Uno de los mayores problemas que se presentan en los consultantes es la falta de proyectos. Por sobre todo en gente joven que, muy precozmente, va perdiendo el rumbo y no saben para dónde ir, o de dónde vienen; sienten que han perdido el tiempo, entienden que están empantanados, pero no hay dirección, no hay proyectos: les falta ese anhelo que empuja hacia adelante y entonces, lo que aparece, es la depresión, el vacío, y toda una florida serie de síntomas psicopatológicos. La vida, de esta manera, se transforma en ir al trabajo, volver a casa, TV o series hasta la ceguera, salida con amigos; algunos pueden ocuparse de los suyos en el caso de que haya familia, pero el asunto es que pasan los días, los meses y no hay cambios…y la vida va perdiendo su sustancia vital. Continuar leyendo
¿Qué es la depresión? Un mal de nuestra época.
De entrada les digo que no se puede hablar de “la depresión” sino de “las depresiones” y que, dentro de ellas, hay diferentes grados de intensidad.
La depresión se está trasformando en un verdadero flagelo social: la vida moderna, los tiempos actuales que no nos permiten conectarnos con las tristezas en la vida cotidiana, van empujando a la gente a armar estados depresivos de todo tipo. Realmente es un problema en el mundo del trabajo, en millones de familias…el asunto está aumentando alarmantemende. Si les parece, vamos por los criterios generales. Entonces: el deprimido es un sujeto frustrado libidinalmente. ¿Qué quiero decir con esto? La persona comienza a acumular toda un serie de “fracasos”, de pérdidas, de frustraciones (que pueden ser cosas objetivamente dolorosas para todo el mundo, o simplemente nimiedades, pero que – para una persona muy frágil – pueden ser una gran amenaza para su mundo emocional); su libido, sus intereses y anhelos, van hacia el mundo en busca de satisfacerse pero se frustran, no logran esa satisfacción. “Estoy deprimida”, me dijo ayer una chica en su primera sesión: su novio, al que ella quiere mucho, la había dejado. Ese caudal libidinal queda frustrado, de golpe, entonces aparece el enorme vacío, ya no tiene al otro que le garantizaba placer y amor; quiere a su novio, pero ya no lo tiene. Otra me decía “me echaron del trabajo” qué frustración. “No sé qué hacer con mi vida, nada me satisface, nada me enciende”, acumulación de libido no colocada en el mundo. Continuar leyendo
Los 3 motivos más frecuentes de consulta
En el “Ranking de los 40 principales” en los motivos de consulta que nos hacen a los psicólogos, sin duda que el tema que más suena se llama “Los Problemas del Amor” (¿Parece el titulo de una canción de Arjona verdad?) Ese es el que más se escucha, es el Puesto número 1. Gana por goleada en relación a lo que motoriza a la gente a consultar. El amor es algo complejo para todo el mundo, es lo mejor que se puede vivenciar, lo que da más placer y felicidad, pero también, a veces, es una fuente de sufrimiento. Es lógico, se ponen en juego muchas cosas; toda nuestra historia de cómo fuimos amados, se juega lo que observábamos cuando niños entre nuestros padres (o sustitutos de ellos), de cómo vivían el amor, en fin. Por más bien que eso marche en un sujeto, en los conflictos del amor siempre “va la vida” ( “Va la Vida”, otro tema para Arjona”) así se experimenta el asunto, siempre es medio trágico ese mundo.
¿Qué son las adicciones?
Hablemos claro: “No hay cura, hay recuperación”
“No pude licenciado, es mas fuerte que yo, volví a tomar y a fumar, estoy harto de esto, es el cuento de la buena pipa”
“Me salió el demonio de vuelta, volví a consumir, no pude parar, es más fuerte que yo, me siento pésimo”
Frases así se escuchan diariamente en los consultorios. Todo sujeto gobernado por una adicción sufre y tiene un gran desgaste psicológico por esa lucha interna que siempre pierde frente a la sustancia. Ese combate se convierte en algo muy agotador que se suma a la enfermedad de la adicción en sí misma. Ahora bien: estas frases, que cito arriba, son de personas que medianamente aceptan que tienen problemas de adicción, cosa que es difícil pues señores: la característica central del adicto es que niega que tiene un problema de adicción. El sujeto desmiente que realmente tenga un inconveniente con las drogas, alcohol o el tabaco; puede aceptarlo de la boca para afuera, pero -en su interior- tiende a pensar que lo puede manejar: “yo no soy adicto” “yo soy diferente”.
Toda persona que termina consolidando una adicción, en algún momento, tal vez sí pudo controlarla, hasta que ya no. Igual pensemos que en esto de “manejo mi consumo” también hay un costo para la salud mental y física. Se puede consumir esporádicamente drogas y alcohol en exceso y no ser un adicto, pero se paga un costo también; digo: luego de una noche de euforia química y excesos de todo tipo, hay una fase depresiva tóxica posterior muy fuerte. Es decir, los “placeres” que dan las drogas, el alcohol o el “puchito” después de comer, tienen un costo alto, eso no hay duda.
“Licenciado, es más fuerte que yo”. Sí, de eso se trata. En las adicciones el YO (la persona), con toda su voluntad, no puede frenar esa fuerza interna que sale y lo lleva a volver a fumar, a tomar o a consumir lo que fuere. Ese objeto a ser consumido (cualquier sustancia) es más fuerte que la voluntad del YO de no consumirla. ¿Se entiende? Entonces: “Quiero dejar el alcohol, o el cigarrillo, la droga” etc.; pero “mi YO es débil para con eso, mi voluntad se quiebra”. El YO del sujeto es gobernado por ese impulso interno. Bien, ese mecanismo que intento explicares es la adicción, tan simple y tan complejo a la vez. Mucha es la gente que aparentemente maneja su consumo, pero – desde lo psicológico – esa sustancia…el momento de consumirla, la manera de consumirla… ocupa parte importante de su vida cotidiana y de sus pensamientos y de sus hábitos de vida. Un adicto no es solo el que consume todos los días tal o cual cosa en cantidades gigantes, no: el tema es la dependencia psicológica -no solo la física- que la persona arma alrededor del consumo. Es decir: hay sujetos que solo consumen un poquito cada noche y raramente se exceden, otros que consumen solo los jueves a matarse, eso no anula que no tengan algún tipo de problemática adictiva.
Ahora bien, la experiencia muestra que una vez que un sujeto consolida en su personalidad una adicción (hablamos de una adicción franca) no hay vuelta atrás; es muy difícil que un adicto al tabaco luego de 3 años de dejar de fumar vuelva a hacerlo y solo fume un “puchito” los martes después del partido. Es estadístico que ese sujeto -a la larga o a la corta- vuelva a fumar desenfrenadamente sin poder parar. Lo mismo para un drogadependiente o alcohólico. Por eso -a mi criterio- una vez que hay adicción, la única “cura” conocida es dejar totalmente el consumo. No ha cura, hay recuperación. La adicción es una enfermedad crónica, pero con consumo o sin consumo. La experiencia de miles de personas con esta problemática muestra que son muchos los que luego de pasar largo tiempo sin consumir absolutamente nada, vuelven a consumir creyendo que lo “van a poder manejar” y terminan consumiendo de maneras destructivas e impulsivas otra vez. La negación de la que hablábamos antes, hace que la persona subestime a esa fuerza impulsiva que tiene dentro de sí (que es su enemigo interno) y vuelve a caer…y hasta peor aun. También hay personas que consumen toda la vida con momentos de mayor o menor intensidad, lo naturalizan, simplemente viven así, se bancan los costos y no se cuestionan nada. Pero eso no anula que no tengan algún problema con eso.
Los psicólogos podemos hacer mucho para que las personas tomen conciencia de este problema, para que constituyan la famosa “conciencia de enfermedad”, que es el primer paso, admitir que se es adicto. Pero los profesionales no podemos solos contra fuerzas tan intensas como las que se ponen en juego en los mecanismos adictivo-compulsivos. Lugares como Alcohólicos Anónimos (AA) o Narcóticos Anónimos (NA) son un buen aliado del terapeuta. Hay miles de dispositivos para la “cura” de las adicciones, desde la religión hasta las pastillas (el chaleco químico) o las internaciones… a mi criterio estos grupos de autoayuda son los más efectivos; pero creo que tienen que ir acompañados y combinados con una buena terapia para que el sujeto entienda el por qué tiene el problema que tiene, pero psicólogo… solo, para las adicciones, no camina, no alcanza, sería un acto de omnipotencia de nosotros, de creer que podemos con eso en un cuerpo a cuerpo con el paciente. Es psicoterapia más grupos tipo AA o NA. Esa es mi convicción. Eso no anula los otros caminos: hay personas que se internaron y les salió bien, otras que se llenaron de pastillas y también anduvo: pero, a mi criterio, son los menos. En general los que toman esos caminos…no salen. Si bien las estadísticas de recuperación no son muy alentadoras, es muchísima la gente que sale, es numerosísima la gente que logra entender que el “disfrute” que se pone en juego en el consumo… es muy costoso, son muchos los que aprenden a disfrutar la vida intensamente y con mucho placer sin tener que consumir nada. Valerse de algo externo (sustancias) para cambiar el estado de ánimo interno, es algo complejo ya en su fórmula, puesto que, en definitiva, son placeres de “uno mismo disfrutando de ese estado mental que pasa dentro de uno”, no es disfrute con otros, ahí no hay otro.
Hay diferentes tipos de placer y disfrute, en general estas búsquedas de placer, a la larga, empobrecen un poco a la gente, puesto que muestran que lo que está en juego es cierta incapacidad de disfrutar más con otros, o de otras cosas… sexualidad, proyectos, amor etc. Lo que pasa es que el ser humano se acostumbra a todo ¿vieron? se puede acostumbrar a vivir pésimo, o a vivir bien también. Pero para vivir bien, y para los placeres asociados a cosas que no tienen que ver con consumir “eso” que me modifica el estado mental, hay que tomarse más el trabajo, no es tan fácil. Puede llevar años acceder a disfrutar de ciertas cosas de la vida. Esa es la cuestión. El circuito que se pone en juego en los placeres inmediatos del consumo es simple. Es la lógica del todo YA. El contraste es muy grande en relación a los otros placeres que cuestan más.
No es una cuestión de sustancias fuertes o débiles, no pasa por allí: las drogas erosionan el “alma” humana, bestializan a los hombres, sacan lo peor de mucha gente y matan: de diferentes maneras; pues la vida de los adictos es un gran desorden, en donde se cometen un sinnúmero de imprudencias e irresponsabilidades que ponen en juego la propia vida o la salud…de uno y de otros. Es una enfermedad, bien, pero yo soy responsable de curarla. Si a mí mañana me agarra un cáncer de páncreas y…mucho no puedo hacer con eso, me tocó y ya: puedo cumplir a rajatabla con las quimio, tomar los remedios, ser responsable con el tratamiento…pero mucho no puedo hacer. En las adicciones es diferente: depende de mí, la cura está al alcance de mi mano, es solo detener el consumo, y eliminar la adicción activa. ¿Se entiende? Digo: si, es una enfermedad, pero que me la puedo sacar de un día para otro dejando el consumo, luego sigue el larguísimo camino de la recuperación, pues las personas quedan muy mal después de tantos años de martillarse la cabeza sistemáticamente cada día. Apostemos a la vida, y recordemos: somos responsables de la “cura”.
El secreto para ser buenos padres.
Ocuparse de uno, es la mejor manera de ocuparse de los hijos.
Es permanente, uno ve y escucha por todos lados a padres y madres que exigen que sus hijos logren, que sus hijos tengan, que sus hijos disfruten…de lo que ellos mismos no pueden o no han podido lograr, tener o disfrutar. Esa búsqueda desmedida de realizarse en los hijos, ese “hace vos lo que yo no puedo o pude hacer” genera daño, es así. El chico o adolescente capta (percibe desde su inconsciente /consciente) que esos padres dicen y exigen desde un lugar raro…confuso, lo notan, se dan cuenta.
Que haga deporte, que ame; que estudie y sea exitoso, que sea músico… ¡que disfrute de la vida! Que sostenga sus pasiones; nada de eso tiene llegada a un hijo si sus padres no transitan la vida desde ese lugar que indican transitar ¡pero nada, eh! En cambio, si el niño respira desde chico que sus padres ríen, que tienen y sostienen sus pasiones, que son curiosos, que están vivos y que disfrutan medianamente de la vida, eso es lo válido, ¡eso es lo que llega! Eso es lo va a influir en el niño cuando sea adulto. Porque tiene modelos y ejemplos de que la cosa pasa por ahí. Continuar leyendo
¿Cómo elegir una buena pareja? Casi un arte.
Hace unos años, se hizo una encuesta mundial a gente de más de 80 años. A esa edad las personas, en general, suelen tener un claro balance de lo que ha sido su vida, lo bueno y lo malo, los errores y aciertos cometidos… es un momento muy particular. Por supuesto que a esa altura, aún puede haber proyectos ¿por qué no? pero es verdad que también, los años -el camino recorrido y la proximidad de la muerte- hace que la gente haga ciertos balances de lo que ha sido su existencia. Es decir: se mira un poco más el pasado que el futuro, es algo natural y no tiene por qué ser algo tremendo, depende. ¿De qué depende? De eso quiero hablar.
Las preguntas fundamentales de esa encuesta eran las siguientes: ¿de qué se arrepiente? ¿Qué cambiaría de su pasado? ¿Le hubiese gustado que algunas cosas hayan sido diferentes? Casi nadie habló de cosas materiales. Pocos hablaron de sus hijos o de algo referido a ese tipo de vínculo. En raros casos también se mencionaron cuestiones del mundo vocacional o del trabajo. La gran mayoría respondió sobre asuntos, en definitiva, asociados al amor de pareja y a la sexualidad ¿interesante no? Continuar leyendo
Psicologos, en manos de quien dejamos nuestra salud mental.
En
Lo que cura…es la vida (los psicólogos acompañamos)
Somos nuestras experiencias y lo que logramos aprender de ellas.
La vez pasada un consultante decía sentirse empantanado, que consideraba que no estaba mejorando pese a su año y pico de tratamiento; que sí me reconocía haber dejado de ser “un vampiro” -se había instalado como cosa cómica que él había llegado totalmente vampirizado- y que se estaba planteando dejar de venir, estaba enojado conmigo, muy. Estoy hablando de una persona con una enorme complejidad de síntomas obsesivos, muy limitantes para su vida. De alguna manera, el culpable de su mal estar…era yo. Durante ese año, mi objetivo fundamental era que el muchacho salga de su casa – y de la oscuridad- y que se instale en el mundo del trabajo. Para él eso no era central ni era su motivo de consulta. Algunos de ustedes pueden pensar que lo que hice fue demasiado directivo. Sí, lo fue. Yo estaba convencido de que el laburo, y todo lo que circula en ese mundo, para este caso (quizá no para otro) era el primer paso, y la verdad que no me moví mucho de ahí hasta que empezó a trabajar, con resultado muy positivo para él. Continuar leyendo
“Un pirata del asfalto en tratamiento”(caso clínico, parte I)
Lo que les voy a contar sucedió hace bastante, si bien yo ya venía laburando hace algunos años de psicólogo y contaba con experiencia, hoy, a la distancia, y con todo el aprendizaje sedimentado de estos años…seguramente manejaría algunas situaciones mejor. Pero, más allá de algunos errores o de esas cosas que haría diferente, creo que – en líneas generales- tomaría el mismo camino. Ciertos elementos, nombres, datos y el contexto, serán levemente modificados a los fines de preservar la identidad de aquel consultante. Todo será muy abreviado y -obviamente – rellenado. Pero los diálogos, lo que ustedes van a leer en general, será bastante fiel a lo que se dijo e hizo en aquel entonces. Ustedes luego, si lo desean, podrán preguntar; no tengo problema en contarles el por qué tomé algunas decisiones. El caso lo a dividir en unas cuatro entregas, como hacía Dostoievski con sus novelas en la Rusia zarista del siglo XIX. (Risas)
Cerca de donde yo vivía en esos años había un puesto de diarios. Yo todas las mañanas pasaba por allí a buscar revistas y el periódico. Con el canillita había un vínculo, esos que son de dos minutos por día, de hacer chistes, cargadas, fútbol…cosas de hombres. El canillita sabía que era psicólogo y siempre me cargaba con eso, yo le retrucaba a su ” bullying” diciéndole que él se hacía el pendejo rockero (era un tipo grande), siempre el mismo tiroteo. Una vuelta, al llegar al puesto, veo un hombre con pinta de duro total. Piel morena, cara bien de malo, mirada ágil y filosa. Mediría 1,80 de estatura y era tremendamente fibroso ¿vieron esos tipos musculosos natural? ¿Fibrosos y magros 100%? ¿Tipo como son los negros? Bueno, era así. Muy prolijamente vestido, remera ajustada, vaquero y zapatillas…todo súper limpio y prolijo. Se movía como un mono, de veras, se balanceaba en el lugar y rebotaba al caminar, un tipo movedizo, nervioso, pero en el sentido orgánico del término. Se notaba que era una persona muy despierta, rápido, esos tipos de acción que están muy en el mundo. Luego de decirnos las jodas de siempre con el canillita, y yo ya casi doblando la esquina, escucho que me llaman… Continuar leyendo