Por: defblog
El académico brasileño Marcos Costa Lima, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Campinas y profesor de la Universidad Federal de Pernambuco, analiza la inserción internacional de su país como integrante del grupo BRICS y su rol como potencia regional sudamericana.
De la Revista DEF / Especial para INFOBAE
-¿Cuál es la importancia de los BRICS para Brasil en términos de su inserción internacional?
-El primer punto a destacar es una cuestión geopolítica importante respecto de los BRICS, que ya fue anticipada con una articulación que Brasil hizo con el proyecto IBSA, un foro también integrado por India y Sudáfrica, con algunos aportes financieros para apoyar otros países en África. La intención que motiva estos foros es un alargamiento de la política exterior brasileña. Posteriormente, el análisis que Jim O’Neill, de Goldman Sachs, hizo de los BRICS impulsó mucho las posibilidades, que convergieron con un momento favorable de China y con un período de crecimiento de India. También Rusia estaba creciendo. Lula tuvo una mirada inteligente sobre esto. A mi juicio, el BRICS toma impulso en un momento en que se presenta la crisis internacional. Ni el propio Jim O’Neill imaginó que el BRICS pudiera constituirse en un foro institucionalizado como el que existe actualmente, con reuniones anuales, que ya propuso la creación de un banco y también intercambios monetarios fuera del dólar. Son cuestiones importantes. Sin embargo, aún existen muchas diferencias entre estos países, que vivieron un momento favorable en medio de la difícil coyuntura internacional. Es importante la constitución del bloque de países emergentes para conseguir una inserción más favorable. Yo creo que el BRICS es una idea interesante, que se conecta con los intereses de la política exterior brasileña, con el objetivo de tener una mayor visibilidad en el contexto internacional; aunque todavía va a tener que andar un largo camino para consolidarse.
-¿Cuál es el rol de China en todo este proceso?
-El crecimiento de China, que ha pasado a ser el primer socio comercial de Brasil, es un punto muy importante para América del Sur en general. Siempre estuvimos muy orientados hacia EE. UU. Hoy, gran parte de la producción de agrobusiness de Brasil se dirige a China, lo que modifica el contexto geopolítico. Yo estuve en China el año pasado, durante 18 días, y me quedé muy impresionado con el avance en materia de infraestructura urbana, de transporte y movilidad de la población, y de la producción. Se prepararon para el futuro. China enfrenta el desafío de mantener una tasa de crecimiento vía crecimiento endógeno, y al mismo tiempo, articular ese crecimiento con la sustentabilidad ambiental.
-Al mencionar las dificultades de Brasil para lograr esta mejor inserción, usted puntualiza el bajo nivel de inversión y desarrollo (I+D) y la baja calificación de su mano de obra. ¿Cuál es la realidad de Brasil en estos ámbitos?
-Tanto Brasil como India tienen problemas muy serios, que son aun mayores en India con el tema de la pobreza. En India no hay control de natalidad y, dentro de diez o quince años, su población superará a la población china, con el agravante de que la distribución de la renta en el país está muy concentrada y no hay redistribución. También los problemas internos, endógenos, son muy grandes. Es muy drástica la política respecto del campo, y por eso siguen creciendo los movimientos naxalitas (NdR: el movimiento naxalita, de ideología maoísta, surgió en la década del 60 en Naxalbari, en el estado de Bengala Occidental, y desde allí se fue expandiendo a otras zonas rurales del país). Mientras tanto, en Brasil y otros países que no practicaron a rajatabla las políticas neoliberales durante los 90, se logró reducir la mortalidad infantil y el analfabetismo. Sin embargo, hay cuestiones centrales como la necesidad de una mejor infraestructura. Brasil, por ejemplo, abandonó la cuestión de los ferrocarriles, lo que hoy produce un costo muy grande para un país de dimensiones continentales que tiene que distribuir todo por carretera, con el costo en combustibles fósiles. Se necesitarían políticas bien definidas y de largo plazo para solucionar estas trabas al desarrollo.
-¿Qué otros problemas observa en Brasil en materia de sustentabilidad de su desarrollo económico?
-Una cuestión importante es la necesidad de encarar un desarrollo que no sea tan predatorio y esté mucho más enclavado en la ciencia y la tecnología. Es decir, superar los factores ligados a la primera y segunda revolución industrial. Hoy vemos los problemas en las áreas urbanas, los congestionamientos y los trabajadores que pierden tres horas en ir y venir de sus puestos de trabajo. Se prestó muy poca atención a los desequilibrios ambientales. Hay poca sustentabilidad en el modelo de crecimiento actual. Brasil tiene una gran reserva de agua y de biodiversidad que precisa ser estudiada. Debemos evitar la expansión de las plantaciones de soja, que producen daño en el medioambiente. Es fundamental que la población pueda calificarse para tener acceso a trabajos más vinculados a lo intangible. La innovación tecnológica no se estaciona, sino que continúa. Ese es el gran dilema actual. Hay una aceleración de la electrónica, mientras que las poblaciones están todavía muy lejos de una sociedad de los servicios y de la inteligencia.
-¿Existe un riesgo de “primarización” de las exportaciones brasileñas hacia China?
-Es un problema que no ha entrado mucho en las discusiones sobre comercio. Cuando una delegación china viajó aquí a Recife, y yo brindé una exposición para ellos, les presenté algunos datos proyectados mostrando el crecimiento de las exportaciones chinas hacia Brasil, que están concentradas casi en un 85 por ciento en productos con valor agregado; mientas que las exportaciones brasileñas hacia China están prácticamente limitadas a la soja, el agrobusiness y los minerales. Eso crea a largo plazo una dependencia y provoca daños en el medioambiente. Además, generan muy poco trabajo y traen aparejados niveles de importaciones de grandes máquinas que no producimos acá. Es un problema serio, que requiere de mayor atención y sensibilidad de los gobiernos. Habría que encarar una articulación comercial más virtuosa para los dos países.
-¿Qué sectores cuentan con mayor potencial para impulsar un desarrollo más virtuoso de Brasil?
-El pre-sal producirá un impulso muy fuerte para sectores industriales brasileños, como la construcción de plataformas petroleras localmente. Sin embargo, el petróleo genera problemas asociados a la contaminación. Yo creo que habría impulsar sectores como los de la informática y los fármacos, que son hoy en su mayor parte importados y generan un costo para la población. Necesitamos un shock de innovación, no solamente en Brasil sino también en Argentina, que cuenta con capacidad intelectual y cuadros de mucho valor. El Mercosur está marchando a pasos muy lentos en este ámbito.
-¿Qué valoración haría usted del liderazgo regional de Brasil en Sudamérica?
-El liderazgo es fundamental para la integración. A mi juicio, Brasil tiene una interpretación madura de la posibilidad de solidificar una integración que sea complementaria y positiva para todos los países. Los problemas que tenemos no son tan difíciles de superar. Por ejemplo, cuando se lanzó el Mercosur, Brasil tenía acuerdos específicos con Argentina en el sector de biotecnología, y había intentos de producir aviones conjuntamente. Argentina tiene, a su vez, una tradición muy importante en cuanto a producción de fármacos. También necesitaríamos un banco regional, bajo el modelo del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, de Brasil). Necesitamos atender mejor los problemas de salud y educación en la región, con recursos, proyectos y acompañamiento de los resultados. Debemos repensar la planificación de nuestro desarrollo, que tiene que estar basado en la sustentabilidad del modelo de crecimiento. Yo creo que hay un movimiento internacional de cambio, pero no es fácil. De todos modos, soy optimista y creo que la continuidad de gobiernos populistas, de izquierda o socialdemócratas es una buena noticia para Sudamérica.