Por: Mariano Marquevich
¿Nada? ¿amor? ¿pajaritos de colores? seguro en algún momento te habrás preguntado…: ¿Qué pasará por la cabeza de alguien iluminado? Hacerse la pregunta, es indicador de que uno no lo está. Y, pensar con el ego algo que lo supere, es lo mismo que intentar salir de un pozo tirándote de los pelos.
El escritor Hermann Hesse al final de su novela Siddhartha (1922) hizo el valiente intento de reflejar aquel momento de iluminación recurriendo a la descripción de una imagen: por la cabeza del protagonista pasan distintas personas, animales y cosas: desde un viejo a una niña, un criminal, una máscara de agua, la cabeza de un jabalí. Todos se encuentran en él, y conviven en calma. “Así, se le vió la sonrisa de la unidad por encima de las figuras, la sonrisa de la simultaneidad sobre las mil muertes y renacimientos; esa sonrisa de Siddharta era exactamente la misma del buda, serena, fina, impenetrable, quizás bondadosa, acaso irónica, siempre inteligente y múltiple. Así sonríen los que han alcanzado la perfección. (…) sentado sin moverse, su sonrisa recordaba -a Govinda quién lo miraba- que jamas había amado, que nunca en la vida había tenido algo que considerase valioso”.
Borges en su cuento “la escritura de Dios” (1944) relata acerca de un preso de años, quién de repente bendice su circunstancia y eso le lleva a visualizar una enumeración similar y variada dentro de una rueda de agua y también de fuego que “era (aunque se veía el borde) infinita” y la escritura del nombre de dios se vuelve entendible en las rayas de un tigre. Son catorce palabras. Supo que con sólo decirlas en voz alta se volvería todo poderoso. Sin embargo decide callar y terminar sus días encerrado.
Si en algo insisten los Maestros espirituales, es que la iluminación no se trata de un conocimiento oculto sino de un descubrimiento. Este descubrimiento consiste en desarticular la idea de la separación.
Ver en nuestra personalidad al personaje.
Sentirse unido con la totalidad. Al comienzo parte, luego ya fundido…
Aunque conmovedoras y válidas, son sólo oraciones que te pueden dar una pauta. La mejor explicación escuchala de este monje. Su nombre es difícil de pronunciar pero te va a gustar.
Thich Nhat Hanh (2 min)