De entrada les digo que no se puede hablar de “la depresión” sino de “las depresiones” y que, dentro de ellas, hay diferentes grados de intensidad.
La depresión se está trasformando en un verdadero flagelo social: la vida moderna, los tiempos actuales que no nos permiten conectarnos con las tristezas en la vida cotidiana, van empujando a la gente a armar estados depresivos de todo tipo. Realmente es un problema en el mundo del trabajo, en millones de familias…el asunto está aumentando alarmantemende. Si les parece, vamos por los criterios generales. Entonces: el deprimido es un sujeto frustrado libidinalmente. ¿Qué quiero decir con esto? La persona comienza a acumular toda un serie de “fracasos”, de pérdidas, de frustraciones (que pueden ser cosas objetivamente dolorosas para todo el mundo, o simplemente nimiedades, pero que – para una persona muy frágil – pueden ser una gran amenaza para su mundo emocional); su libido, sus intereses y anhelos, van hacia el mundo en busca de satisfacerse pero se frustran, no logran esa satisfacción. “Estoy deprimida”, me dijo ayer una chica en su primera sesión: su novio, al que ella quiere mucho, la había dejado. Ese caudal libidinal queda frustrado, de golpe, entonces aparece el enorme vacío, ya no tiene al otro que le garantizaba placer y amor; quiere a su novio, pero ya no lo tiene. Otra me decía “me echaron del trabajo” qué frustración. “No sé qué hacer con mi vida, nada me satisface, nada me enciende”, acumulación de libido no colocada en el mundo.
Frustración…frustración…de eso se trata. Los ejemplos pueden ser muchos, pero lo central es que toda esa carga queda “flotando y sin objeto o lugar donde encauzarse” y esto es, en una parte importante, lo que genera eso que llamamos depresión. Pueden ser depresiones “reactivas”, digo: este cuadro puede presentarse “en reacción” a algún acontecimiento desafortunado bien puntual y, luego pasar, y que siga la vida. Puede ser una tendencia crónica (continua) que emerge o está sistemáticamente, frente a cualquier frustración lógica de la vida.
Como generalidad, lo que se observa, en estos casos, es a personas sin voluntad para hacer cosas, y con una imposibilidad muy general de experimentar placer en lo que realiza. No tienen “ganas” (me gusta más hablar de “ganas” que de “deseo”); vemos gente que se va apagando; que era una bombita de 75 o de 100 watts y ahora es una de 25. Personas para las cuales la vida y el mundo, la realidad, han perdido un poco el sentido. En ese momento se está en un proceso depresivo -ya sea temporal o crónico- el mundo se va volviendo opaco, nada enciende la mecha o estimula; la sexualidad se apaga, todas las necesidades vitales de desordenan. Ahora bien, hay gente que (en depresiones leves y moderadas), pese a estar deprimida, hace, trabaja, está en el mundo, pero en forma casi automática, sin empuje vital.
Hay todo un debate sobre su origen, si hay un componente biológico; si es más psíquico, mental o anímico. Yo creo que en las depresiones mayores, graves, o en las melancolías (en donde hay mucho autorreproche, autocastigo y culpabilidad desmedida), se puede hablar de que hay algo biológico. Pero no lo central. A mi criterio el eje del asunto pasa por falta de nutrientes emocionales en la infancia. Cuando en la niñez no nos valoran, no nos hacen sentir importantes, no nos marcan las cosas buenas que hacemos…en la vida adulta, pueden aparecer los problemas. Déficits en la idea y valorización de nosotros mismos, en la autoestima.
Por estos días nos hemos enterado del suicidio de Robim Williams. Al parecer, es el resultado de una depresión severa, y de una historia de adicciones muy desenfrenada, con períodos de abstinencia y otros de duras recaídas. Ahí tenemos: una persona que ha conquistado todos los premios en lo suyo, todo el reconocimiento social pero, sin embargo, decide partir, de esa manera. Vemos, de esta forma, que la cosa va por dentro. Podemos lograrlo todo, o mucho, pero si nos sentimos nada (o nos hicieron sentir nada o poco)…la vida…se vuelve una cáscara vacía. Por supuesto que en este caso, y en gran parte de ellos, el consumo de drogas juega un rol central en el deterioro y potenciación del cuadro depresivo. Y ni hablar en el suicidio en sí, en lo que es el “rapto suicida”, siempre hay drogas o psicofármacos o alcohol. Una lástima lo de este hombre. Valoremos la vida, honremos el hecho de existir que es una gran cosa, están los amigos, los hijos, el amor, tantas cosas, no nos dejemos llevar por el negativismo de que el mundo y la gente son un desastre. Hay cosas incomprensibles y espantosas, pero -también- hay muchas, pero muchas cosas buenas, la mayoría. Miremos hacia allí. Y permitámonos estar tristes o eventualmente deprimidos también, es parte de la vida compañeros.