Por: Mariano Marquevich
Se viene fin de año. De las tres grandes secuencias con que medimos el tiempo, la más pesada, la que siempre tiene el mismo número, está por cambiar. Es eso, nada más.
Pero como una ola que lleva doce meses juntando agua, por fin nos levanta a todos y cae de manera espectacular.
El fenómeno social es tan delicado y trascendente, que buscamos acobijarnos, aunque estemos muriéndonos de calor.
Y descubrís que los muchos o pocos logros que conseguiste, te dejaron al pie de nuevas expectativas. ¿Es el mismo lugar? Y eso que nunca cambiaste, sigue sin cambiar.
Cerca de fin de año hay ruidos sordos, persianas que se cierran. Tu agenda no dá a vasto, pero, paradójicamente, es muy poco lo que se puede hacer. Son ceremonias de clausura. Algunas mejores que otras. Pasa que la gente esta dando un cierre. Venite en febrero…
En la punta de la vela, ya casi una brasa nomás. Y la cera hizo esa forma… No otra.
Ojala algún día nos cansemos de tapar luz. En una de esas, esta gota rebalsa tu vaso. Es la hora adecuada para que pienses, de una vez por todas, que tu momento es ideal.
Gracias por acompañarme, un año mas. Es demagogo y también es verdad (la llave Maestra… ustedes entenderán).