Luis y el eterno retorno

#ElFlaco

Voy con mi novia en el auto y pienso “¿Qué más se puede decir del Flaco que no haya sido dicho? ¿Qué sentido tiene?”. Suena el disco doble de “Aznar celebra la música de Spinetta”. Me acuerdo de haber estado en ese recital y ver a Pedro sentado con su guitarra acústica, sólo en un escenario tan largo, eterno –grande como para que entre todo el campo VIP de uno de esos recitales que te cobran hasta la bocanada de aire–.

Lo escucho y lo estoy viendo: Aznar tocando “Cantata de puentes amarillos”, como sólo él, el mejor músico argentino del momento, lo puede tocar, ahí entre la multitud, sonando con una profundidad que te pone la piel de gallina. Y ahí me acuerdo del momento en que le empecé a prestar atención a Spinetta. Y le empiezo a contar a mi novia de como a los 12 o 13 años, en la casa de un amigo, escuchaba ese mismo tema e imaginaba a las muñecas sangrantes de llorar y al cielo que de a ratos llueve o deja de llover cruces, como el de esta tarde.

Pero, no es fácil escribir sobre un tipo al que admirás. Es como esas veces que tenés en la cabeza una idea muy complicada y grande que es difícil de bajar en palabras. A lo mejor hay que hacer un poco eso para estos casos: explicarlo partiendo de elementos particulares que en un conjunto armen el paisaje. Un arbolito por acá, una palomita blanca por allá, el disco Artaud más acá y una frase como “Si quiero me toco el alma” más por allá.

Me parece que este blog va a consistir en eso, una serie de posteos con historias propias y de otros que en conjunto armen el paisaje. Distintas opiniones acerca de elementos del universo spinettiano que representen uno o varios (espero que varios) costados de la figura de un tipo semejante a cualquier vecino del barrio de Núñez, pero que cuando quería nos tocaba el alma a todos los que lo escuchamos
–Ahora veo un arroyo cristalino y un pescado rabioso que me salpica más allá–.

Así que a modo de presentación formal, ya seas un fana de Luis Alberto, de esos que le ponen a su hija “Ana” por “Ana no duerme”, o seas un detractor de los que no invitaría a mi fiesta de cumpleaños ni aunque me pongan un fierro en la cabeza, por esa vez que dijiste que “la música de Spinetta aburre y dan ganas de dormir”: Bienvenido. Gracias por leer, comentar y difundir.