil, Chile, Perú, Colombia y también México se preocupan por influir en este centro de estudios, ocupar los roles ofrecidos y fortalecer su influencia, para generar una cultura interamericana de comprensión, solidaridad y cooperación. Los organismos subregionales (como el Consejo de Defensa del Sur), sus institutos de investigación y de educación, tienen también la posibilidad de influir en sus claustros y –manteniendo su independencia– construir cooperativa y articuladamente el sistema de seguridad continental del futuro.