“Argentina debe profundizar su especialización agroalimentaria”

#DEF

En su último libro, El desarrollismo del siglo XXI, Jorge Castro analiza las características de la etapa actual del proceso global de acumulación capitalista, se refiere a la nueva estructura del poder mundial y reflexiona sobre el protagonismo que nuestro país está llamado a ocupar en el nuevo contexto internacional.

De la revista DEF. Especial para INFOBAE

- ¿Cuándo podemos fijar históricamente el inicio de la actual fase del proceso global de acumulación y cuáles son sus características?

- El punto de inflexión, en que el eje del proceso de acumulación capitalista pasa de los países avanzados a los emergentes, se produce en 1991 con la caída de la Unión Soviética. En términos productivos, el sistema integrado de producción es el núcleo estructural del actual sistema y está constituido por las empresas transnacionales, cuyo principal medio de acción no es la venta de sus productos sino las inversiones. A partir de 1991 la inversión extranjera directa de esas empresas ha salido de la “triada del capitalismo avanzado” –EE.UU., Unión Europea y Japón– y se dirige hacia los países emergentes, encabezados por China a través de Hong Kong. Desde su origen el capitalismo había sido un fenómeno virtualmente global; a partir de 1991 se transforma en un fenómeno efectivamente global.

- Un aspecto que usted puntualiza en su libro es la incorporación de una gran masa de trabajadores provenientes del ex bloque soviético.

- Es el fenómeno de la duplicación de la fuerza de trabajo del sistema capitalista mundial, que se produce en los cinco años posteriores a 1991. En ese período la fuerza laboral pasa de 1500 millones a 3500 millones de trabajadores, y desde entonces ha seguido aumentando. Se trata de la mayor ampliación del mercado laboral de toda la historia del capitalismo.

- ¿Qué sucede a partir de la crisis financiera de 2008?

- El segundo punto de inflexión de la historia del proceso de la globalización se produce el 15 de septiembre de 2008, con la caída de Lehman Brothers, la cuarta banca de inversión del mundo. La crisis financiera internacional tiene su epicentro en EE.UU. y desde allí se expande al resto del sistema mundial, provocando la primera gran recesión desde la década del 30.

LA NUEVA ESTRUCTURA DEL PODER GLOBAL

- ¿Cuál es la dinámica de la relación entre China y EE.UU., los dos grandes actores de la actual fase de la globalización?

- A partir de 2001 China se transforma no solo en el primer exportador mundial de bienes manufacturados, sino además en el primer exportador mundial de capitales. El resultado de este proceso es que el flujo fundamental del sistema financiero internacional se dirige ahora de los países emergentes –encabezados por China, pero también por los países petroleros de Medio Oriente– hacia el mundo avanzado, sobre todo EE.UU. Esto es lo que financia el boom de la construcción y el hecho que las tasas de interés de largo plazo en EE.UU. y en el sistema financiero internacional lleguen al menor nivel de la historia del capitalismo, lo que se convierte en el antecedente directo de la crisis financiera de 2008.

- ¿Cuál es el impacto de la crisis de 2008 en la estructura del poder global?

- En los 20 años que transcurren desde la caída de la Unión Soviética, y en especial a partir de 2001, los países emergentes han venido creciendo a tasas del doble, y a veces hasta el triple, respecto de los países avanzados. A su vez, que con la crisis de 2008, termina la unipolaridad hegemónica que EE.UU. había detentado en el sistema internacional de seguridad durante los 17 años posteriores a 1991. La unipolaridad hegemónica de EE.UU. es sucedida por una plataforma de gobernabilidad en la que EE.UU. comparte las decisiones en el marco del G20 con un grupo de países emergentes, de los cuales el principal es China.

- Una puntualización que hace usted respecto del vínculo de cooperación entre estos dos países es la particularidad que en EE.UU. se encuentra la frontera tecnológica. Podemos decir, entonces, que EE.UU. no va a perder  centralidad para China.

- EE.UU. no va a perder su lugar central en el vínculo con China; más aún, esa cooperación se va a ampliar. En los últimos cinco años se ha dado en EE.UU. una nueva revolución tecnológica, la denominada cloud computing, una plataforma de computación a escala global que tiene una capacidad de procesamiento y de emisión de información procesada que es cualitativamente superior a cualquier otra conocida hasta ahora. Uno de sus subproductos es la nueva revolución industrial, cuyas dos vertientes fundamentales en lo que se refiere a la reestructuración de la producción manufacturera a escala global, que se digitaliza completamente, son: EE.UU., en primer lugar, y el Reino Unido, en segundo término.

EUROPA, EN PLENO PROCESO DE RECONVERSIÓN

- Usted se refiere también a las dificultades que está teniendo Europa para adaptarse a esta nueva economía de la información. ¿Esa es la raíz de la actual crisis en la eurozona?

- La economía europea se encuentra incapacitada para competir en las nuevas condiciones globales, en las que la industria manufacturera asiática es hipercompetitiva. Esto se da además en un momento en que EE.UU. ha reestructurado el conjunto de su sistema productivo y está desarrollando una nueva revolución tecnológica, lo que crea reglas de competitividad mucho más exigentes que las que ahora se han conocido. Es en este contexto que se produce la crisis europea. Lo que está ocurriendo en la zona euro es un proceso de reconversión y reestructuración para lograr adquirir condiciones de competitividad en este nuevo marco del proceso productivo mundial.

- Los países europeos difícilmente podrán sostener entonces su Estado de Bienestar.

- No lo puede sostener y de ahí la crisis. Sin embargo, están en marcha las reformas: lo que Alemania hizo durante la primera década del siglo XXI y lo está haciendo ahora España de una forma extraordinariamente exitosa, sobre todo en lo que se refiere al cierre de la brecha en su cuenta corriente –que es positiva por primera vez en 20 años– y a un aumento de las exportaciones de su industria fuera del marco europeo. España está exportando cada vez más a India, China, México y Brasil, lo que indica que se está adaptando a las reglas de juego del nuevo sistema mundial.

- ¿En qué situación se encuentra Francia, que ha sido históricamente junto con Alemania la “locomotora” de la Unión Europea?

- Francia está paralizada por el agotamiento de un sistema productivo y de competitividad basado en un peso extraordinario del gasto público y del papel del Estado. Lo que está paralizado es el sistema francés; no así las empresas transnacionales francesas, que se encuentran entre las más innovadoras del mundo.

BRASIL, DE LÍDER REGIONAL A ACTOR GLOBAL

- Si nos trasladamos a América Latina, ¿cuál es el papel que está desempeñando Brasil?

- Brasil ya no es un actor regional, sino que ha pasado a ser un actor global. Es uno de los tres grandes países emergentes, junto a China e India. El producto bruto brasileño es incluso mayor que el de India y la capacidad de atracción de inversión extranjera directa de las empresas transnacionales brasileñas es muy superior a la de India y solo inferior a la de China. Sus dificultades son de orden interno porque el país funciona en base a un sistema de consenso nacional entre sus distintas élites que está agotado, ya que se funda en el proyecto varguista que apunta al mercado interno y a un papel crítico y decisivo del Estado, con una alta importancia de la burocracia estatal, que claramente no alcanza para competir en las nuevas condiciones globales.

- Un tema a resolver es el futuro del Mercosur que surgió con fuerza en la década del 90, en el marco de un “regionalismo abierto”, y en los últimos diez años se ha estancado.

- El destino del Mercosur está atado, en un sentido estricto, a Brasil. Su producto bruto es el 72 por ciento del producto bruto del Mercosur. El éxito del Mercosur en su etapa inicial, a partir del Tratado de Asunción en 1991, coincidió con la eliminación de la megainflación brasileña y con el consecuente crecimiento fenomenal de su demanda, que permitió a todos los países del Mercosur –en particular, Argentina– aumentar sus exportaciones de manera extraordinaria. En el momento actual, la economía brasileña ha dejado de crecer; el año pasado la tasa de crecimiento del 0,9 por ciento anual y en los primeros seis meses de este año esa tasa fue del 0,8 por ciento acumulado. Aun más significativo es que la tasa de crecimiento potencial a largo plazo de Brasil es del 2 por ciento anual o incluso menos. Esto significa que ha llegado el momento de cambiar. El cambio de Brasil es un tema fundamental para el resto de la región.

EL PAÍS, ANTE UNA OPORTUNIDAD HISTÓRICA

- Usted se refiere a una gran oportunidad que se plantea para toda la región y que tiene a nuestro país como actor central. Me refiero al nuevo superciclo de las commodities.

- En la última década se ha producido una modificación de la demanda mundial de commodities por la irrupción de China e India en la economía internacional, lo que representa una oportunidad para todos los países de América del Sur que son grandes productores de materias primas. Son los mejores diez años del último siglo de historia de la región. La diferencia entre cada uno de ellos en relación con la demanda asiática está dada por la medida que se ha aprovechado o se ha dejado de aprovechar esta inmensa posibilidad.

- Ahí es donde entran a jugar las ventajas comparativas reales, que en el caso argentino  están vinculadas al altísimo nivel de productividad de su complejo oleaginoso.

- En las condiciones del proceso de globalización del sistema capitalista, una ventaja comparativa se torna competitiva en la medida en que se especializa. Esta es una regla elemental, pero profundamente vigente en el actual proceso de acumulación. Lo que está en juego para la Argentina es la profundización de la especialización agroalimentaria del país, que es junto con EE.UU. una de las dos estructuras agrícolas de mayor nivel de productividad del mundo actual.

- Una ventaja adicional de la Argentina es la gran disponibilidad de excedentes exportables.

- Esta es una diferencia específica de la Argentina desde que emergió al mercado mundial en los últimos treinta años del siglo XXI. Entre los grandes productores de agroalimentos, la Argentina es el que tiene menos población relativa. Por lo tanto, las características que tiene su producción de agroalimentos es que coloca en el mercado mundial la masa de lo que produce, sin necesidad de satisfacer previamente un gigantesco mercado interno, como ocurre en los casos de Brasil (194 millones de habitantes) y de EE.UU. (303 millones de habitantes).

- Hay un punto en el que usted se detiene y es el sistema educativo. ¿Cuál es el reto que enfrenta la Argentina en este campo?

- El punto de partida de la Argentina es extremadamente elevado. Se basa en 70 años de la escuela primaria de Sarmiento, sumado a un alto nivel proteínico en la alimentación de su población y a un alto nivel de politización a lo largo de toda su historia, que es uno de los elementos fundamentales de educación de un pueblo. Se trata de ampliar o abarcar la totalidad de las posibilidades que existen, en términos de capital humano, en una de las poblaciones de mayor nivel cultural, educativo y político del mundo contemporáneo. Hay que tener en cuenta que en el mundo de hoy la educación no es simplemente la instrucción que se obtiene dentro de los canales tradicionales; Internet y los desarrollos digitales también constituyen una extraordinaria escuela de formación y de educación.

- Otro factor que usted aborda es el de la infraestructura. ¿Cómo se encuentra nuestro país al respecto?

- En este aspecto, el dato que hay que tomar en cuenta es que en la década del 90 tuvo lugar el desarrollo de la infraestructura más importante de la Argentina en relación a la producción agroalimentaria desde el establecimiento de los puertos a principios del siglo XX. Me refiero a la creación de la Hidrovía, que llega desde los ríos Paraguay y Paraná hasta el Río de la Plata. Este es el canal por el que se transporta la gran producción agroalimentaria de la Argentina y donde está situado el cluster de la industria aceitera, que es la más competitiva del mundo, por encima incluso de la norteamericana. El principal puerto oceánico por el que se transporta la producción agroalimentaria argentina es Rosario.

EL FEDERALISMO ARGENTINO Y UN NUEVO PACTO TRIBUTARIO

- Al detenerse en el actual sistema político argentino, un reto pendiente es el desarrollo de un verdadero federalismo.

- La característica principal del sistema político argentino es su condición federal, pero lo decisivo no es el vínculo que existe entre el Estado nacional y las provincias, sino el vínculo que se establece entre el Estado nacional y la provincia de Buenos Aires, que es la contratara del poder central. El poder nacional en la Argentina y su sistema de gobernabilidad se construyó, luego de 60 años de guerras civiles, sobre la base del dominio sobre la provincia de Buenos Aires, a partir de la nacionalización del puerto y la creación de la Capital Federal en 1880. La novedad del último tiempo es la aparición en el Conurbano bonaerense de un grupo de intendentes con poder político, lo que está reformulando el pacto federal en el país.

- Otra cuenta pendiente es la necesidad de un nuevo pacto tributario, que usted plantea como superador de la recurrente discusión sobre reforma de la coparticipación federal.

- Es imposible resolver el problema del pacto tributario de la Argentina en los términos tradicionales, ya que la provincia de Buenos Aires se encuentra profundamente subrepresentada, tanto en términos políticos como demográficos, en la coparticipación federal. La razón principal por la que se encuentra subrepresentada es por el fenómeno del Gran Buenos Aires, que ha modificado la ecuación Nación-Provincias a partir de su formación en la década del 30. El punto fundamental es resolver el problema del fortalecimiento institucional y de la consiguiente financiación del Gran Buenos Aires como base para resolver el problema federal de la Argentina.