No sé qué percepción tendrán ustedes, pero los últimos años parecieran observarse en la Argentina actitudes de agresión, violencia y descalificación que se han vuelto muy frecuentes.
Parecería que muchas personas creen en esas lógicas y las asumen con cierto compromiso para desplegarlas en el accionar cotidiano.
Así se ve por ejemplo en la televisión cómo las personas se agreden, se insultan o agravian por disímiles motivos. Muchos de los cuales son provocados con intención, para permitirles a los protagonistas desplegar las destrezas de la maldad, que terminan revelando la degradación del ser humano.
Todos miramos. O muchos miramos.
Con sumo interés, porque pocas cosas resultan más interesantes a los televidentes que las peleas desorbitadas e impredecibles, que pueden prometernos el más inquietante de los desenlaces y dejarnos con los ojos abiertos ante el despropósito de un final inusitado.
Eso incentiva el rating. Pero no es lo único que provoca rating. Con lo cual, dada la incidencia negativa que producen esas lógicas en el conjunto de la sociedad, quizás el desafío es poder superar esas prácticas y producir contenidos que provoquen igual interés e incidan favorablemente en los televidentes.
Ejemplos positivos sobran y se exhiben hasta en los mismos programas que actúan de ring para la cizaña que motiva la riña e impulsa a los protagonistas a degradarse con las verborragias y artimañas que fueran.
Sería conveniente que nos preguntemos por la asunción de la maldad como decisión personal. Porque de lo contrario pareciera que mucha gente la adopta y ejerce sin siquiera haberla elegido.
¿Será que denigrar al otro alimenta el ego?
No lo sé.
Tal vez sea porque obrar con maldad tiene buena prensa. Quién sabe.
Si como seres humanos tenemos luces y sombras, quizás es tiempo de replantear el entusiasmo por asumir los aspectos negativos e incentivar la búsqueda de las posibilidades positivas.
Reflexionemos un minuto, así cada uno elige con conciencia si quiere caer en las trampas de la bajeza o prefiere hacerse cargo de las virtudes del ser humano.