Por: Mariano Marquevich
A veces de forma grosera pero la mayoría no tan a la vista, los medios de comunicación se esfuerzan por presentarnos las cosas de manera tal que quienes son señalados de cometer un crimen fueran personas muy distintas al espectador. Expertos en comunicación explican que el efecto rating se debe a que brinda en la audiencia un interés/morbo hacia el imputado a la vez que tranquiliza nuestra necesidad de estar a salvo de nosotros mismos: pertenecemos a los de “este lado” del mostrador.
La forma clásica por parte de los medios para recurrir a la exacerbación de un “modelo maldito” tiene dos versiones: la del psicópata o la del loco.
Existen casos en que no sólo es presentado de esta manera como un efecto buscado, sino que el comportamiento atroz y reiterado desplegado por el acusado, se corresponde con la realidad que muestran los medios. Lo inquietante ocurre cuando el acusado no cumple con los patrones clásicos de “maldad” o locura extrema y los actos que comete son tan reprochables o aún incluso en mayor medida que muchos otros psicópatas o “locos”.
Podríamos tomar esta escena del copiloto deprimido llevándose consigo todos los pasajeros de un avión, como ejemplo para entender como sociedad, que no importa tanto el estilo de personalidad que uno tenga; sino que el ego, se valdrá de cualquier cosa que nosotros ya seamos para operar en el mundo de manera destructiva. Un fóbico, actuando por miedo, una histérica mintiendo a cambio de seducción, un obsesivo a la deriva de su compulsión, y en este caso, un depresivo sobrepasado por su angustia, pueden generar actos terribles y desdeñables como un psicópata padeciendo un aumento en sus niveles de disociación o un psicótico siendo consecuente con su delirio.
En lugar de salir corriendo, espero nos lleve a la reflexión. El copiloto, muchas veces, soy yo.
Para profundizar más estos conceptos, podes leerte la nota: Inocencia a chorro
Mariano Marquevich
Psicólogo y novelista
Twitter @llavemaestraok
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