Escuchando a los chicos

#ElArteDeLaPaz

Me ha sucedido varias veces que al conversar con conocidos sobre los beneficios del Aikido, estos me plantean muchos interrogantes con respecto a la edad necesaria para iniciar la práctica.

Tal como ya he comentado, también estas personas son las mismas que ponen excusas que justifiquen porque no se animan a comenzar una nueva disciplina. Son los que encuentra excusas para todo, especialmente para aquello que no se animan a encarar porque los obligaría a salir de su zona de confort.

En ese mismo post dije que los niños podían empezar a practicar a partir de los 5 años.

Hace un tiempo, se incorporaron niños a las clases en el Dojo y tuve la fortuna de comenzar a practicar con ellos. Son un desafío permanente.Chicos en el Dojo

Uno puede presuponer o diagramar muchas cosas con anticipación, pero llegado el momento, serán ellos los que marcarán el ritmo de la clase.

Me sorprendió lo rápido que aprenden y lo ávidos de conocimiento que están. Siempre quieren que se les explique un poco más y se les enseñe un poco más. O alguna técnica nueva o que les cuente algo sobre samurais, katanas, hakama, graduaciones, etc.

Eso por un lado, pero tal vez, lo que más me llamó la atención fue la imperiosa necesidad de contar lo que les había pasado en el día que traen los niños.

Esto llevaba a que interrumpieran la clase constantemente, intentando contarme y contarse entre ellos lo que les había pasado. Esto generaba caos y dada mi inexperiencia en práctica con niños, llevaba a que se perdiera el orden de la clase.

Opté entonces por proponerles que practicáramos en silencio, prestando atención y un rato antes del final, nos sentáramos a conversar en ronda, así todos los que quisieran podrían contar lo que les había sucedido en esos días. Desde un problema en el colegio, hasta un sueño que habían tenido.

Funcionó perfectamente bien y no solo eso, sino que cuando alguno de ellos interrumpe la clase, los otros le dicen que espere hasta el final, hasta el momento de hablar y así lo hacen todos.

Es interesante ver cómo las reglas claras, son respetadas y resultan de utilidad para el mejor desenvolvimiento del grupo.

Y también, darme cuenta de la necesidad de ser escuchados que tienen los niños y lo mucho que podemos aprender haciéndolo.