¿Cuál es el problema de la vida eterna?

A mí me quieren engatusar.

Hacer creer que es mejor la finitud porque de lo contrario no haríamos nada. Lo postergaríamos todo. Y, además, para qué queremos la eternidad terrenal si no sabemos qué hacer un domingo a la tarde.

Todas argumentaciones precarias y falaces, que sirven de premio consuelo.

Y, como todo premio consuelo, no conforman a nadie.

No cuestiono por supuesto al hombre de fe, porque tener fe y nutrirla es una elección reconfortante. Y, desde mi humilde opinión, es a la vez una decisión conveniente.

Tal vez no haya una contradicción insalvable entre la fe y la expectativa de generar la vida eterna en nuestro mundo. No sé qué pensarán ustedes. Sería cuestión de bucear sobre esas problemáticas, indagar las diferentes posiciones y arribar a un entendimiento que pueda resultarnos razonable.

Para eso, como para cualquier posibilidad de evolucionar intelectualmente, tenemos que ser capaces de escuchar y aprender de quien piensa diferente.

Aunque no quisiera desviarme del tema. Si para algo escribo es, sin la menor de las dudas, para tomar carrera, avanzar con convicción unos buenos metros y darle de derecha con todo al hormiguero.

A ver qué pasa.

De lo contrario, sería aburrido. O impropio para nuestros tiempos, porque si para algo estamos, por supuesto entre otras cosas, es para divertirnos. Pasarla bien. Disfrutar. Celebrar la vida.

CreerY tantas otras cosas que hacen muy bien en recordarnos los gurúes de nuestros tiempos, que a fuerza de palabra y convicción, constituyen una ayuda invalorable para remover las creencias en el sacrificio, que solían ser muy fomentadas en nuestras cabezas de niños pequeños. Por eso, y aunque sea nada más que por eso, bien vale que muchos maestros se encarguen del tema y nos ayuden a liberarnos de esas ideas perniciosas, que contribuyen a deshonrar la vida, postergar el disfrute y amargar innecesariamente a la gente. Continuar leyendo

La política en la mesa

Estefanía hace bien en invitarme a cenar con amigos el viernes a la noche. Por eso llego puntual y con amplias expectativas.

-Juancito –me recibe con alegría.

-¿Cómo anda compañera? –le digo para iniciar la fiesta.

Se ríe, me dice que pase, que estoy en mi casa. Y me acompaña hasta el balcón terraza. Me siento y disfruto la vista al río.

Pronto llega Esteban, y Lucas con Marisa. Son las 20 horas en Buenos Aires y ningún plan es mejor que una noche con amigos.

Estefanía se muestra inquieta, va de un lado para el otro. Anuncia que pronto estarán los sorrentinos de salmón a la mediterránea. Camina hasta la cocina y vemos desde lejos que acomoda los quesos, las ensaladas…sorrentinos2

-Tranquilizate, vení a disfrutar la noche –le dice Esteban desde la mesa.

Estafanía se tranquiliza, aparece con un vino que dice que lo tenía especialmente guardado para la ocasión, le pide a Lucas que descorche. Lucas lo muestra como un trofeo, lo abre y llena las copas. Brindamos.

-Por la compañera –digo, y todos nos reímos.

-Se están complicando las cosas –suelta Lucas. Ya les queda poco –asegura, como afirmando el cuchillo donde duele. Continuar leyendo

¿Por qué rezongamos?

No sé ustedes pero yo con cierta frecuencia rezongo.

¿Por qué rezongo?

Por distintos motivos que hacen que valga la pena caer en el rezongo y batirse a duelo con el mundo. Todo para resarcir injusticias y acomodar las cosas en su lugar adecuado.

Por eso llamé recién al 0800-999-2400 y luego de hablar con varias voces robóticas y gastar buenos minutos escuchando alternativas que se reducían a apretar el uno, dos, tres, cuatro, cinco… Pude apretar números apropiados y al cabo de un buen tiempo me atiende un muchacho con destacada cordialidad.

Después de ingresar el número de documento y la clave de cuatro dígitos.

Digo sin titubeos que llamo para desconocer un débito del exterior que había dado de baja hace meses. Y que ahora me vuelve a aparecer en el resumen como un gasto que se insinúa que deberé pagar indefectiblemente.

Me mantengo firme, procuro sostener la calma y explicar con precisión esta injusticia a la que soy sometido. Y concluyo con una clara solicitud.

Quiero que se rechace ese consumo futuro y se dé por fin de baja al débito automático tal como lo había solicitado.

El hombre me explica que en el Banco Rio no pueden hacer nada. Que tengo que hablar con Visa y lograr comunicarme para hacer esa solicitud.

Me indigno al corroborar el resultado previsible. Pero procuro que deje asentada la queja y el disgusto de un cliente que no obtiene respuestas razonables de su banco, que es justamente quien le emitió hace años la tarjeta, quien precisa los consumos, envía el resumen y lo cobra.

-0810-666-3400 –me indica cuando le pido el número prometedor. El que me liberará del pago y ordenará el mundo.

Agradezco y me despido.

contestador

Marco sin miramientos y logro sortear con habilidad de cliente determinado a hacer justicia, todos los minutos necesarios que exigen alternativas numerales de contestadores molestos, insistentes y fastidiosos. Continuar leyendo

¿Quiénes pueden comprar dólar ahorro?

Un amigo que se reconoce Nacional y Popular, que siempre votó al Peronismo, que es incapaz de ceder ante cualquier discusión que atente contra las ideas medulares del Gobierno actual, está indignado.

Me cuenta que es la tercera o cuarta vez que quiere comprar dólares con el dinero que tiene en su banco y que ha sido sistemática y recurrentemente rechazado, como si sus pesos estuvieran menoscabados y su capacidad de ahorro demostrada en el compromiso de años al depositar su dinero en la banca nacional, fuera burlada vil y burdamente.

—No te enojes —atino a decirle.

Mi amigo me clava la mirada. Y se queja.

—¿Cómo no me voy a enojar si jamás compré un dólar y mi dinero está en el banco hace años?

—No sos el único —le digo para aliviarlo—. Además, ¿para qué querés los dólares si no te gusta viajar?

—No es que no me guste viajar ni que sea antipatria. Es que yo con mi dinero hago lo que quiero y me veo vulnerado en mi libertad de decidir qué hacer con mis ahorros.comprar

Pienso igual, nada nos precariza más que las limitaciones a nuestras libertades. Continuar leyendo

La clase de yoga

Decido ir.

Basta de demorar. Basta de procrastinar. Basta de dar vueltas en conceptualizaciones más o menos convincentes, que indican caminos saludables y convenientes.

Son las 19.15 y salgo del departamento. Camino unas cuadras y llego puntual al gimnasio a las 19.30. Abro la puerta del salón 4 y busco mi colchoneta, mientras miro a la señora profesora que saluda con cordialidad.

Me ubico en la tercera línea, que es la más alejada a la instructora. Creo que así podré pasar desapercibido y disfrutaré más la clase. Si tengo alguna certeza es que debo esquivar cualquier exigencia que suponga sacrificio y reposar en la calma del placer.

— Empezamos —escucho.

Pies estirados. Movimientos de las manos con los brazos extendidos hacia un lado. Ahora hacia el otro.

— Junten pies. Círculos hacia afuera.

Obedezco. Continuar leyendo

¿Por qué se cree en la agresión?

No sé qué percepción tendrán ustedes, pero los últimos años parecieran observarse en la Argentina actitudes de agresión, violencia y descalificación que se han vuelto muy frecuentes.

Parecería que muchas personas creen en esas lógicas y las asumen con cierto compromiso para desplegarlas en el accionar cotidiano.

Así se ve por ejemplo en la televisión cómo las personas se agreden, se insultan o agravian por disímiles motivos. Muchos de los cuales son provocados con intención, para permitirles a los protagonistas desplegar las destrezas de la maldad, que terminan revelando la degradación del ser humano.

elegirTodos miramos. O muchos miramos.

Con sumo interés, porque pocas cosas resultan más interesantes a los televidentes que las peleas desorbitadas e impredecibles, que pueden prometernos el más inquietante de los desenlaces y dejarnos con los ojos abiertos ante el despropósito de un final inusitado.

Eso incentiva el rating. Pero no es lo único que provoca rating. Con lo cual, dada la incidencia negativa que producen esas lógicas en el conjunto de la sociedad, quizás el desafío es poder superar esas prácticas y producir contenidos que provoquen igual interés e incidan favorablemente en los televidentes.

Ejemplos positivos sobran y se exhiben hasta en los mismos programas que actúan de ring para la cizaña que motiva la riña e impulsa a los protagonistas a degradarse con las verborragias y artimañas que fueran. Continuar leyendo

¿Cómo construimos la realidad?

Es posible que muchos andemos inquietos preguntándonos por este tipo de peculiaridades. Cuestiones que parecen en esencia relevantes y significativas, y que nos llevan a inmiscuirnos en un proceso de búsqueda sistemática, intencional, y muchas veces fallida.

Situación que por suerte no suele desalentarnos para continuar con el propósito y presumir que tarde o temprano llegaremos a buen puerto. Descubriremos por fin cómo son las cosas y cómo funciona la vida.

Si así no fuera, el ímpetu por la verdad, difícilmente se mengüe y procurará mantenerse firme hasta encontrar resultados que considere satisfactorios.

Sirva el preámbulo para permitirnos indagar un poco y arriesgarnos en explicaciones que tal vez puedan resultarnos efectivas o bien nos sirvan para aportar mayor claridad a temas que siempre tendrán aspectos difusos y requerirán cierta complejidad para ser resueltos.

alegriaPrimero, creo, está el pensamiento.

El pensamiento es el que delimita nuestra realidad posible. Nadie, por más valiente u osado que fuera, genera una realidad que supera a su pensamiento.

El límite de su pensamiento es el límite de su realidad.

Por eso, cuanto mayor es la precarización de nuestro pensamiento, cuanto mayor es su titubeo, menor es la instancia a la que podamos arribar como personas.

El pájaro que quiere volar más alto, es siempre el que llega más lejos.

Y aunque en cuestiones de filosofía de vida y manuales para la supervivencia y el éxito, es cuestionable. Sirva la visión de pensamiento poderoso y pretencioso para impulsarnos al escalón más alto que podemos aspirar. Continuar leyendo

¿Hablamos de la muerte?

Me pone triste pensar que nos vamos a morir. Que la suerte está echada. Y que lo único que media entre nosotros y la muerte, es el tiempo.

Que se insume como si fuera un reloj de arena.

Siempre me llama la atención que estemos como embaucados en temas en apariencia muy menores, como si el dólar aumenta o baja, si mañana va a llover o hará frío, si Juanito le dijo a Pedrito que era alto, flaco, gordo o pelado. Si Pedrito le devolvió la agresión que estuvo a la altura de la provocación.

Etcétera.

relojSon pocos los recovecos donde se puede encontrar un espacio de reflexión para dedicarnos a temas existenciales. Temas que parecen relegados por cuestiones más relevantes que si observamos con cierta detención tienen una importancia muy menor en relación a temas como la muerte.

¿Tal vez elegimos distraernos con la irrelevancia para evitar lo importante?

No lo sé.

¿La vida en verdad reclama que pongamos los ojos sobre supuestas urgencias?

¿Preferimos esconder la muerte bajo la alfombra para engañarnos de algún modo?

Puede ser. Cada uno sabrá.

Porque, si hay algo que constituye siempre un error, es responder por el otro. O peor aún, afirmarle cuál es su respuesta correcta. Continuar leyendo

¿Somos 40 millones de técnicos?

Permitámonos jugar un poco con la intención de disfrutar la escritura y la posibilidad de lectura, como espacio para reflexionar…

No sé qué pensarán ustedes, pero es posible que los argentinos seamos 40 millones de técnicos. Y no sólo 40 millones de técnicos, quizás somos también 40 millones de Presidentes o Presidentas y 40 millones de Ministros de Economía.

Quizás no está mal que ejerzamos los puestos de algún modo. No hacerlo sería como traicionar a la patria y renegar de los genes argentinianos, que nos impulsan a apasionarnos con las más diversas cuestiones de la vida cotidiana y las inquietudes que nos aquejan.

MundialPor eso, si llega el Mundial o termina, no podemos ser tibios, fríos, distantes. De alguna manera algo tenemos que decir para honrar nuestra esencia patria, la que nos lleva a abrir la boca y participar de algún modo, sintiendo que lo que tenemos para decir bien vale ser escuchado. Porque para algo uno trabaja, lee tantas noticias o se informa con Infobae, Twitter, Facebook, los diarios, las radios o lo que fuera.

Y si no es para abrir la boca ante los hechos relevantes que nos afectan a todos, no tendría mayor sentido ser espectador de una realidad que impide que participemos. Así que no está mal decir lo que cada uno quiera compartir. Continuar leyendo

¿Brasil decime qué se siente?

Es posible que corra riesgo.

Riesgo de quedar como un viejo cascarrabias que viene a ahogar la fiesta, a pedir que se baje el volumen y se termine de una vez por todas con los festejos.

Es cierto.

Pero vale la pena correr el riesgo cuando uno piensa que es necesario correrlo. Y si es para reflexionar y resolver conductas que terminan por afectarnos a todos, no tengo dudas.

Vale la pena correrlo.

Resulta al menos inquietante el ímpetu que existe entre muchos argentinos de cantar canciones en contra de los adversarios ocasionales. Particularmente es llamativa la alegría que suele provocar en muchos compatriotas gritar canciones contra Brasil.

A esta altura ya es conocida aquella canción que busca provocar al pueblo brasilero y avivar la peor de las rivalidades. La que incide en despertar en el oponente los sentimientos más negativos.

El enojo, la rabia, la venganza, la violencia…

Cada vez que los argentinos enfervorizados gritan “Brasil decime que se siente tener en casa a tu papá…”, ¿qué piensan que despertamos en la gente de Brasil?

Seguramente no los instamos desde ese cántico a construir una relación amistosa. ¿No?

brasil-argentina Continuar leyendo