Por: defblog
La creciente presencia china en Sudamérica no solo se explica a través de las grandes inversiones del gigante asiático en la región, sino que también existe una historia oculta de paralelismos ideológicos bajo el influjo del Partido Comunista Chino. Esta es la tesis central del libro La invasión silenciosa: el desembarco chino en América del Sur, de Diego Guelar. El autor nos revela algunas de las pistas de ese correlato desconocido.
De la Revista DEF. Especial para INFOBAE
-China es una temática recurrente para el análisis político internacional, pero poco se ha escrito sobre su incidencia en América Latina. ¿Cuál es el enfoque de su trabajo?
-Tiene tres enfoques centrales: uno cubre el tema de las inversiones chinas en la región; otro se ocupa del comercio; y el tercero, creo el más interesante de todos, plantea el paralelismo de la toma de poder en el Partido Comunista. Es decir, en todos los informes que hago sobre cada país de América Latina señalo que casi simultáneamente con el nacimiento del Partido Comunista Chino, influido y patrocinado por el comité internacional de Moscú, nacen los partidos comunistas en toda nuestra región. Sin embargo, hay una gran diferencia, y es que en la región el Partido Comunista pierde la batalla ideológica, pero el paralelo existe. La ruptura entre el maoísmo y la Unión Soviética está marcada por la aparición de los partidos comunistas revolucionarios. Es apasionante, porque uno se da cuenta de la existencia de la visión nacionalista como proceso que se repite, como un calco, país por país. Los movimientos tienen un paralelismo absoluto. Creo que lo más interesante es esto, y particularmente los paralelismos entre la Revolución Cultural y los 70 en la región. En China, los jóvenes de ese período estaban reprimidos por el último Mao, el más dogmático y anticapitalista, que, si bien se abre a Estados Unidos a partir del 72, quiere volver a las fuentes del comunismo más brutal. Entonces hay purgas. En América Latina, mientras tanto, las dictaduras militares más proamericanas producen una matanza y una represión brutales. Todos estos procesos están claramente resumidos en el libro para que se entiendan mejor y se puedan ver los paralelismos.
-Es un abordaje novedoso este último, porque últimamente China se explica solo por sus números.
-Los números están, pero lo de las inversiones y el flujo de comercio lo describiría abiertamente como lo más aburrido. De todos modos, tenía que ponerlo, porque yo sostengo que en cinco años la potencia extrazona más importante en América del Sur será China. Si uno proyecta los números planteados en el libro país por país, la conclusión es casi matemática. Entonces, el dato de los números tenía que estar, si no todo es un dato ideológico. El libro podría haber sido más extenso, pero creo que logré una síntesis que permite entender el tema en profundidad. Hay un objetivismo en sí mismo al plantear hasta qué punto el comunismo chino es capitalista hoy, cosa que es falsa. Una conclusión central que incluyo es que para el Partido Comunista Chino, pobreza y socialismo son incompatibles; esa es su enseñanza de los errores éticos y populistas. O sea, hay que generar riqueza siguiendo el modelo de Marx, porque el socialismo es la fase superior del capitalismo. Porque si usted no llega a la fase superior del capitalismo, no tiene condiciones económicas para generar el socialismo. Entonces, para tomar el poder, como Partido Comunista tienen que generar la contradicción. Porque, al principio, no existía la propiedad privada, pero lo que no podían producir era riqueza. Estuvieron 30 años en la pobreza y la marginación. Eso cambia en los 80, cuando entienden que tienen que desarrollar el modelo económico no desde el punto de vista capitalista. Por eso, los chinos dicen que son una sociedad en vías de desarrollo que está generando las condiciones para el socialismo. Claro, tienen el poder desde el año 49, no tienen que derrotar a un gobierno capitalista. Su tarea es llevar a cabo el proceso siguiendo una ortodoxia marxista muy bien desarrollada y, ahora, como se excedieron, viene la campaña contra la corrupción, ahora buscan volver a que el objetivo siga siendo el comunismo y no generar una sociedad capitalista corrupta.
-Entonces, el foco principal del libro busca las correspondencias con América Latina que no tienen que ver solo con los números o el comercio.
-Creo que ahí está lo más importante, que hay un flujo de relacionamiento que no tiene que ver solo con lo económico. De los 70 al año 2000, prácticamente la relación comercial es poca. Desde 2000 hasta 2005, estalla lo comercial con superávit desde nuestra región hacia China. Y desde 2005 hacia adelante, estalla la inversión y cambia el giro comercial: empieza el superávit chino. Yo sostengo que aquí este enorme poder mundial, hoy poder en la región, no ha venido a adoctrinar, no ha venido a conquistar militarmente, no ha venido a extender su ideología. En el libro, lo aclaro, predomina un espíritu del imperio del centro: el mundo va hacia ellos porque ellos son el centro.
-Y cuando salen afuera es solo para buscar lo que ellos necesitan adentro.
-Claro, no hay una operación imperial. No hay operación militar, doctrinaria ni ideológica. No está, la puede inventar, pero no está. No hay invasión, lo que hay es un dato extractivo y aprovisionante que en la región pasa por el hierro, el cobre, la soja, el petróleo y la bauxita, que está empezando en Surinam y Guyana. Es extractiva de minerales y de commodities alimentarios. Toda esa estructura que necesitan para alimentar el tránsito entre 1300 y 1500 millones en el curso de los próximos diez años genera una necesidad voraz, una voracidad aprovisionadora. Y fueron aprendiendo en todo el proceso. Los números y las inversiones hablan de una explosión. En el libro, pongo país por país, con las fechas, los nombres de las empresas y las áreas.
-¿Cómo se logra articular ese mapa conceptual?
-Yo tengo 63 años, y una cosa que sé de grande es lo corto que es el tiempo. Yo estoy a tres vidas de San Martín, o sea que el proceso entre 1921, cuando nace el Partido Comunista chino, fue ayer; eso pasó 29 años antes de que yo naciera. Entonces, empezás a entender que 50 o 100 años no son nada en términos históricos, son períodos cortísimos. Hay un acompañamiento y paralelismo desde 1921, y ese fenómeno de Shanghai estaba pasando de la misma manera en América del Sur. Pero es necesario abordarlo desde la perspectiva de cada país y no como un todo.
-¿Por qué?
-Hay una parte donde la genérica América Latina ya no sirve para nada, tiene que ver con el origen español-portugués de la colonización de México hacia el sur, pero creo que no es una dimensión analizable desde el punto de vista geopolítico y económico. Y lo fundamento en la especificidad mexicana. Le doy un solo dato: México exporta 6000 millones de dólares, y China a México 60.000 millones de dólares; esa enorme exportación es para dar productos a Estados Unidos; ese fenómeno no se da en otra región de América del Sur. El otro hecho triangular ocurre en Paraguay: China exporta a Paraguay 3500 millones de dólares y Paraguay exporta a China 400 millones. Esos productos van centralmente a Brasil y Argentina como contrabando. Es decir, se ven ejes internos diferentes.
-¿La relación comercial China-Estados Unidos se apoya básicamente en México?
-La relación México-Estados Unidos incluye la relación con China. Y todo está avalado por los números. Usted ve que ahí efectivamente no hay ni gran aprovisionamiento ni hecho extractivo, casi no hay inversiones. Para Estados Unidos y para China, México es parte de su estructura de relación. Los números de México y de China los tenés que relacionar con Estados Unidos. Casi no hay inversión china en México, lo más importante es un sistema portuario que termina en el puerto mexicano de Cárdenas, que se comunica por tren hasta Denver. Productos que van directo como productos o que se incorporan como materia prima en productos industriales que van a Estados Unidos. Creo que es la mejor explicación de por qué México no tiene nada que ver con América del Sur, y la Alianza del Pacífico no existe.
-¿Cómo reacciona Estados Unidos frente a este avance chino en América del Sur?
-Creo que ellos no lo ven. Este libro va a ser un material bomba para el Departamento de Estado. Hace un año, en un workshop en Estados Unidos, expresé que en veinte años China iba a ser potencia, y me miraron sorprendidos. El Departamento de Estado es la organización más débil de la administración norteamericana, y eso tiene una razón de ser: Estados Unidos nunca se ha definido como imperio. Los imperios tienen un ministerio colonial que forma parte de su definición. Estados Unidos siempre rechazó la definición, no cree en la definición imperial. Entonces, el Departamento de Estado, en vez de ser un departamento de colonias, tiene un departamento de relaciones internacionales con el mundo, de muy bajo poder interno. Es una burocracia pequeña, desfinanciada, de muy poca intensidad de poder. Esto es algo que el mundo en general no entiende. El secretario de Estado es un RR. PP. de los Estados Unidos, con quien poco tenés para negociar. Por eso, creo que no existe un report como el que hago en el libro. Quizá en el único lugar en donde se ve la presencia de Estados Unidos es en el capítulo de Colombia, que representa, en el marco regional, la única relación demorada con China. Por ejemplo, Colombia no le ha dado a China el estatus de economía de mercado en la OMC.
-Estados Unidos explica en parte esa demora.
-O es Estados Unidos o es una autocensura de la clase dirigente colombiana. Es en el único lugar donde se ve una marcada demora en las relaciones con China. Ese vínculo claramente va a otra velocidad. No pasa en Ecuador, ni en Perú, ni en Chile, ni en Bolivia, ni en Paraguay. La otra relación en la que se ve la presencia de Estados Unidos sería México. La relación México- Estados Unidos es evidente, México es el sur de los Estados Unidos. En la relación Colombia-China hay iniciativas chinas no aprobadas o demoradas por Colombia; en la relación China-México hay un consenso por el hecho triangular.
-¿Cómo analiza las relaciones de China con la Argentina, en ese marco de correspondencias idelógicas que usted señala en el libro?
-Le doy enorme importancia a la relación con Perón. Mao se vio solamente con dos líderes sudamericanos: el Che y Allende. Fue en 1973, Perón estaba invitado, pero no fue por cuestiones de salud. Perón identificaba a China como un país nacionalista, entonces decía que la relación entre China y Argentina se caracterizaba por solidaridad entre naciones independientes del imperio y no por identificación ideológica. Pero ahí yo hago énfasis en el encuadramiento de los últimos años del exilio, donde Perón convivió con Cuba, con la juventud maravillosa, con China, etc. Perón fue un precursor. La tercera posición de Perón no tenía lectura en la década del 40, recién aparece como producto mundial en el 69 con la constitución del Movimiento de Países No Alineados, y después el propio Mao en 1974 formaliza el nombre de Tercer Mundo.
-¿China será entonces la gran potencia hegemónica?
-Mire, hay corrientes psicoanalíticas que dicen que a los cinco años ya nos terminamos de formar; seamos generosos y digamos que a los 30. De los 30 en adelante, es más de lo mismo. Si bajamos esta relación a China, es evidente que será la potencia hegemónica porque va a ser más de lo mismo. Si yo hubiese escrito el libro en 2005, hubiese tenido que hacer futurismo, una hipótesis. Hoy los números te permiten llegar a otra conclusión. En estos meses ya están pasando ciertas cosas y decisiones de inversión que se han tomado, que ya han cambiado la realidad en el mismo sentido. Se incrementa la presencia china y se agregan elementos para que la invasión no sea silenciosa.
-O que sea cada vez menos silenciosa.
-Lo sucedido en los últimos cinco años es notable. Yo tengo en cuenta la inversión directa y el préstamo recuperable en commodities, que están haciendo los chinos con Venezuela, lo hicieron con Brasil, Ecuador, y lo van a hacer con Argentina. Les dan créditos a 10 años que los países deben pagar en petróleo u otras commodities. Es una forma de inversión, porque ellos están adelantando el suministro. Ellos están metiendo 10.000 millones en concreto en cada país. O sea, es una operación que ya viene muy montada y que tiene proyección. Estimo en 100.000 millones de dólares el stock de inversiones chinas en Sudamérica desde 2005 en adelante. Este es un stock muy importante. Entonces, se está frente a un poder que no se manifiesta en términos políticos e ideológicos, pero si juntás todos los datos, incluyendo la historia oculta… porque ¿dónde está el partido comunista venezolano? En el Partido Único de la Revolución. ¿Dónde está el partido comunista en Ecuador? En el partido de Correa. ¿Dónde está el partido comunista en Bolivia? Con Evo Morales. Novedad en Chile: el partido comunista apoya a Bachelet. ¿Dónde está el partido comunista en Uruguay? En el gobierno. ¿Dónde está en Brasil? Con Dilma. Argentina es el único lugar en el que, por el fenómeno peronista, el dato del partido comunista como tal tiene menos entidad, porque el fenómeno peronista ha bloqueado también al comunismo.